Las tres pequeñas novelas inéditas de “Sepulcros de vaqueros” (Alfaguara) guardan una relación entre sí y su redacción arranca en 1993 para llegar a los últimos días de la vida del autor.
Así, Bolaño fue simultaneando su escritura con sus grandes obras de ficción, como “La literatura nazi en América”, los cuentos de “Llamadas telefónicas” y “Putas asesinas” o sus novelas breves “Estrella distante” y “Nocturno en Chile” hasta las novelas “Los detectives salvajes” y la póstuma “2666”.
Por ello, explica la editorial, esta obra funcionó para Bolaño como una especie de “cocina narrativa, laboratorio de escritura o trastienda” de sus grandes obras. No es un relato único, pero las tres narraciones guardan una relación entre sí que permite una lectura conjunta como si fueran tres secciones de una sola novela.
Un recorte de periódico guardado en el manuscrito y, sobre todo, la máquina de escribir eléctrica que usó Bolaño para pasar a limpio el relato permiten situar la primera de ellas, “Patria”, entre 1993 y 1995.
Compuesta por una veintena de breves relatos o capítulos fragmentarios, la obra reconstruye una serie de momentos claves en la biografía de Rigoberto Belano, un joven poeta que recita un largo poema la noche en que se produjo el golpe de Estado que acabó con la vida de Salvador Allende.
La segunda novela, “Sepulcros de vaqueros”, que da nombre al volumen, se compone de cuatro capítulos, y en ella Belano se llama Arturo, como el protagonista de “Los detectives salvajes”, y la historia transcurre en México.
El volumen se cierra con la narración “Comedia del horror en Francia”, escrita por Bolaño en su último año de vida, al mismo tiempo que la ambiciosa “2666", según una carta encontrada en su archivo. Esta ultima ficción apunta a la posibilidad de que el movimiento estético de vanguardia que lideró André Breton continuara vivo en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI en las alcantarillas de París como el Grupo Surrealista Clandestino.
Una clandestinidad surrealista poblada por estrafalarios personajes que remite a la secreta academia poética soñada por el escritor chileno en “La universidad desconocida”.
Según Alfaguara, cada nuevo texto que aparece de este autor, uno de los más reconocidos en la narrativa de lengua castellana del último cuarto de siglo, es “una pieza más, imprescindible y necesaria, del puzzle para descifrar el misterio” de la obra de Bolaño.
La narrativa de este volumen, como el resto de su escritura, tiene una presencia biográfica que permite reconstruir la historia de Bolaño: su nacimiento en Chile en 1953; su residencia en México desde 1968 a 1977, año en el que se trasladará a Barcelona; el viaje a Chile en 1973 para apoyar el Gobierno de Salvador Allende, y la enfermedad hepática que le diagnosticaron y que marcó el ritmo de su escritura hasta su muerte en 2003, explica Masoliver en el prólogo.
Este escritor subraya la importancia de la dinámica del relato, “el itinerario narrativo que no conduce a ninguna parte o que, mejor dicho, conduce al conjunto de la obra de Bolaño”, y asegura que cualquier intento “de dar orden al caos y una lógica que se aleje de la concepción que tenía de su escritura sería rebajar y aún tergiversar la ambición de su proyecto”.