Ediltrudis Noguera y Julia Isídrez, manos que moldean la cerámica paraguaya

Ediltrudis Noguera y Julia Isídrez son dueñas de las manos que moldean la cerámica paraguaya y que con sus piezas han conseguido que la artesanía popular del país adquiriera renombre internacional y un mayor reconocimiento entre sus compatriotas.

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Aunque trabajan por separado, Noguera en Tobatí, a 63 kilómetros de Asunción, e Isídrez en Itá, a 35 kilómetros de la capital, su pasión les ha impulsado a llevar juntas su obra fuera de Paraguay y también les ha servido para que la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) premiara este año su labor con el reconocimiento Honorífico Carlos Colombino, el mayor galardón concedido por esa cartera.

Ambas mostraron el pasado viernes sus trabajos en la Feria de Arte Popular e Indígena, que abrió sus puertas por un día en Asunción.

Noguera e Isídrez comparten profesión, pero también trayectoria, ya que ambas proceden de familias de ceramistas de las que heredaron el arte y el oficio de dar vida al barro. “Yo salí de la escuela a los 13 años y desde ahí hasta ahora, tengo 53 años”, comentó Noguera a Efe, durante la Feria de Arte Popular e Indígena.

Enfrente de ella, Isídrez, también rodeada de sus creaciones, contó una historia similar. “Soy hija de la ceramista famosa Juana Marta Rodas, y yo soy la última de la familia que usa esta técnica”, apuntó Isídrez. Esta mujer de ojos claros y manos curtidas en el barro explicó que trabaja “en el barro negro” y después lo pinta “con arena roja especial” que permite que sus platos se puedan utilizar en la mesa “porque no tiene químicos, solo barro negro y arena roja”.

Su inspiración la encuentra en “animales raros”, aunque reconoce que no hace “igual todo el tiempo”. “Suelo cambiar, cada barro que agarro moldeo de diferente forma”, confesó esta mujer a la que Carlos Colombino, reconocida figura del arte paraguayo, se refirió como “una artista”, como recordó ella misma.

Sus piezas zoomorfas nutren la colección de la Fundación Cartier, en París, donde además se pueden encontrar obras de su madre.

La obra de Noguera también ha salido de las fronteras paraguayas y ella ha recibido invitaciones particulares de Alemania, Chile o Guatemala, país al que acudió en representación de Paraguay a un encuentro “entre los mejores maestros de Latinoamérica”.

La ceramista de Tobatí plasma en sus piezas de “barro negro moldeado a mano” tanto humanos como animales. “Me inspiro en las mujeres y en las caras, saco toda la inspiración de cómo somos. Ahora también hago figuras de animales, ya sean caballos, toros, oso hormiguero, armadillo, tortuga”, expresó.

Las obras de Isídrez y Noguera pueden tardar en estar listas una semana, si son artículos pequeños, aunque el tiempo se puede demorar hasta tres meses cuando se trata de creaciones de mayor tamaño.

A pesar del reconocimiento de la SNC y del apoyo de esta institución y de otros organismos del país, ambas reclaman mayor atención para la artesanía paraguaya. “Estamos procurando siempre llevar adelante el arte popular de Paraguay”, afirmó Noguera, en un plural que incluía a Isídrez. Esta, por su parte, se acordó de los artesanos menos conocidos y con situaciones “un poco complicadas”.

“Compramos leña, compramos barro, tenemos que comer, pagar nuestro gastito y es muy poco lo que nos deja la artesanía”, lamentó Isídrez. La Feria de Arte Popular e Indígena quiso convertirse hoy en un homenaje a esos pequeños artesanos paraguayos que viven del trabajo de sus manos, ya sea con la cerámica, la cestería o el textil. En la muestra tomaron parte artesanos de los pueblos qom, yshyr ybytoso y nivaclé”.

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