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“Mi escuela es la clásica, siempre fue, pero también tuve una base folclórica y de tango”, es como Eduardo Yedro, argentino radicado en Chile, intenta resumir su espíritu artístico. Pero en realidad, uno puede notar su calidad creativa, su deseo inquieto y su traspirar arte tan solo sentándose a conversar con él.
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Fue así que este amante de toda expresión artística habló con ABC Color sobre lo que le trae nuevamente a Paraguay, que es el estreno de su versión de la obra “La viuda alegre”, que subirá a escena desde hoy en el Teatro Municipal “Ignacio A. Pane” (Pdte. Franco e/ Chile y Alberdi).
Más de 50 bailarines en escena presentará este espectáculo, que gira en torno a Hanna Glawari, una viuda heredera de una importante fortuna. En la Embajada de Pontevedro, en París, se urde un plan para que la fortuna de Hanna salve al país de la bancarrota: buscarle un esposo pontevedrino y así evitar que se case con un francés.
Yedro ya tiene relación con esta obra pues la bailó tanto en Chile como en el Teatro Colón de Buenos Aires, a comienzos de la década de los ‘90, en la versión creada por Roland Hynd. Pero ahora recibió el desafío de traer de nuevo la obra a su mente pero para crear su propia versión para el Ballet Clásico y Moderno Municipal. “Hay dos versiones en el mundo, esta es la mía”, dijo con una gran sonrisa de satisfacción.
“Yo tengo lindos recuerdos con esta obra cuando la bailé (con el Ballet de Santiago), con dirección artística de Marcia Haydée. Lo difícil de esto es tener en mi cabeza todo lo que había hecho y transformarlo”, pensó. “Lo que se renueva en este caso es la parte coreográfica y la puesta en escena. Yo seguí respetando la época donde todo transcurre”, explicó, pues había un vestuario de Ricardo Migliorisi que querían utilizar, y la música sigue siendo de Franz Lehár.
Un “espíritu muy especial”
Pero la cosa se pone fácil para Yedro cuando se encuentra de nuevo con el BCMM, una compañía con la que ya trabajó en “30 y Tr3s Horas Bar” (2011 y 2016). “La primera vez que vine me encontré con una compañía como la encuentro hoy, divina, con unas bailarinas muy fuertes que admiro. Uno espera que a la vuelta eso decaiga y no pasó, hace 7 años que no venía y están las que estaban hace tiempo y están en excelente estado y están las jóvenes que son una potencia bárbara, los hombres también: Abel, Juanjo, Ricardo, Fede; es una compañía con un espíritu muy especial. El material humano es muy bueno”, resaltó.
En ese sentido, detalló sobre su forma de trabajo. Para él es importante ver al bailarín y reconocer qué tiene para dar, además de la técnica. “Al inspirarme en cómo te tienes que mover y qué tienes que interpretar va saliendo lo que sé que te puedo sacar a ti. Trabajo el movimiento para ver qué queda mejor con tu cuerpo y tu técnica”, profundizó el coreógrafo, quien también destaca el trabajo de su esposa Pamela Figueroa, su mano derecha y principal cómplice artística.
La obra, que se desarrolla en clave de comedia en plenos años 50, “necesita mucha interpretación, entonces la parte actoral la trabajé mucho porque no es un ballet muy marcado, hay otra sensibilidad, es más una comedia que es difícil de trabajar”, expresó Yedro, quien aprendió a ser “un bailarín actor” ya que también se desempeña como director de musicales, estando incluso próximo a salir de gira con “Mamma Mia!” por diferentes ciudades de Chile. “Ver también intérpretes muy buenos me dio toda esta base de tantos años. Más actores de musicales que son totalmente distintos. Gracias a Dios pude adquirir el conocimiento a través de hacerlo”, subrayó.
Las artes escénicas en los tiempos que corren
Yedro reflexionó también sobre la importancia de haber bebido de diferentes vertientes culturales en su formación. Se recuerda muy chiquito, a sus 9 años, ya bailando tango. “Era de la pareja más pequeña del mundo en esa época, por eso tenía todos estos recursos y a medida que se me fueron presentando los desafíos pude mezclar lo popular con clásico”, dijo para luego recordar la gran apuesta que fue llevar la historia del libro “La casa de los espíritus”, de Isabel Allende, al formato ballet, así como “30 y Tr3s Horas Bar” con música rock del grupo chileno Los Tres.
Esta búsqueda de algo diferente y disruptivo “se hace hace tiempo pero no en algunos países, porque cuando uno hace una obra tiene que pensar para dónde la dirijo”, detalló, sabiéndose consciente de que hay que saber qué ofrecerle al público. “Siempre se buscaron nuevas formas. Eso sí, se necesita un apoyo económico para sostener nuevas propuestas, o si no tenés que vender lo que el público quiera comprar”, refirió.
Hacia una danza más humana
Si hay algo de lo que Yedro también está seguro es de generar artistas no solo buenos en lo técnico sino también en la parte humana, porque al final la sensibilidad artística es lo que aporta al producto final sobre el escenario.
Pensó en ciertos métodos de formar, como antes, y señaló que hay mucha “manipulación” en algunos ámbitos. “Pero yo siempre fui muy fuerte. Aceptaba todo lo que me quieras enseñar, pero mejor si es en buena forma, si era de mala forma, seas quien seas me daba la vuelta y me iba o no trabajaba. Ahora es otra época, pero sí, existía eso”, mencionó, para luego recordar películas como “Whiplash” o “Cisne negro” que muestran la crueldad de cierta línea académica. “Los que dicen que no era así son los que estaban sumergidos en esa forma y no salen de ahí, es una negación y normalizan”, señaló.
Pero también entiende que para muchos es todo lo que han conocido y una herramienta con la cual se conseguían resultados. “Pero eso habla también de hasta dónde estaba la capacidad. Vos siempre te podés reinventar en lo que vas a hacer. Siempre dije, para llegar a algo hay varios caminos, tenés que saber escoger qué es lo que le hace bien a esa persona, cómo los dos vamos a llegar a un puerto seguro de una presentación buena”, afirmó.
La versatilidad hecha persona
Eduardo Yedro es artista por donde se lo mire, incluso desde la forma en que trae del baúl de los recuerdos sus historias. Todo eso le permite formar un árbol genealógico pero de sus anécdotas, que al final fueron hechos potentes que lo han formado.
Por ejemplo como la vez en que Álvaro Henríquez, de Los Tres, le mostró una canción inédita en una noche cualquiera que para él fue especial, o cuando estando de gira muy pequeño, con su madre, en una cena junto al comediante argentino José Marrone, quien les ofreció hospedaje para que no tengan que volver a su ciudad porque no tenían dónde dormir. O también, cuando se enamoró del folclore gracias a los hermanos Visconti, quienes dieron cátedra de humildad tocando un par de canciones en un bar, a pedido del público. “Yo me crié con esos artistas, con esa cosa que es natural del artista, cero divismo”, expresó.
Gracias a toda esta visión de apertura, incluso hace poco le pidieron crear una coreografía para el rapero chileno-angoleño Polimá WestCoast, para su actuación en el Festival de Viña del Mar de este año. “A veces la élite de lo clásico ve mal estas cosas. Hasta se llegó a decir que lo popular en el teatro no estaba bien visto, pero es una cosa tan cuadrada. Dale al público toda la información, no te cierres en una cosa”, exclamó.
“Me gusta vivir así, compartiendo. La mediocridad por mantener un sillón de trono me enfermó. No me gusta lo acartonado y también lo peor que hay es la inseguridad. Eso es peligrosísimo. En este ambiente hay mucha gente insegura”, dijo este descendiente de italianos, de parte de su madre, y de padre cordobés, quien cerró contundente: “Lo que te avala es tu trabajo. Al final de cuentas tenés que demostrar lo que tenés”.
Las funciones de “La viuda alegre” serán el viernes 27, a las 20:00; el sábado 28, a las 19:00; y el domingo 29, a las 16:00 y 19:00. La temporada seguirá el viernes 3 de noviembre, a las 20:00; el sábado 4, a las 19:00; y el domingo 5, a las 16:00 y 19:00. Las entradas se venden en Red UTS y www.tuti.com.py, desde G. 35.000.