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Según la oficina del alcalde, en Queens, donde casi la mitad de los residentes ha nacido en otro país, se hablan más de 160 lenguas, especialmente español, chino, coreano, ruso, italiano, tagalo (de Filipinas) y griego.
La pluralidad étnica de este distrito metropolitano, el más extenso de la ciudad de Nueva York, es tan grande que cada barrio se puede identificar con los idiomas y dialectos hablados por sus vecinos, de forma que un paseo por sus principales avenidas se convierte en un viaje por diferentes culturas y latitudes.
La avenida Roosevelt, en el noreste de Queens, es la arteria que atraviesa barrios como Elmhurst, Jackson Heights y Corona, en los que se concentra la mayor proporción de inmigrantes, y donde hablantes de español, nepalí, tibetano, javanés o indonesio comparten un mismo código postal.
Esta zona está conectada con el centro de la ciudad por la línea de metro 7, conocida como el “Internacional Exprés” por la significativa presencia de viajeros de distintos países, en su mayoría chinos, ecuatorianos, mexicanos, colombianos y bangladesíes.
“Hay mucha diversidad y te encuentras a mucha gente de tu propio país, y eso hace que vivir aquí sea muy cómodo”, aseguró Sudip Plama, un joven nepalí residente en Jackson Heights.
Y es que la gran diversidad demográfica y cultural de este distrito se refleja en cada esquina: bancos, locales y restaurantes con trabajadores de distintas razas y nacionalidades, música vibrante y variada, así como panfletos y carteles en el transporte público en una decena de idiomas.
La población de Queens recibe información sobre asuntos de salud, seguridad y procesos electorales en varios idiomas y esto facilita la vida a aquellos residentes que no dominan el inglés, como es el caso de Irina Saduakasova y su marido, Pirjas, que emigraron desde Kazajistán hace 14 años.
“En las farmacias, los restaurantes y los hospitales, siempre hay alguien que te atiende en ruso o que puede traducir, y eso hace que sea muy fácil vivir en esta ciudad”, subrayó Saduakasova.
La pareja pertenece a la gran comunidad de expatriados de antiguas repúblicas soviéticas que reside en los barrios de Rego Park y Forest Hills, en los que el ruso, uzbeko, tayiko, búlgaro, ucraniano y otras lenguas del este de Europa tienen una representación relevante.
Así, para atender a esta demanda, la biblioteca pública de Queens posee una enorme colección de obras en más de 40 idiomas, en la que se incluyen alrededor de 40.000 libros en lenguas del sureste asiático, tales como el hindi, el bengalí, el gujarati (la lengua materna de Gandhi) y el urdu (lengua nacional de Pakistán).
El distrito cuenta además con su propio “Chinatown”, situado en el barrio de Flushing, en el que la mayoría de los residentes son de origen asiático, y donde no sólo se puede escuchar mandarín, sino también dialectos como el cantonés, el shanghainés o el taishanés.
Por otro lado, para encontrar lenguas en peligro de extinción no hace falta recorrer los lugares más remotos del planeta ni visitar pueblos indígenas que no tienen contacto con el mundo moderno, pues basta con explorar la ciudad de Nueva York.
Según la asociación Alianza del Idioma en Peligro (ELA, por su sigla en inglés) , se calcula que la Gran Manzana podría albergar hasta 800 lenguas, algunas de las cuales no han sido documentadas o son habladas por unas pocas personas que viven en Queens.
En este distrito se hablan lenguas amenazadas que podrían dejar de existir en la próxima década debido a los cambios generacionales, como el chabacano (lengua criolla de Filipinas derivada del español) y el bújaro, un dialecto del tayiko hablado por los judíos bujaris, ahora más numerosos en Queens que en su ciudad de origen.
Asimismo, en el barrio de Corona, el mayor enclave de la comunidad mexicana en la ciudad, residen algunas de las pocas familias que aún hablan lenguas indígenas como el zapoteco, el totonaco y el cuicateco, según datos de ELA.
De este modo, Queens es considerada una meca para los lingüistas, donde se mantiene viva la historia, la cultura y la identidad de pueblos muy diversos y, al mismo tiempo, un lugar en el que muchas lenguas minoritarias luchan por sobrevivir.