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Celso Aurelio Brizuela nació en Guairá el 28 de julio de 1942. No se amoldó a lo que la sociedad catalogaba como “lo correcto”, quizá molestaba más por su rol de «comunicador social» y sus canciones testimoniales. Falleció hace un año en su domicilio, en Luque, el 15 de diciembre de 2012.
Nunca asumió ideologías. Se consideraba ácrata: sin dios ni amo. “No en el sentido anarquista (que es sinónimo de caos), pero para mí es el autogobierno y la no necesidad del Estado, pero ello requiere un nivel cultural elevado”, sostenía.
Por donde quiera que pasara, jamás lo hacía de forma desapercibida. Vestía de negro argumentando que el color de sus prendas iba mucho más allá de ser un rockero; se debía “a que la sociedad estaba de luto (debido a la corrupción y la podredumbre existente en el poder)”.
Paseaba de forma veloz pero segura en una motocicleta a la cual llamó “Rocinante”, que lo acompañó, sin dudas, en muchas de sus aventuras, tertulias, manifestaciones, ponencias, exposiciones, debates y puestas teatrales.
Recibía en su casa —ubicada en la ciudad de Luque— a alumnos, docentes, amigos, conocidos y desconocidos, de forma solícita y atenta. Su biblioteca era visitada asiduamente por quienes buscaban indagar no solo sobre literatura sino también sobre historia, biografía, política, filosofía y otros temas.
También estaban los que simplemente “caían” al paso para aplacar la sed con un poco de tereré y, sin dudas, salían enriquecidos al entablar conversación con Swann. Aprendían algo nuevo escuchándolo, estando o no de acuerdo con sus ideas. Las posturas podían ser divergentes con él, lo que no culminaba en enconos pueriles ni en distanciamientos prejuicios. Pero eso sí: si entablabas “conversa” con él, estabas sujeto a ser blanco de ironías y sarcasmos, lo cual había que saber sortear.
También don Augusto Roa Bastos visitó la estepa swannesca e incluso, como todo amante de la buena literatura, no dudó en escudriñar la biblioteca. Pidió prestado el libro “Evangelios apócrifos”, a lo que el “Abuelo del rock” replicó: “‘Es un tonto el que presta un libro, pero es doblemente tonto quien lo devuelve’. Mas, correré ese riesgo”. El mencionado libro, hoy en día, se encuentra en los anaqueles de la vivienda luqueña.
Conocer a Celso dejó vestigios imborrables en la memoria y en la vida (por qué no atinar a decirlo) de quienes lo conocieron a profundidad.
El multifacético artista asumía una “postura digital” al presentar sus libros online para quien quiera leerlos, de modo gratuito, en la página web www.tetraskelion.org, en la cual se encuentra su biografía, ilustraciones, textos inéditos que incluyen ensayos, novelas, cuentos, poesías, fotografías, imágenes futuristas, humor gráfico, entre otros.
“Razone$ de E$tado” —lanzado en el 2005 en la Manzana de la Rivera junto con su disco Trova salvaje— fue su primera novela impresa, en la que el autor plantea un análisis político a través de la ficción. Obra que versa, entre otros temas, sobre el manejo de los imperios, el trasfondo de las guerras, la dictadura stronista, el terrorismo de Estado, la lucha por los recursos naturales no renovables, las violaciones a la soberanía de los países, las logias secretas, narrados desde la prosa inquisitiva de Swann.
En el año 2009, el sello Alfaguara publicó el libro Nueve cuentos nuevos, destinado a un público juvenil, en el cual se incluían a tres escritores diferentes: Chester Swann, Emilia Piris Galeano y José Pérez Reyes.
En cuanto a su obra inédita, en una entrevista, Sharon Kaye Weaver, nos dice que le gustaría que se editasen dos de sus libros: “Los dioses pueden morir” —novela que recoge escenas de la historia de la humanidad y tiene por escenario a diferentes continentes, sumergiéndose de ese modo en diversas culturas. La narración se inicia en la Era Prehistórica desde la perspectiva de un chamán hasta culminar en los tiempos modernos.
Los desplazamientos se realizan por medio de viajes astrales, en las cuales, el protagonista de la obra, se desprende de su entorno inmediato— y “Letanías blasfemas para una virgen profana”.
Emilia Piris Galeano
De Chester Swann me impresionó su don de gente, su gran facilidad para establecer lazos amistosos. Cuando lo vi por primera vez, me incluyó inmediatamente en el círculo de comunicación y me hizo sentir como una amiga antigua.
Luego pude apreciar su admirable espontaneidad, sobre todo cuando tuvo que dirigirse a un numeroso público; ocasiones en las que lograba una comunicación muy efectiva con sus oyentes.
Y así lo recuerdo: como un ser espontáneo, cordial y que, en todo momento, transmitía ideas creativas.
José Vicente Peiró Barco
Chester Swann es el prototipo del gran artista pop en el Paraguay. polifacético, infatigable,
entusiasta. Creador porque creía. Compositor por vocación. Hombre de la cultura por amor a la inteligencia.
El hombre que parece ser un outsider de esta sociedad en la que es casi imposible poder ser novelista y músico a la vez, porque así nos lo dictan el poder cultural y lo consuetudinario. ¡Y viva quién es diferente!
Como escritor, Celso Aurelio Brizuela creó una narrativa heredera de Arthur C. Clarke, Isaac
Asimov, Theodore Sturgeon y Hugo Gernsback; de los grandes maestros de la ciencia ficción contemporánea. Pero no hay que olvidar que sus relatos están fuertemente unidos a las bellas ilustraciones pop art de sus libros hasta formar un matrimonio perfecto. Avanzó hacia una dimensión futurista que iba más allá de aquel relato de anticipación que introdujera en el Paraguay de forma continua, en 1980, Osvaldo González Real, dado que pretendía construir mundos nuevos para intentar ir a la raíz de nuestra sociedad.
Siempre nos advirtió que el hombre no debía olvidarse de serlo.
Debía evitar la dependencia excesiva de la tecnología y la vida artificial. Por otro lado, Celso apostó por un espacio urbano para representar la sociedad cibernética. Pero la evolución debe sujetarse al humanismo cuyo mejor exponente es la creación cultural.
Un jueves de noviembre le escribí un correo electrónico para enviarle la corrección de unas pruebas de imprenta. Tenía que enviarme su autobiografía: debía contar de forma desenfadada su propia vida en pocos párrafos. Culminó con la siguiente frase: “Su deceso aún no ha sido confirmado, pero daremos a conocer oportunamente fecha, hora y lugar”.
No me lo comunicó.
Rolando Chaparro
Chester fue uno de los compositores más grandes que tuvimos. Trabajamos juntos en algunos experimentos musicales, coincidimos en shows. Fue un honor y un lujo hablar con él sobre política y temas existenciales. Fue un héroe para mí, un filósofo y un sabio en sus apreciaciones a favor de las causas justas. Musicalmente, un gran poeta; ello se transmite en la canción “Yo no me arrastro”, escrita allá por los 70.
Quique Calabrese
Con Chester grabamos una versión actualizada de la canción “Yo no me arrastro”. Fue como parte de la banda sonora de la película “Miramenometokéi” de Enrique Collar, en la cual, él también hacía una aparición, recuerdo. Él representaba un gran universo cultural y artístico. Una persona fuera de serie, un vanguardista, tenía un pensamiento con una visión más amplia que el común de las personas; una mentalidad desprejuiciada y que fue incomprendida. Era un librepensador y siempre había mucho de qué hablar con él.
Quien escribe
Una noche de noviembre “me decidí” a conocerlo. Fui a su casa, toqué su puerta y me “autopresenté”. Él, con toda amabilidad —y sin sentirse invadido—, se presentó: “Soy Celso Aurelio Brizuela, pero me agrada más que me llamen Chester Swann, ¿y usted quién es señorita?”.
Fue el inicio de una amistad incondicional. No pasó una semana sin que recibiese un email con sus links, Cartas ciudadanas, otros devaneos u opiniones que él deseaba compartir. Era un comunicador nato, un investigador de tiempo completo, un cibernauta.
Me costó no llorar su partida, al inicio. Porque ese año él me había dicho —repetidas veces, en tono profético quizá—: “Si me voy, no llores; la muerte es un cambio en la forma de energía, nada más. Somos energía que se transforma”.
Te has ido físicamente, pero tu energía sigue aquí: vive en tus libros, en tus canciones, en el recuerdo, en mi mente, en mi alma, en el aire.
In memoriam.
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