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SEVILLA, España (EFE). "Era imposible imaginar esta perspectiva tan hermosa cuando empezamos y ganábamos unos pesitos, suficientes para gastos menores”, añadió Maronna de aquellos años en los que él, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich siguieron a Gerardo Masana, fundador del grupo.
Carlos Núñez ha explicado que Masana tuvo entonces “un chispazo genial”, el de ejecutar piezas del repertorio clásico con “instrumentos informales”, fórmula que, por primera vez, se la aplicaron a “La pasión según san Mateo”, de Bach, pero con la letra de un prospecto de laxante y conformando una orquesta de serrucho, guitarra que se tocaba al revés y tubos de ensayo que se soplaban.
A esos se han ido sumando otros instrumentos, concebidos y fabricados por ellos, hasta llegar a 40 en este medio siglo, alguno de los cuales han sufrido modificaciones, como el campanófono flagelante –“la diferencia es que ahora el flagelado es el público”, han matizado–, del que sacarán acordes en esta gira, que terminará en la ciudad de Mérida (oeste) el 29 de este mes.
–Es maravilloso terminar en un teatro romano, podríamos hacerlo con “El teorema de Tales”.
–¡Que era griego. Bueno, Tales era una polis griega, pero estaba en la costa de Turquía...
–Pues entonces lo haremos en un teatro turco.
–¿Alguien habla griego aquí...?
Así ha transcurrido la conferencia de prensa de Les Luthiers en el Teatro de la Maestranza, con sus miembros haciendo gala de humor e inteligencia, incluso al responder preguntas que no eludían el lugar común, como la que se interesa por la lozanía del grupo tras cincuenta años de actividad.
–Nadie se ha dado por aludido. ¿De qué lozanía hablamos? No hemos entendido... –ha contestado Mundstock, quien, cuando han cesado las carcajadas ha seguido casi en serio–. Como grupo estamos muy orgullosos. Es por la alegría que nos da hacer esto y que haya tanta gente que nos ha seguido durante tantos años. Eso, aparte de tres horas de gimnasia cada mañana.
Unas palabras a las que Maronna ha añadido una cita de Fellini: “Los payasos envejecen bien”.
Sobre cómo resulta la relación entre los miembros de Les Luthiers, después de tantos años, han respondido: “No nos hablamos, salvo en las ruedas de prensa”.
Una respuesta matizada por Carlos López: “Disfrutamos del aplauso y de la risa; y valoramos las aportaciones del otro, como si fuese un círculo virtuoso”.
Mundstock explicó la virtud del humor de Les Luthiers: “La risa no depende de los tiempos; desde un principio nos gustó hacer un humor intemporal y lo contrario de local –decir universal es demasiado pretencioso–. Hacer un chiste con el político que está en la portada del periódico es fácil”.
Y ha puesto como ejemplo la pieza sobre el Himno Nacional, que ya cuenta con más de veinte años y, sin cambiarle una coma, sigue haciendo reír al público.
“Hemos aprendido el oficio, y ampliado un poco nuestros temas; empezamos con la parodia de la música clásica, luego incorporamos tango y bolero, y después introducimos el componente teatral, y ese ha sido nuestro crecimiento; pero ese componente teatral siempre en relación con la música”, explicó Mundstock.