La mesa redonda “Del papel al pixel. ¿Hablamos el mismo idioma?” ha sido hoy la primera del IX Seminario Internacional de Lengua y Periodismo “El español del futuro en el periodismo de hoy”, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (Fundéu), impulsada por la Agencia EFE, patrocinada por el BBVA y asesorada por la Real Academia Española.
Seis informadores relacionados con el periodismo en internet han reflexionado sobre cómo se informa en la red y los cambios que ello ha introducido en el periodismo, algunos de los cuales han alertado de los “peligros” de este nuevo formato periodístico y otros han incidido en sus bondades.
Alfonso Armada, editor y director de la revista Fronterad y director del máster de periodismo de ABC, ha considerado que todos los periodistas al escribir en la red, “en cierta medida, se convierten en empleados de Google”, ya que se busca que las noticias sean reconocidas en este buscador y “escribir para una máquina tiene el peligro del empobrecimiento”.
Ha reprochado que el periodismo digital tenga “como un nuevo mantra”, la brevedad, que es “ un harakiri patético” porque se da por hecho que se escribe para lectores que han dejado de leer y se hacen periódicos para “unos lectores en fuga, a los que no les gusta leer”.
La periodista Martina Bastos, Premio Don Quijote 2013, ha defendido, por su parte, que “lo que no interesa es el mal periodismo y no se puede medir la calidad por la extensión”.
Cree que “todas las reglas para escribir bien en internet son las mismas que en papel” porque “la concreción, no repetir ideas o hacer párrafos cortos vale en ambos casos” y “si se ha extendido la idea de que en internet se escribe mal es porque los que no cuidan el lenguaje antes no publicaban nada y ahora son visibles”.
Frente a esas ideas, Virginia Alonso, vicedirectora del Grupo 20 Minutos, ha defendido el “periodismo fácil para el lector”, que “es más difícil de hacer que si se escribe largo” porque exige “concreción y descripción a la vez”.
Internet, para ella, ha producido “la descomposición de los géneros periodísticos”, ya que “las noticias han pasado a ser un solo mensaje y han nacido formatos”, como contar un hecho minuto a minuto, con lo que “el periodista debe saber descomponer la información y volver a componerla” y el producto final parece “un periodismo fácil porque se lee bien, pero es muy complejo”.
El mexicano Francisco Santiago, director editorial de eluniversal.com, ha llamado la atención sobre el cambio en el trabajo de los editores, que “ahora deben trabajar con audio y vídeo a la vez de los textos” y “hacer su función para periódicos de papel, digitales y para redes sociales”.
“Pero nada es efectivo si detrás no hay un texto redactado de la forma adecuada”, ha subrayado, en especial en el caso de los medios digitales porque “una frase incoherente, la omisión de una letra o cualquier error gramatical puede socavar el prestigio del medio”.
La argentina Marilin Gonzalo, editora de tecnología en eldiario.es, ha lamentado que los periodistas hayan sido de los últimos en llegar a internet y ha reclamado a quienes escriben en medios digitales que aporten el contexto de la noticia.
“Cuando se compra un periódico de papel se va a por uno en concreto y se busca un contenido, mientras que en la red se navega, se salta de un medio a otro, de una noticia a otra con poco tiempo” ha dicho, por lo que “hay que ofrecer al lector una fórmula para que conozca lo anterior”.
El experto en medios digitales Markus Steen ha incidido en que ahora, principalmente, “la gente tiene un tiempo limitado para leer” y, “quizá, hay que repensar la forma de producir los contenidos”.
Y ha puesto como ejemplo la premisa de Google de buscar siempre “contenidos únicos, originales y concretos” para que sean detectables por el buscador, algo que “muchos demonizan, pero que a mí me ha hecho esforzarse para escribir bien”.
El director general de Fudéu BBVA, Joaquín Muller, ha considerado que el cambio experimentado por el periodismo “no es una cuestión tecnológica, sino de estilo de vida” porque “cada vez falta más tiempo y eso hace que se lea rápido” y que “se diferencie entre la información, que da una respuesta a la curiosidad inmediata, y la literatura o la gran lectura, que ya es la crónica”.