Cargando...
“Un pueblo aislado del Paraguay deberá expurgar a las brujas de su seno para salvar a sus mujeres de una epidemia de empayenamientos. Al mismo tiempo, un grupo de investigadores psicoanalistas y psiquiatras deberá encontrar la verdad y crear una cura antes de que el pueblo se autodestruya. Esta es la epopeya real de un caso de psicosis colectiva que estuvo a punto de destruir una comunidad entera del Paraguay en 1990″.
Lea más: Vuelve el festival “Niñas y niños al teatro”, en la sala La Correa
Esta es la presentación de esta obra de teatro que se basa en un caso real acontecido en Torres-cué, Caazapá. Todo decantó en esta puesta gracias a que el psicoanalista Genaro Riera Hunter, quien trabajó directamente en el caso (junto a su colega Andrés Arce), se acercara a José Luis Ardissone y le planteara que detrás de esto no solo había una historia atractiva para contar, sino que podía ser “una transmisión pedagógica brutal”, según comentó para ABC Color.
Recordó que en la época el caso había sido justamente tapa de este diario, por lo que el ministro de Salud de aquel entonces, Andrés Vidovich Morales, convocó a especialistas para tratar una “especie de locura generalizada de mujeres”, calificada como “urgencia sanitaria”.
“Cuando hicimos el diagnóstico lo llamamos epidemia psíquica, pero no teníamos la solución. Consultamos con nuestro jefe de la escuela psicoanalítica Jacques-Alain Miller, quien nos dijo que nos fijáramos en la génesis del problema, que partió de una experiencia de una joven que tuvo un parto mal concebido y el niño fue enterrado, y nos dijo lo que podíamos hacer”, contó. Lo que finalmente hicieron, podrá verse en la obra.
Encontrando el lenguaje
Todo este caso fue registrado en hojas de estudio, escritas por Riera Hunter y Arce. Tras el visto bueno de Ardissone y una recomendación, estos textos científicos llegaron a manos del joven autor Marco Augusto Ferreira, quien dio vida al libreto.
El contenido del estudio habla de una “intervención psicoanalítica” en la comunidad. “No entendía por qué no se había contado antes”, dijo también en esta charla Ferreira, quien cuando empezó a leer el informe “no podía creer” lo que estaba leyendo y quedó “obsesionado”.
Terminado el primer manuscrito, Ferreira lo pesenta ante Ardissone, quien recomendó a Diego Mongelós como “el único loco capaz de atreverse” a dirigir la puesta. Se reunieron en enero y desde ahí empezó la aventura de montar “Torres-cué: bajo la sombra de una bruja”.
“Partimos de la necesidad de contar la historia fiel a la humanidad de las personas que estuvieron detrás del caso, pero con la libertad necesaria para crear una ficción atrapante que hablara de las temáticas que más nos preocupaban: la salud mental en el Paraguay, las consecuencias humanas, sociales y culturales que tuvo este caso”, detalló el autor de la obra teatral.
Recordó que en una ocasión Genaro había afirmado que esta obra es como una continuidad y un análisis posterior al caso. “Algo que se tuvo que haber hecho 30 años atrás, entonces queríamos abordarlo desde esa perspectiva”, señaló Marco Augusto.
“Cuando José Luis me pasó el texto enseguida dije sí, quiero dirigir esto”, contó por su parte Diego Mongelós, quien tuvo el gran desafío de “establecer una puesta en escena a partir de lo que está queriendo contar Marco Augusto, lo del factor humano de los protagonistas de este suceso”, remarcó el director.
Al respecto, el autor expresó que si bien se tomaron libertades creativas a partir de los personajes, todo es en favor de la historia. Indicó que también los nombres de los personajes son casi los mismos de los informes, por lo que es “una suerte de homenaje a los personajes reales, las mujeres, la asistente social Cristina, Genaro y Andrés”, señaló.
En busca del elenco ideal
Una vez asentada la historia, había que encontrar el grupo humano indicado para encarnar esta historia. Los elegidos fueron Techi Pereira, Pablo Ardissone, Arturo Arellano, Ruth Ferreira, Tania Foschino, Félix Medina, Jazmín Mello, Alma Quiñónez, Vicky Benítez y Sol Bordón. Actores de diferentes generaciones y trayectorias, quienes lograron conformar el equipo ganador.
Pablo Ardissone es justamente quien encarna a Genaro Riera Hunter. “Cuando me tocó introducirme a la obra con su personaje no hubo la intención de tratar de copiar nada porque o si no íbamos a entrar en cuestiones subjetivas, pues condiciona que conozcas”, dijo sobre interpretar a un personaje vivo y cercano.
Al respecto del elenco, reconoció que “el grupo humano es fantástico” y que incluso está trabajando por primera vez con varios de los actores. Afirmó que “el trabajo siempre es placentero, más allá de las oscuridades que pueda tener una obra”. En ese sentido, pudo tener libertad “dentro de ciertas orientaciones, encontrándole un color al personaje”.
También reflexionó sobre cómo cada personaje permite al actor conocerse mejor a sí mismo, porque “te aporta por lo menos una nueva lectura sobre ciertos temas”. Dijo que su personaje en esta obra “habla de la empatía y creo que el actor es un ser, en general, bastante empático por la naturaleza misma de nuestro trabajo, que nos obliga a tener la mirada personal que tenemos sobre todos los temas porque cada uno las tiene”.
Mongelós, en tanto, elogió el trabajar con “un elenco de grandes actores”, a donde después de mucho volvió a sumarse Techi Pereira, “que hace rato no estaba en las tablas, es un pecado que no haya continuado porque es una maravillosa actriz; todas son personas de mucho oficio y gran trabajo profesional, pero sobre todo con muchas ganas y compromiso”.
Acerca del proceso, el director explicó que tuvieron muchas reuniones, se trabajó en diferentes etapas, incluso por diferentes grupos para definir una parte más informativa y luego una más teatral. “Empecé a trabajar en marzo olvidando el texto y trabajando desde lo que nos habían contando para establecer la situación. Fue un proceso de descubrir de qué manera íbamos a contar la obra”, detalló.
Asimismo, profundizó en que la obra “requiere mucha sincronía porque es absolutamente coral, todo está al servicio de todo y se tiene que generar una red energética”.
Celebró el oficio de hacer teatro por la cantidad de aprendizaje que uno gana al trabajar con el ser humano y la vida misma. “Hoy estamos aprendiendo de un pueblo cerca de Caazapá, pero a lo mejor mañana tenemos que aprender sobre física cuántica. Eso es maravilloso, poder construir situaciones muy diversas a lo largo de tu carrera, y es muy importante eso de la empatía, porque trabajamos sobre lo humano y con seres humanos absolutamente emocionales como son los actores”, reconoció.
Lea más: Bajo la estela inmortal de Palito Miranda
Un camino lleno de aprendizajes
Marco: Para mí toda obra nueva es un desafío porque puede llegar a parecer que lo que hice sencillamente fue transcribir el informe a una obra y lo que vas a tener arriba son actores recitando líneas del informe, pero la verdad no es así porque los informes solo muestran la parte técnica, inclusive los ensayos. El desafío estaba en reconstruir los hechos tal como pudieron haber sucedido. Lo que aprendes con este trabajo es que necesitas un tercero que te ayude a ver porque el panorama es gigantesco. Mi editor fue Diego en su rol de director. Era reconstruir la época y el momento. Los informes están subyacentes en la obra, pero al final es el hecho humano reconstruido el gran desafío y no se puede hacer solo. Aprendes con cada nuevo trabajo que cada persona es esencial.
Genaro: Lo que yo aprendí acá son varias cosas, estar de cerca con el escritor, con la dirección, aprendí a explicar porque me han interrogado, eso me ayudó a mí y a Andrés, en un lenguaje claro y directo y no técnico, eso me sirvió porque pude yo hacer una síntesis. Por otro lado, me gustó esto de que una cosa son los informes, pero después hay que darle vida, porque o si no es un congreso donde uno se sienta y lee el trabajo. Participar de la “cocina” de la obra me sirvió mucho humanamente y profesionalmente también. El afecto también después porque se armó un equipo muy interesante.
La actualidad de la obra
Si bien con un poco de pesar pero también con una cuota de optimismo respecto a lo que pueda generar, todos coincidieron en que el tema de la obra, que tiene que ver con la salud mental, sigue muy vigente. Genaro deseó que esta obra pueda ser vista por estudiantes y profesionales de psicología, psiquiatría, psicoanálisis como también por toda la sociedad. También espera lograr llevar la obra a otros países.
“Ver la obra puede ayudar mucho para ver cómo se manejó la experiencia, porque esta epidemia psíquica sigue ocurriendo. Sucede con los suicidios colectivos, con los jóvenes que hacen terrorismo en los colegios, cuando hay olas de feminicidios, con las amenazas, el concepto es actual y vigente”, ilustró al respecto.
Además, dijo que aunque esto haya sucedido en Paraguay “no hay que ver como una cuestión extraordinaria o de excepción” porque “puede suceder en cualquier pueblo, porque hay condiciones que en la obra se van desarrollando”.
Sobre eso, Mongelós también añadió que es imperioso entender que tanto la salud física como la mental están ligadas y es importante cuidarlas por igual, sin hacer de menos a los padecimientos mentales. Asimismo, reconoció que aquí “aparece una reflexión desde el teatro” y que “Torres-cué” es “la oportunidad de presentar al público una propuesta que no concluye absolutamente nada, al contrario, presenta los hechos y llama a una cuestión reflexiva acerca de lo que sucedió; la idea es que a partir de esto comiencen un montón de interrogantes, la gente se pregunte, se cuestione y creo que esa es la función social del teatro justamente”.
Ardissone también aportó sobre el punto, indicando que más allá de la cuestión artística, “no hay que olvidar nunca que el teatro es una poderosísima herramienta para instalar temas, para visualizar problemáticas y eso se cumple a cabalidad con esta obra”.
Vivenciar el teatro y reflexionar
Hacia el final todos invitaron al público a encontrarse con esta puesta que demandó el esfuerzo de un gran equipo de producción, ya sea desde lo autoral, como también lo actoral y lo técnico en cuanto a luces, sonido, escenografía, vestuario y mucho más.
En primer lugar, el director resaltó que esta sea una obra de un autor nacional, lo que lleva a un proceso de “identificación con lo nuestro”. En segundo lugar, planteó que uno podrá ver en la obra muchos elementos que plantean sobre “la religiosidad, las creencias, las tradiciones, la salud mental, la falta de atención y un montón de cuestiones vigentes; estamos hablando tal vez del pasado pero sirve para reflexionar sobre lo que hoy está pasando”.
Pablo Ardissone subrayó que “es una obra que tiene todos los ingredientes para atrapar al público: una historia potente, ritmo, misterio, un sonido interesante, un muy lindo elenco y un equipo que trabaja muy armoniosamente, entendiendo eso de que acá privilegiamos la obra. Para nosotros como Arlequín involucrarnos en un proyecto así era súper interesante”, señaló.
“Finalmente, para mí, tiene que verse porque muestra que había un prejuicio muy grande hacia el psicoanálisis por parte de los colegas psicólogos y psiquiatras en general, donde se interpreta que el psicoanálisis es de consultorio y en realidad es de aplicación social, es una teoría que no existe en otras teorías psicológicas porque fue esta la que ha resuelto el caso y no otras, no por mala voluntad sino por impotencia de otras, y que muestra la eficacia del psicoanálisis”, cerró Genaro Riera Hunter.
Sobre las funciones y entradas
Las funciones serán los viernes y sábados, a las 21:00, y los domingos a las 20:00. Las entradas generales cuestan G. 90.000 o 2 x G. 160.000. Para estudiantes universitarios de las carreras de Psicología, Psiquiatría o Psicoanálisis (presentando carnet o factura de cuota de la universidad): G. 60.000. Para profesionales psicólogos, psiquiatras o psicoanalistas (presentando su carnet): G. 70.000. Reservas al (0992) 442152.