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Si bien el show en vivo que Attaque 77, una de las más populares bandas argentinas de rock de los últimos tiempos, dio esta madrugada en la capital paraguaya no fue particularmente breve -duró alrededor de una hora-, fue más que sobrado en energía tanto por parte de la banda como por parte de un público que coreó, bailó y saltó en casi todo momento.
La de este domingo fue la segunda actuación de Attaque 77 en Paraguay este año; en la primera actuaron como teloneros durante el inolvidable concierto de los Rock 'N Roll All Stars, el pasado mes de abril en el Jockey Club, ante unas 25.000 personas. El público que hoy acudió al Complejo Barrail Costanera fue mucho menos numeroso, como es lógico, pero esa realidad no se sintió cuando la música comenzó a sonar.
Bajo un cielo que cada vez amenazaba cada vez más con cubrir de agua la ciudad capital del país, la gente llegaba de a poco al complejo, hasta que alrededor de las 02:20 el grupo finalmente salió al escenario. “He venido un poco afónico esta noche”, fue una de las primeras cosas que dijo el vocalista de la banda, Mariano Martínez, añadiendo que “vamos a tener que cantar entre todos”.
Sin muchos más preámbulos el concierto comenzó con “Western”, y el público respondía de forma más que favorable a la declaración de Martínez al principio, cantando potentemente entre cada “¿qué esperás?” de la canción.
Un detalle que, aunque menor y para nada relacionado con la música, era molesto eran las pantallas ubicadas detrás y al costado del escenario, que áun luego de comenzada la actuación de los argentinos no dejaron de mostrar el vídeo que habían estado proyectando desde hacía horas, un DVD del grupo Fatboy Slim; luego la pantalla pasaría al negro característico de cuando el proyector no tiene señal, y así permanecería hasta el final del show.
De todos modos ese detallo no tuvo incidencia en la música, que continuó con la canción “Vacaciones permanentes”, continuando la interacción constante entre el público y los artistas, quienes dieron muchos espacios a sus fans para que canten con la banda. Siguió “El jorobadito”, que desde sus primeras notas arrancó pogos de la audiencia, y al terminar fue premiado con un fuerte “olé olé” del público, que incluso fue acompañado por la batería y el teclado de la banda.
Acto seguido Martínez invitó a que alguien del público subiera al escenario a cantar la siguiente canción, y luego de que una mujer subiera para luego bajar de nuevo tras confesar que no sabía la letra de la canción, dos hombres portando una bandera con el nombre de la banda aparecieron y entonaron con mucho entusiasmo -aunque con poca afinación- “Amigo”, tema obligatorio ya que el concierto se hacía como una celebración anticipada del Día de la Amistad.
Luego de esto el concierto entró en su etapa más potente, con la inyección de energía que sólo dan los clásicos inolvidables como “Hacelo por mí”, que fue compañado por un ensordecedor coro, como fue también el caso de la siguiente canción, la exitosa “Arrancacorazones” -“el coro se va a tener que escuchar muy fuerte en esta canción”, dijo Martínez, y el público cantó toda la canción con fuerza-.
“Beatle” y “Chicos y perros” siguieron, y luego una sorpresa en la forma de un más que correcto cover del clásico de Kiss “Rock and roll all nite” que pareció haber despertado al rockero en cada una de las personas presentes -durante esta canción tuvo lugar otra curiosidad, cuando una fan saltó al escenario para bailar con los artistas, pero fue rápidamente retirada-.
La canción de Kiss fue enganchada a “Donde las águilas se atreven”, un auténtico himno de la banda cuya introducción fue cantada con fuerza por el público, tanta que la banda paró la música en un momento dado para dejar a sus fans cantar a capella.
Cuando se cumplía una hora de concierto, un solo de guitarra introducía uno de los máyores éxitos de la historia de la banda, “No me arrepiento”, que hizo bailar a casi todas las almas presentes.
Y al igual que ingresaron, sin parsimonia alguna, los integrantes de la banda terminaron la canción y se retiraron del escenario para ya no volver, dejando al público pidiendo más, aunque visiblemente satisfecho con el espectáculo que habían disfrutado durante la última hora.