El estreno ahora de su adaptación al cine promete avivar el fenómeno.
Todo indica que la película Cincuenta Sombras de Grey, protagonizada por Jamie Dornan y Dakota Johnson, que se estrena en la semana de San Valentín, seguirá la estela de las novelas de E.L. James, en la primera de las cuales está basada la cinta.
Dirigido por Sam Taylor, el filme producido por Universal Pictures hará su puesta de largo el 11 de febrero, en la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Dornan y Johnson se meten en la piel de Anastasia Steele y Christian Grey, los famosos personajes creados por la británica E.L. James, seudónimo de Erika Leonard.
De origen chileno-escocés, James escribió en 2009 el primer libro de su trilogía, Cincuenta sombras de Grey, al que siguieron Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas. Esta clásica historia de amor, aunque con tintes sadomasoquistas, se ha traducido a más de una cincuentena de idiomas y ha vendido en todo el mundo más de cien millones de ejemplares.
Seis de esos cien millones corresponden a los libros vendidos de la trilogía en castellano (cuatro millones en España y dos millones en América Latina), puntualiza la directora editorial de Grijalbo (Penguin Random House Grupo Editorial), Ana Liarás.
Para Liarás, el gran logro de James fue fundir en un solo género la novela romántica y la erótica, modernizando la primera y sacando del armario a la segunda, al tiempo que daba profundidad psicológica a los personajes y un ritmo muy visual y cinematográfico.
Liarás tuvo la agudeza y la suerte de hacerse con los derechos en español, “por no mucho dinero”, en marzo de 2012, cuando el fenómeno empezaba a despuntar en internet en formato de libro electrónico. La alerta la había recibido poco antes de los “cazadores” de tendencias del grupo Random House en Estados Unidos, donde una editora tuvo conocimiento de la existencia de Cincuenta sombras por las madres del colegio al que llevaba a sus hijos.
De ahí surgió al principio la etiqueta “porno para mamás” para hablar de este tipo de libros, una denominación que Liarás considera “inapropiada”, ya que permanece en el terreno “erótico”. Como también rechaza las críticas y denuncias de que Cincuenta sombras fomente la violencia contra las mujeres, pues Anastasia Steele “nunca es forzada” por Christian Grey a “hacer algo (sexualmente) que ella no quiera”, argumenta.
“Se trata de sexo consentido, no se hace apología de nada”, insiste la directora editorial de Grijalbo. “Francamente”, confiesa, “nunca imaginé que esto se convirtiese en lo que se ha convertido. Sabía que tenía algo bueno en las manos, que es lo que buscamos todos los editores, algo que nos sorprenda y que marque tendencia”.
Desde que Cincuenta sombras salió en 2012, la fórmula acuñada por James de joven millonario y dominante conoce a chica guapa y sumisa con la que explora todas sus pasiones en escenarios de lujo ha sido explotada hasta la saciedad por otras autoras. En el mercado editorial en español, la más seria competidora de E.L. James es la estadounidense Sylvia Day, que ya va por la cuarta parte de la serie Crossfire, Cautivada por ti, que también adereza una historia de pasión con escenas de alto voltaje, aunque esta vez el escenario se traslada a Nueva York.
Con veinte novelas en su haber, Day sigue los pasos de James también en el terreno audiovisual al lograr vender los derechos de Crossfire a una productora que hará una serie de televisión sobre la tórrida historia de amor entre Gideon Cross y Eva Trammell. Mucho más atrás, aunque destacadas del pelotón de autoras de novela erótico-romántica pedalean la española Megan Maxwell, la estadounidense Julie Kenner o la británica Jodi Ellen Malpas. Se trata de un nicho de mercado, con lectoras “adictas” a un género que para ellas es una “droga”, dice la editora de Esencia y Zafiro (Grupo Planeta), Esther Escoriza.
Las editoriales tratan de sumarse al efecto Cincuenta sombras, aunque hay quienes hablan ya de cierta saturación de estas nuevas “barbaras cartland” subidas de tono. Literatura popular para caldear, también, el alicaído mercado editorial.