El “arpa paraguaya” y sus cultores

Gracias a su peculiar desarrollo y caudalosa sonoridad, hoy este instrumento nacional por adopción ha despertado la admiración de propios y extraños. La singular destreza que nuestros intérpretes despliegan con particular estilo creó un tañido emblemático, un modelo universal e inigualable de “pulsación diatónica”, convirtiendo a su repertorio en “verdaderos clásicos” del instrumento a nivel universal.

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¡Cuántas obras colosales compuestas por los creadores autóctonos recorren el mundo con el sello de Made in Paraguay! Su sonido natural y agreste de inconfundible belleza requiere de una ilimitada virtuosidad con lo cual el paraguayo supo “exprimir” las características propias del “arpa paraguaya”, todas ellas basadas en la perfecta combinación de ingenio e inspiración antes que en la capacidad científica que exigen los rigores académicos establecidos por la ciencia musical. Así es el cántico del “arpa paraguaya”, único en su género, espontáneo, viril y romántico a la vez, reflejo de la identidad de la República Guaraní que lo acunó en su ser.


Intentando condensar la profusa literatura que trata sobre este inconfundible y antiquísimo instrumento, podemos abreviar genéricamente diciendo que: “el arpa es tan antigua como la especie humana y sigue tan radiante sobre la tierra porque emana de su seno la selecta y eterna música de Dios”.

Su significado proviene del griego Arpê, cuyo diseño se parecía a la hoz o gancho de forma triangular cuyas 22 cuerdas estiradas de lado a lado eran tensadas con distintas afinaciones mediante las cuales se obtenía una dulce entonación gracias a la pulsación de ambas manos interpuestas entre sí. El “rasguño”, “araño” o “peinado” (deslizado) de los dedos arpegiaban según el estado de ánimo de los ejecutantes o de los reyes para quienes interpretaban y a quienes complacían. El cristalino eco sonoro adornaba el ambiente señorial y era el predilecto de los faraones, monarcas y emperadores a través de los siglos.

Distintos tipos y variedades del instrumento encontramos en la antigüedad. Egipcios, hebreos, celtas, ítalos y bávaros lo pulsaban con un sinfín de diseños, pero no modificaban la esencia de la emisión sonora y su efecto. Basándonos en las comprobaciones provenientes de las investigaciones y descubrimientos, es tan antiguo que se ubica su formal existencia en la cultura sumeria y babilónica unos 3.000 años a.C., donde “tocaban” su arpa familiarmente para solazar a sus componentes en las convocatorias aldeanas o de invocaciones a dioses místicos de las diferentes creencias.

EL DESARROLLO DEL “HARPA” CLASICA

Este instrumento, nacido en sistema diatónico, no tenía una “doctrina escolástica” de aprendizaje y difusión. Su interpretación era impulsada por la sabiduría filosófica de grandes pensadores puestos al servicio del poder, fomentando con sus dulces vibraciones una adecuada ambientación. Así, fue evolucionando muy lentamente hasta llegar a la Edad Medieval (s. XVI) donde adquirió cierta consideración, difusión y encanto intentándose su transformación para ampliar el espectro sonoro y utilitario (sistema cromático) con un mecanismo adaptable y práctico para su enseñanza, divulgación e incorporación a los cánones clásicos y orquestales. El harpa (nomenclatura clásica), recién pudo lograr cierta innovación a partir de los experimentos protagonizados por diferentes constructores. En Donawöt, Alemania (1710) un luthier (constructor de instrumentos) llamado Jacob Hochbrücker (1670-1763) creó el mecanismo a pedal (como en el piano) que permitía cambiar los tonos y los acordes mientras las manos interpretaban la melodía. En toda Europa se experimentaba y del mismo modo en Francia otro manufacturer llamado George Cousineau desarrolló un mecanismo distinto, más evolucionado y sobre la idea de este, en el año 1808, el constructor de pianos Sébastien Érard (1752-1831) consiguió un importante avance, estilizando y perfeccionándolo hasta concluir definitivamente en la universalizada “harpa clásica” de 46 cuerdas.

LA LLEGADA DEL “ARPA” AL PARAGUAY

Cuando los conquistadores, desde Sebastián Gaboto (1476-1557) en adelante, trajeron los primeros modelos diatónicos, ejecutados por los trovadores inmigrantes y aventureros ensayistas que gustaban de las cadencias del milenario “apero”, muy pronto enamoró e “invadió” el espíritu del pueblo guaraní, pero solo en la era jesuítica (s. XVII) se alcanzaron admirables progresos, divulgación, esmero en la construcción y aprendizaje para la bizarra ejecución del arpa, iniciándose así una profunda y perenne devoción por dicho instrumento. Como en ningún otro país de América y debido al grato impacto inmediato que experimentaron los neófitos, el “armatoste musical” caló hondo y “prendió” en el alma guaraní evolucionando en consonancia con su formato primigenio de tiempo inmemorial, eminentemente diatónico. La profunda pasión que les generó el arpa básica y elemental, no permitió el posterior desarrollo del “harpa clásica”, porque aquella ya se hallaba consolidada y venerada en la tradición musical vernácula, trascendiendo en el tiempo como un tipo de arpa “eminentemente paraguaya”. Estas son muy similares a las arpas irlandesas, cuyo pueblo también acogió y preservó la modalidad diatónica pasando a ser hoy un reverenciado símbolo nacional.

Gracias a la apertura espiritual y a la sólida instrucción técnica del P.J. Antonio Sepp (1691-1735) la construcción constante y la sincera creatividad que los aborígenes, criollos o mestizos alcanzaron en la confección y ejecución, sorprendió a los propios jesuitas y franciscanos quienes entusiasmados resolvieron producir en serie para las demás comunidades de las misiones y poblaciones más lejanas, un tanto “urbanizadas” como Asunción, Corrientes, Santa Fe, Rosario, Buenos Aires, Montevideo, Santa Cruz de la Sierra y otros centros que gratamente disfrutaban de los sones de un instrumento que acababa de adquirir forma propia con repertorio creado para el efecto, expresando con libre e ingenua fidelidad la visión y el lenguaje paisajístico rebosante que identificaba a la región. Todo era armonía con la madre natura. La flora y la fauna fueron prolongando su existencia en la descripción compositiva, trasladándose a cada compás musical que emanaba con espontaneidad del instrumento, en perfecta imagen y semejanza del ambiente, majestuoso y virginal.

LA VIRTUD DE LOS PARAGUAYOS

Enraizados los sones arpísticos en el sentimiento de los paraguayos, estos musicómanos exhiben con prestancia una gran sonoridad, claridad y consistencia, perfiles que pasan a formar parte de las maravillosas dotes que les permiten crear obras de portentosa belleza. El arpa es una cuestión de cultura, ya que es transmitida espiritualmente de generación en generación, sin lecciones formales o académicas. Invocando a Tupa, el arpa se siente y se la hace sonar, señalaba un antiguo proverbio aborigen. Es así como el paraguayo perfeccionó e impulsó un estilo propio, levitando su aura ensimismada gracias al “toque con las uñas”, ofreciendo una sonoridad excelsa, reflejo de sus sentimientos y del hábitat natural que lo rodea. Así, los antiguos conjuntos populares se fueron transformando, e integraron con suma facilidad al arpa que aportó un aire distintivo al repertorio, con temas bien definidos y adecuados a las 32 y luego 36 cuerdas estandarizadas (4½ octavas), aunque algunos intrépidos le van agregando cuerdas a fin de adaptar el instrumento a sus intenciones musicales. Hoy, la “técnica propia paraguaya” es anhelada por diferentes centros de enseñanza musical, incluso con algún desarrollo técnico en la metodología de la educación. La aceptación y sobre todo, la “conciencia diatónica” ha sido un paso importante para sus cultores con miras a evitar su discriminación o forzada extinción. Por el contrario, ha cobrado un auge mundial con arpistas paraguayos diseminados en varios puntos del orbe, difundiendo el repertorio tradicional de la cultura popular, de marcada inspiración folclórica, dictando pautas de ilustración y vivencia, contribuyendo aceleradamente con la masificación anhelada.

LA DIFUSION DEL REPERTORIO CLASICO

¿Cuántas obras extraordinarias tiene el arpa paraguaya, patentando el genio y encanto de sus autores? Es una aventura no poco complicada tratar de codificar las asombrosas creaciones que reconfortan el alma de la audiencia mundial. Tan solo “Pájaro Campana” (Guyra tan tan o Guyra pu) trascripta y adaptada para el arpa paraguaya por el destacado compositor Félix Pérez Cardozo (1908-1952) tiene más de 400 versiones grabadas y arregladas para diferentes instrumentos y orquestas. Muchas más recorren los cinco continentes e integran grandilocuentes el repertorio foráneo. Acotemos que esta identidad musical también deviene de la gran sonoridad idiomática paraguaya: EL GUARANI, esencia cultural del paraguayo. La medulosa musicalidad del idioma está viva en cada acorde, en cada melodía y en cada giro de las propuestas divulgadas en materia compositiva. De hecho que la lengua y el instrumento son eminentemente onomatopéyicos, de ahí su perfecta simbiosis existencial que hace la diferencia, seductora y apetecida por todas las culturas.

CLASICOS INMORTALES

Aquí ofrecemos una incompleta lista de aquellas creaciones que pudimos capturar al vuelo bajo el embrujo de sus colores y de su primor melódico


01) Félix Pérez Cardozo
Llegada, Tren lechero, Mi despedida,
Isla puku, Tetéu, Angela Rosa.
02) Lorenzo Leguizamón
Senda de amor, Arpa pu rory, Sombrero’i,
Ña Séve, Mi abuelita, Arpa viajera,
03) Digno García
A mi Paraguay, Madrecita, Luqueñita,
Aromita, Cascada, Paisaje de mi Tierra,
04) Nicolás Caballero
Vuelo de pájaro, Aves de la selva, Lilian,
Campanas de Pascuas, Arpa.
05) Prudencio Giménez
Viejo campanario, Flor de yrupe, Ko’eju,
Nelly, Katuri Abente, Cajita de música,
06) Enrique Samaniego
Villa Pastoreo, Apolonita, Paso Jovái,
Despertar de mi aldea, Danza del Colibrí,
San Agustín, El Boyerito, Karai chive,
Ko’? koygua, Nostalgia maternal.
07) Alejandro Villamayor
Piririta, La codiciosa, Akã baraja,
Kuñatai, Korapy ajeno, Eju lúne,
08) Ismael Ledesma
Arpa danza, Arpa embrujada, Jakare,
Duende de la selva, Canto indio, Lena se duerme.
09) Arístides Valdéz
Enramada gupe, Tererehápe,
Jueguito saltarín, Gotitas.
15) Albino Quiñónez
Mitã ñembosarái, Estancia Las Perlas,
Karia’y ete (Arriero tie’y), Petronita,
16) Aparicio González
Un traguito más, Che maína, Isla alta,
Amanecer guarani, Panambi retã,
17) Cristino Báez Monges
Mía, Cantar del viento, Avy’a jave,
Mitã kuña jukyete, Lo mitã sapukái,
18) Rubi Addario
Romance felíz, Dulce pasión, Ñe’embuku,
Recuerdos de mi Patria, A mi ciudad Pilar,
19) Abel Sánchez Giménez
La bailarina, Jeroky jave, Austria,
Motivos de un día de lluvia,
20) Osvaldo Gaona
Sortilegio, Eco lejano, Imperio guarani,
Rumor del Pilcomayo, Brisas del Paraná,
21) Roquelino Insfrán
Ciudad de gloria, Havía korochire,
Sueño, A las manos brujas, Te fuiste de mí.
22) José del Rosario Iriarte
Carreta guy, Misiones ñu, Tungusu,
Mamópa reho Josefa, Misiones.
23) Carmen Villalba
Ka’i puka, Takuapi poty, Mamópa reime,
Eje jevy chendive, Joayhu porã.
24) Quintín Irala
Joyita, Malencita, Gracielita,
Tardes asunceñas.
25) Dionisio Arzamendia
La pequeñita, Che valle mi,
Arroyito, Salvadora de Jesús.
26) Juan de la Cruz Fernández
Lágrimas de Arpa, Guarania de hoy,
Sueños, Guarania del exiliado.
27) Papi Galán
Álamos al viento, Mokõi panambi,
Anita.
28) Rito Pedersen
Kuña kyre’y, El pibito, Incógnita.
29) Marcos Lucena
Pequeña bailarina, Olas, Brisa de Paz.
30) Juan Alfonso Ramírez (Johnny Monte)
El gran Kasike, Picada ñarõ, Mita’i rari.
31) Wilfrido Méndez (Willy)
Sol del Paraguay, Maravillosa
Alma de mi Tierra.
32) Tacho’i, Agapito Morínigo
Costa ñarõ, Polka guinea.
33) Carlos Alfonso
Panambi veve, Tupasy Itape.
34) Polonio Daniel López
Guarani F.B.C., Korochire.
35) Dionisio Bernal
Plegaria del Arpa, Canto del grillo.
36) Fernando Bustamante
Misionera, Montaraz.
37) Martín López
El labrador, Nuevo movimiento.
38) Mariano González
Jaharei katu hese.
39) Ricardo González
Un Arpa en el Paraná.
40) Marcelo Rojas
Hechizo del Itakaru.
41) Martín Portillo
Lejos de ti.
42) Alfonso González
Amiguita.
... y otros arpistas de reconocida
trayectoria y talento como:
43) Raquel Lebrón
44) Víctor Simón
45) Santos González
46) Amadeo Monges
47) Wenceslao Gómez
48) Pablo Morel Vásquez
49) Juan Cuevas Román
50) José de la Cruz López
51) Alberto Romero
52) Feliciano Peralta
53) Leonardo Figueroa
54) Sergio Cuevas
55) Jorge Luís Roig
56) Francisco Giménez
57) Dionisio Villamayor (Piririta)
... y algunos del Siglo XIX que
la historia los recuerda por sus
excentricidades, dotes y maestrías
como:
58) José Dolores Fernández (Loló arpero)
59) “El conche” Ramírez
60) Estanislao Bordón (Tani)
61) Pedro Rojas (Peru’i)
62) Eladio Candia (Piripe), etc.




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