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Ya hacía unos años que había dejado de fabricar sus inigualables instrumentos, debido a una larga enfermedad que lo mantuvo en cama en los últimos tiempos. Había sufrido tres derrames y lo llevó un paro cardiaco respiratorio.
Su hijo Eladio -tuvo tres hijos en total, dos varones y una mujer- nos relató que don Timoteo fue autodidacta, y que había aprendido el oficio en su Yhaty natal, distrito de Villarrica, que lleva actualmente el nombre del gran cultor del arpa paraguaya, Félix Pérez Cardozo. Contaba con 76 años, y había nacido el 24 de enero de 1931.
Era también un avezado fabricante de requinto, un instrumento para puntear, que aún suena en las manos de Rigoberto Arévalo y Juan Cancio Barreto.
Pero el arpa era su gran especialidad, que en sus manos llegó a tener una estética única que muchos después imitarían. Utilizaba las mejores y estacionadas maderas de cedro y pino para lograr la sonoridad requerida por los instrumentistas.
Rigoberto Arévalo recuerda que cuando le llevó las medidas de un nuevo instrumento creado por Alfredo Gil, el requintista de Los Panchos, dijo que era nuevo para él, pero luego él le llevó al propio Alfredo Gil, integrante de Los Panchos y creador del requinto hasta la Chacarita para explicarle la medida del diapasón, que cuenta con cinco escalas menos, con dos tonos y medio menos. Con esos detalles Timoteo se puso a fabricar el instrumento y grabé en él en San Pablo en 1960, con Los Bemoles, rememora Arévalo. Eramos muy amigos, y por mi intermedio fue mucha gente junto a él. Timoteo era un señor muy apacible, muy discreto, de muy buen trato y jovial. El requinto que toca actualmente Juan Cancio Barreto fue hecho por Timoteo Rojas.