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La SNC busca también preservar sitios históricos como el escenario de la batalla de Acosta Ñu, ahora bajo amenaza debido a que una empresa extrae arcilla de la zona.
El campo de Acosta Ñu, en el departamento de Cordillera, es una superficie de unas 1.600 hectáreas que el pasado marzo fue declarada como patrimonio natural, cultural y arqueológico por la SNC. En este espacio tuvo lugar, el 16 de agosto de 1869, una batalla entre el Ejército paraguayo y las tropas brasileñas, en la que los paraguayos fueron derrotados, y contaron entre sus bajas a numerosas mujeres y niños, razón por la que se la conoce como “la batalla de los niños”.
En el terreno trabaja una empresa dedicada a la extracción de arcilla para proveer a las cercanas olerías de la localidad de Tobatí, donde se desarrolla alfarería tradicional y fabricación de tejas. La extracción de arcilla supone “un riesgo enorme” de que se haya removido una tierra que podría contener vestigios arqueológicos de la batalla de Acosta Ñu, como proyectiles, e incluso restos humanos, explicó a Efe el historiador Carlos Von Horoch, que trabaja en la zona junto a otros técnicos de la SNC.
“El trabajo arqueológico es siempre muy cuidadoso. Al encontrar los vestigios, se cataloga la forma exacta en la que fueron encontrados. Por ejemplo, si se encuentra un proyectil de cañón o una bala, para saber de dónde fueron disparados, y hacia dónde”, explicó Von Horoch. Sin embargo, con la remoción de la tierra por parte de empresas, los vestigios “no quedan en su estado original y no puede entenderse la situación en la que fueron utilizados”.
Los trabajos podrían haber afectado además la conservación de restos humanos de los combatientes fallecidos en la batalla, que podrían “haberse perdido o quedado completamente esparcidos”, debido a que, según Von Horoch, “no se sabe dónde fueron enterrados o si hubo una fosa común en la zona”. Según los cálculos del historiador, en la batalla de Acosta Ñu participaron unos 5.000 paraguayos, de los cuales entre 300 y 500 eran mujeres que ejercían como enfermeras y cocineras, y aproximadamente 800 eran menores de 16 años.
Von Horoch matizó que la presencia de menores era habitual en los Ejércitos de la época, y puntualizó que las fuerzas paraguayas abatidas en este episodio no tenían como finalidad el combate, sino brindar apoyo logístico a los soldados. Establecer con exactitud la participación de niños, adolescentes y mujeres en la batalla de Acosta Ñu es una de las prioridades de los arqueólogos de la SNC, que trabajan en el terreno en busca de restos óseos cuyo estado de conservación permita determinar su edad.
Estas tareas se ven obstaculizadas por la extracción de arcilla, y porque la empresa responsable se niega a permitir el acceso a los técnicos de la SNC a un sector del terreno, por lo que la Secretaría presentó una denuncia ante la Fiscalía, expresó el titular del ente, Fernando Griffith. “Hicimos una denuncia porque no podemos ingresar al campo para realizar tareas arqueológicas. Es un campo de más de 1.600 hectáreas. No todo está bajo el dominio de la empresa, pero aproximadamente un 30% hoy está siendo usado para sacar lodo. La empresa no permite el ingreso (a ese área), y la dueña no aceptó dialogar con nosotros”, relató Griffith.
El titular de la SNC aseguró que la posibilidad de que el Estado expropie a la empresa parte de este territorio “está contemplada en la ley de patrimonio”. Sin embargo, matizó que “no es intención del Estado expropiar los sitios históricos en manos de terceros, sino protegerlos”.
Con la declaración patrimonial, el escenario de la batalla de Acosta Ñu se sumó a otros lugares emblemáticos de la Guerra de la Triple Alianza, como la fortaleza defensiva de Humaitá (sur) o el enclave montañoso de Cerro Corá (norte), que la SNC considera importante conservar para mantener la memoria de la contienda.
Durante la Guerra contra la Triple Alianza, que le enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay, Paraguay perdió a cerca de la mitad de su población, quedando una relación de cuatro mujeres por cada hombre, de acuerdo con los cálculos más aceptados por los historiadores.