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El Toro de Pucará, originario del distrito de Pucará, de la Región Puno, es un objeto cerámico que se ha convertido en un símbolo de la expresión cultural ancestral y ha sido reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación por su importancia en la identidad andina del sur del Perú.
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La muestra “Toro Itinerante de Pucará” busca promover y difundir la rica tradición artesanal de Pucará, resaltar el valor artístico del torito y fomentar el turismo en la región, apoyando al mismo tiempo a los artesanos locales en la comercialización de sus obras.
La muestra, que ya ha recorrido varias ciudades del Perú y el mundo, está vigente desde el año 2021 y llega a nuestro país de la mano de la Embajada del Perú en Paraguay con el apoyo de la Manzana de la Rivera.
Es un proyecto cultural desarrollado por la Oficina Desconcentrada en Puno del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, en colaboración con la Municipalidad de la “Leal Villa de Pucará” y diez asociaciones de artesanos pucareños que agrupan a más de 500 ceramistas que cultivan y mantienen viva esta ancestral tradición alfarera.
En Asunción, la muestra estará abierta al público del viernes 15 al jueves 28 de noviembre en la Casa Castelví del Centro Cultural de la Ciudad Carlos Colombino, Manzana de la Rivera con entrada libre y gratuita para todo público, en horario continuado de lunes a viernes de 8:00 a 20:00, sábados de 8:30 a 18:00 y domingos de 9:00 a 17:00.
Orígenes históricos del Torito de Pucará
Su historia se remonta a tiempos precolombinos y refleja un proceso de mestizaje cultural que combina elementos de las tradiciones andinas e hispánicas. Inicialmente, eran representados de manera rudimentaria, con un diseño sólido y sin adornos. Con el tiempo, estas figuras se adornaron y adquirieron un significado cultural importante.
Los artesanos de Pucará comenzaron a crear figuras de toros en respuesta a la introducción de ganado por los colonizadores españoles. Antes de esto, las figuras cerámicas eran principalmente representaciones de camélidos, como llamas y alpacas, que tenían un significado ritual importante. Sin embargo, dichas figurillas fueron prohibidas por los conquistadores españoles por considerarlas fuente de idolatría, obligando a reemplazarlas por la figura de los toritos para las ceremonias en tiempos de carnaval.
A partir del año de 1925, en Pucará ya se realizaban las fiestas de la Navidad y las tardes taurinas en la plaza principal del pueblo, donde los curas al ver las primeras corridas de toros motivaron a los ceramistas a que, no solamente elaboren los toritos sencillos y llanos, sino también, pongan algunas indumentarias que se usaban en el cuerpo del toro de lidia. Incluso, se dictaron algunos cursos en la parroquia con ceramistas españoles para que los toros llevaran una cruz en la frente y las enjalmas en el lomo. Así nació el famoso “Torito de Pucará”.
Dentro de la cosmovisión andina, el Toro de Pucará es considerado un guardián que aleja las malas energías y promueve la paz y la prosperidad. La figura se coloca comúnmente en los techos de las casas como un amuleto protector. Siempre está presente en las ceremonias rituales y las fiestas del “Pujllay” o el carnaval; de igual forma, en las actividades y ceremonias de la Santísima Trinidad, que es la fiesta del ganado vacuno en el Perú andino.
En sus orígenes, servían como cántaros o cantimploras para llevar líquidos o algún aguardiente. Dentro de la manifestación andina y la percepción de los pobladores del altiplano, dos toritos puestos en el techo de las casas representan la dualidad, unión y felicidad en el hogar.
El Toro de Pucará es un símbolo profundo que encapsula la rica herencia cultural del altiplano peruano y continúa siendo un elemento vital en las tradiciones contemporáneas.