En este caso, sin quitarle los grandes méritos que tiene Kallsen y su libro, me hubiese inclinado a indagar por qué hay calles que se llaman de tal modo y qué méritos realizaron tales personas para que su nombre bautice una calle de la ciudad.
¿Qué interés puede tener todo esto? Luis Alberto Boh, concejal por Asamblea de Asunción, juntamente con Galeano, le escribe una breve introducción al libro y es sumamente claro cuando dice: "Asignar un nombre a la ciudad, a sus lugares y sus calles es también definir la identidad de quienes en su momento se orientarán, transitarán y erigirán su posesión y su lugar en ellos. Hay una parte de identidad de cada uno que se expresa en el momento de mencionar la calle en que vive, y está fuera de toda discusión el hecho de que no es lo mismo decir: "Vivo en la calle Libertad", o "Mi casa está en la calle Amistad", que decir: "Vivo sobre la calle soldado Ovelar".
Pero las cifras que nos brinda José Antonio Galeano son alarmantes -en realidad quise decir aterradoras- cuando nos informa que en 1998, último censo de calles, Asunción tenía 1.458 calles con nombres. "De ellas -dice- 651 (el 44,65%) aludían y aluden a militares paraguayos y extranjeros, a gestas bélicas o a hechos vinculados a la actividad castrense. De esta suerte, las 807 restantes (el 55,35%, solamente) guardan relación con la civilidad, compatriota o del exterior".
Para tener una idea aproximada, tenemos treinta y nueve calles con nombres de generales y nada más que once con nombres de mártires de la democracia. Tenemos 127 calles con nombres de capitanes y coroneles y nada más que 9 de actores y actrices del Paraguay, 3 benefactores e instituciones de bien público, 19 científicos, 1 crítico de arte, 4 dramaturgos, 2 editores, 1 ensayista, 2 historiadores y 1 líder estudiantil. Total: 42.
Tenemos 195 calles con nombres de tenientes, tenientes primeros y segundos, pero nada más que 31 calles con nombres de educadores. Tenemos 37 calles con nombres de batallas, combates y regimientos. Pero solamente tenemos 22 músicos y 3 narradores que hacen un total de 25, doce menos que las batallas, los combates y los regimientos.
Como es fácil notar, los únicos héroes de este país son aquellos que han empuñado las armas. En un buen número de oportunidades, ni siquiera las empuñaron para defender la patria, sino simplemente desenfundaron el sable para defender al general de turno o para derrocar a algún civil porque el puesto era ambicionado por alguien que llevaba los galones.
José Antonio Galeano cita también el caso de la avenida Chang Kai Shek, que era la antigua Diagonal Tacumbú. "Solo sentimientos que devienen de una común ideología, negadora de la libertad y la democracia, y que vinculan a Alfredo Stroessner y al líder de la China Nacionalista, pudieron propiciar esta nominación". Para consuelo del autor de este libro, se le podría recordar que durante muchísimos años el tramo de la avenida España que va desde Kubitschek hasta Sacramento, se llamó "Generalísimo Francisco Franco" gracias a los buenos oficios del embajador español en aquel entonces, Ernesto Giménez Caballero, quien se preciaba de tener el carnet número 2 de la Falange Española (partido fascista español). El número uno, desde luego, lo tenía Franco.
Antes de concluir esta brevísima reseña del estupendo trabajo de Galeano, no quiero dejar pasar una observación que hace el autor: se refiere en una parte al Panteón Nacional de los Héroes, asentado en el Oratorio de la Virgen de la Asunción: "Urnas, féretros, placas, recordatorios de todo tipo y tamaño aluden, en más del 90% a personajes y gestas militares, mientras que los héroes civiles de tan pocos pasan definitivamente desapercibidos".
Niños de la patria: si sueñan que algún día una calle lleve su nombre, desenvainen la espada, porque si desenvainan la pluma, lo más probable es que le hagan un control de gripe aviar.
¿Qué interés puede tener todo esto? Luis Alberto Boh, concejal por Asamblea de Asunción, juntamente con Galeano, le escribe una breve introducción al libro y es sumamente claro cuando dice: "Asignar un nombre a la ciudad, a sus lugares y sus calles es también definir la identidad de quienes en su momento se orientarán, transitarán y erigirán su posesión y su lugar en ellos. Hay una parte de identidad de cada uno que se expresa en el momento de mencionar la calle en que vive, y está fuera de toda discusión el hecho de que no es lo mismo decir: "Vivo en la calle Libertad", o "Mi casa está en la calle Amistad", que decir: "Vivo sobre la calle soldado Ovelar".
Pero las cifras que nos brinda José Antonio Galeano son alarmantes -en realidad quise decir aterradoras- cuando nos informa que en 1998, último censo de calles, Asunción tenía 1.458 calles con nombres. "De ellas -dice- 651 (el 44,65%) aludían y aluden a militares paraguayos y extranjeros, a gestas bélicas o a hechos vinculados a la actividad castrense. De esta suerte, las 807 restantes (el 55,35%, solamente) guardan relación con la civilidad, compatriota o del exterior".
Para tener una idea aproximada, tenemos treinta y nueve calles con nombres de generales y nada más que once con nombres de mártires de la democracia. Tenemos 127 calles con nombres de capitanes y coroneles y nada más que 9 de actores y actrices del Paraguay, 3 benefactores e instituciones de bien público, 19 científicos, 1 crítico de arte, 4 dramaturgos, 2 editores, 1 ensayista, 2 historiadores y 1 líder estudiantil. Total: 42.
Tenemos 195 calles con nombres de tenientes, tenientes primeros y segundos, pero nada más que 31 calles con nombres de educadores. Tenemos 37 calles con nombres de batallas, combates y regimientos. Pero solamente tenemos 22 músicos y 3 narradores que hacen un total de 25, doce menos que las batallas, los combates y los regimientos.
Como es fácil notar, los únicos héroes de este país son aquellos que han empuñado las armas. En un buen número de oportunidades, ni siquiera las empuñaron para defender la patria, sino simplemente desenfundaron el sable para defender al general de turno o para derrocar a algún civil porque el puesto era ambicionado por alguien que llevaba los galones.
José Antonio Galeano cita también el caso de la avenida Chang Kai Shek, que era la antigua Diagonal Tacumbú. "Solo sentimientos que devienen de una común ideología, negadora de la libertad y la democracia, y que vinculan a Alfredo Stroessner y al líder de la China Nacionalista, pudieron propiciar esta nominación". Para consuelo del autor de este libro, se le podría recordar que durante muchísimos años el tramo de la avenida España que va desde Kubitschek hasta Sacramento, se llamó "Generalísimo Francisco Franco" gracias a los buenos oficios del embajador español en aquel entonces, Ernesto Giménez Caballero, quien se preciaba de tener el carnet número 2 de la Falange Española (partido fascista español). El número uno, desde luego, lo tenía Franco.
Antes de concluir esta brevísima reseña del estupendo trabajo de Galeano, no quiero dejar pasar una observación que hace el autor: se refiere en una parte al Panteón Nacional de los Héroes, asentado en el Oratorio de la Virgen de la Asunción: "Urnas, féretros, placas, recordatorios de todo tipo y tamaño aluden, en más del 90% a personajes y gestas militares, mientras que los héroes civiles de tan pocos pasan definitivamente desapercibidos".
Niños de la patria: si sueñan que algún día una calle lleve su nombre, desenvainen la espada, porque si desenvainan la pluma, lo más probable es que le hagan un control de gripe aviar.