El Cine Cañisá comenzó a funcionar en 1928. Era uno de los tantos cines de barrio que congregaban a toda la comunidad para ver películas en pantalla gigante. Era una convocatoria ineludible a la que todos asistían con alegría.

La noche del lunes, las puertas del Cine Cañisá, en el barrio Trinidad de nuestra ciudad, se abrieron para recibir nuevamente a niños, jóvenes y adultos.

El amplio salón cuenta con bancos de madera, originales de época, y una amplia pantalla.

La idea de proyectar “Cinema Paradiso” en el antiguo lugar surgió de un grupo de estudiantes de fotografía, a cargo de Mario Franco. “Lo que no puede morir es este lugar”, señaló Franco. “Es un lugar que nos muestra cómo se vivía antes de la televisión, porque cuando llegó la televisión desaparecieron los cines de barrio. Los vecinos dejaron de salir. Ya no se le conoció más al vecino. Antes, conocíamos a todo el barrio. Todo ese retazo de nuestra historia se perdió”, lamentó el conocido fotógrafo.

En ese retazo del tiempo, con los estantes, los bancos de madera, las fotografías y el Almacén Cañisá, que sobrevive a los grandes supermercados, el público que fue a ver la función gratuita disfrutó de un ameno encuentro con la historia.

“Cuando conocí este lugar, me enamoré. Parecía que el tiempo paró. Y la única manera de contarles sobre el lugar, es que lo conocieran”, agregó Mario Franco, quien con su grupo de alumnos realiza un tour por distintos sitios de nuestra capital para tomar conciencia sobre nuestra historia.

Para Mario Franco, lo ideal sería convertir al Cine Cañisá en un centro cultural. En el lugar se aprecian muebles, la boletería del cine, estantes, frascos y otros artículos de la época.

Los alumnos de Mario Franco realizaron una recuperación de los afiches de cine, haciendo una copia de ellos. Estas réplicas cuelgan de las paredes adornando el lugar, pero los 300 afiches originales, lastimosamente, se pudren en el olvido.


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