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“La Plaza de los Desaparecidos es un símbolo de la memoria ciudadana, la verdad y la justicia en Paraguay, y recuerda a las víctimas del autoritarismo y el terrorismo de Estado promovido por la dictadura stronista del Partido Colorado”.
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Eso recuerda el Centro de Artes Visuales / Museo del Barro, por si algunas personas lo hayan olvidado, ya que se había anunciado que los días 19 y 20 de diciembre se celebraría un mercadillo navideño en la Plaza de los Desaparecidos, pero que para esa ocasión sería llamada “Plaza Navidad”. Todo esto organizado por la Oficina de la Primera Dama (OPD), Leticia Ocampos.
Indignante fue también que el flyer que invitaba al evento, explicaba que el lugar era la “plaza al costado del Palacio de López”, ninguneando por completo el verdadero nombre del sitio.
El centro cultural recuerda que “según la Ley Nacional de Cultura Nº 3.051, la OPD carece por completo de atribuciones para intervenir en políticas culturales del país. Tales acciones constituyen una usurpación de roles que corresponden a la Secretaría Nacional de Cultura, que está obligada a intervenir en casos como este para resguardar la integridad de un patrimonio cultural como la Plaza de los Desaparecidos, al tiempo de trivializar un sitio de memoria indispensable en la consolidación de una democracia comprometida con los Derechos Humanos”.
Asimismo, recuerda que justamente en ese sitio se erige la obra de Carlos Colombino, “Entierro de un (otro) monumento”, de 1996. “Una escultura de Alfredo Stroessner que se encontraba en el Cerro Lambaré, que fue derribada en democracia, cortada en trozos y sepultada entre dos bloques de hormigón, sostenidos a su vez por cabos metálicos”.
La obra en este sitio cobra actual relevancia, en tiempos donde también el arte está siendo perseguido. Recordemos que a finales de noviembre en una feria realizada en esta plaza, la artista Ruth Flores expuso su obra “Tentáculos del poder”.
En ella la artista dibuja a un pulpo cuya cabeza principal es la del dictador paraguayo Alfredo Stroessner, cuyos tentáculos se extienden mostrando las caras de otros protagonistas del régimen como Mario Abdo Benítez (padre), Andrés Rodríguez, Edgar L. Ynsfrán, Alejandro Fretes Dávalos, Sabino Augusto Montanaro, José Eugenio Jacquet, Juan Manuel “Papacito” Frutos y Enzo Debernardi.
Pero en un video que se viralizó rápidamente, se vio a la hurrera cartista Vane Vázquez pisoteando la obra y preguntando su significado, demostrando así su completa ignorancia sobre el arte como vehículo de expresión, protesta y postura política.
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En un país con memoria frágil, con escasas políticas culturales y políticas de memoria, donde la corrupción impera y el stronismo sigue latente, estos hechos significan atropellos a quienes han luchado y siguen luchando por la democracia. Estos son intentos por callar al pueblo e incentivan a la desmemoria, porque nos quieren sumisos y dóciles. Peor aún, es una gran falta de respeto a la memoria de las víctimas de la dictadura stronista, a los desaparecidos, a los sobrevivientes y a los familiares que incluso hasta hoy siguen sufriendo.
Y es justamente de las autoridades de quienes uno espera que sienten una postura clara, en defensa de la ciudadanía y sobre todo, de las expresiones artísticas. En un comunicado que salió en la tarde de este domingo, Leticia Ocampos expresó que “en ningún momento se cambió el nombre oficial” de la plaza, “un espacio de profundo significado histórico y simbólico para la memoria ciudadana, la verdad y la justicia en Paraguay”. Dijo que el evento “Plaza Navidad” fue una acción puntual y que no buscaba afectar la identidad del sitio.
No obstante, no es una acción para tomarla a la ligera, porque de ningún modo se puede menoscabar el nombre de este sitio por todo lo que representa. Hechos como este significan una falta de respeto y en la comunicación del evento debía subrayarse que se trata de la Plaza de los Desaparecidos.
Una famosa frase dice que “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, pero gracias al arte, obras de artistas de diferentes generaciones como Carlos Colombino y Ruth Flores, nos siguen mostrando el camino, iluminado la poca esperanza que aún queda para combatir la desmemoria.