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“Close Up” es una expresión en inglés que significa varias cosas. Puede significar primer plano, vista de cerca, detallada, entre otros conceptos. Se utiliza comúnmente en el mundo del cine y la fotografía.
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Esta obra es el resultado de la residencia de creación a cargo de Ricardo Alves Jr. (Brasil) y Diego Mongelós (Paraguay), a partir del material de un elenco creador integrado por David Amado, Gerardo Báez, Natalia Cálcena, Roberto Cardozo, Deysi Dichirico, Mario González Martí, Jazmín Mello y Antonella Zaldívar.
Se llama así porque acerca un mosaico de situaciones vividas por personajes que habitan la ciudad de Asunción. Son historias mínimas, percibidas al paso, que nos muestran cómo el contexto social de la ciudad influye de manera indirecta en el día a día de estos seres.
Además, la obra construye un diálogo entre lo teatral y lo cinematográfico, cuando la lente hace foco en lo humano, en cómo viven sus vínculos, sus conflictos y aspiraciones.
La producción está a cargo de La Taza de Café y la sala La Correa. Cuenta además con ayuda del Fondo Municipal para el Apoyo a las Artes Escénicas.
Las entradas pueden adquirirse de manera anticipada al precio de G. 60.000. También hay una promoción de 2 x Gs. 100.000. En puerta costarán G. 70.000. Reservas e informes al (0971) 371861.
Miradas cercanas
El director de teatro y cineasta brasileño Ricardo Alves Jr. había dirigido en 2018 la obra “Cine Splendid” junto al cineasta paraguayo Pablo Lamar. Al estar al frente de la pieza de la dramaturga brasileña Sara Pinheiro, conoció entre otras personas a Diego Mongelós y Natalia Santos Vega, quien es la dramaturga de “Close Up”.
Desde ahí quedó el vínculo y el deseo de seguir desarrollando cosas en conjunto. El año pasado la obra “Azul” vio la luz en el país, nuevamente bajo dirección de Ricardo, metiéndonos de lleno a la conjunción de lenguajes entre el teatro y lo audiovisual. Los actores contaban una historia en escena con un equipo de audiovisualistas mostrándonos otros planos.
“Close Up” utiliza de nuevo esa fusión, pero a diferencia de “Azul” dota a la nueva propuesta de más ingredientes. Esta vez la obra fue concebida en una residencia, el elenco creó desde sus experiencias o de historias escuchadas o conocidas, y ahora es el elenco el que también se encarga de sostener la cámara, las luces y los micrófonos como parte de la narrativa.
¿Qué podemos contar acerca de Asunción? Esa pregunta fue el punto de partida de esta residencia de dos meses desarrollada en la sala La Correa. “Lo que se hace acá es ficción a partir del material generado por los actores. Invitamos a Nati para organizar el trabajo dramatúrgico y ver cómo podemos contar esas pequeñas miradas de Asunción”, dijo Ricardo en una charla con ABC Color.
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A su vez, Diego señaló que desde el inicio fueron conscientes de si hablar de Asunción tiene un espectro muy amplio, por lo que no pretenden “construir un discurso teórico de qué es Asunción”. Entonces trabajaron asumiendo que los que cuentan son “personas de clase media, de ciertas características, porque no podemos hablar de cuestiones que no manejamos o que llevaría un proceso más largo”, explicó.
Al respecto, profundizó en que los actores fueron trayendo “pequeñas historias, escuchadas al paso” y que “la dramaturgia es fragmentada”. “Todas la historias de alguna manera son inacabadas, son historias que escuchas de alguien que está hablando en un bar o en el colectivo. No hay una pretensión de contar una gran historia”, dijo.
A esta conversación se sumó Natalia Santos Vega, dramaturga y también actriz paraguaya. Ella contó que estos materiales traídos por los actores hablan “de lo cotidiano o de experiencias propias que van tornándose una ficción para contar una Asunción a la cual se le acerca como un lente, cómo es la vida macro de Asunción”, indicó.
Asimismo, añadió que hacen foco en “cómo viven los protagonistas estas vivencias” en Asunción. “Hay una búsqueda de dar a entender qué es lo que nos mantiene dentro (de la ciudad) o nos hace venir de afuera, cómo la ciudad o te conquista o te expulsa, esa cosa de migración... sobre todo acá en el centro que hay gente que trabaja acá pero no vive acá, esa cuestión de cómo vivimos en relación con el otro, el río, el cotidiano, cómo interactúan con lo cíclico estos seres que habitan y piensan Asunción”, planteó.
Mongelós sumó que trataron de no caer “en lo expositivo sino en esas pequeñas interacciones que tiene la gente”, entonces la presencia de “Asunción” está implícita en “cómo viven y cómo se relacionan estas personas, en cómo construyen sus vínculos, en sus sueños, el que se quiere ir, el que se quiere quedar, el que quiere una casa para vivir solo y no puede”, observó.
Además, expuso que la historia tomó este recorrido porque habla del contexto en el que estamos inmersos. “Creo que nuestra ciudad está pasando cosas muy particulares en este momento, entonces es pensar en Asunción desde ese lugar pero bajar el foco a la interacción humana. A veces es fácil o frío hablar desde las estadísticas, pero ellas no tienen en cuenta esa cuestión humana o cómo vive la gente”, aseveró.
En esa línea, Natalia precisó que los materiales atraviesan también “qué es ser artista hoy en Asunción, en Paraguay, qué querés contar y por qué, cómo se vive ese hacer y pensar, cómo tu entorno te limita o te abre, qué miradas se pueden tener sobre el arte desde cierto contexto”.
La unión de mundos en escena
Ricardo, oriundo de Belo Horizonte, quien tiene experiencia como director de teatro y cine y también como productor, contó que una investigación que le interesa mucho desde hace tiempo es “poner una cámara dentro de la escena y jugar con esos dos lenguajes: el cinematográfico y el teatral”.
“En ‘Azul’ había un equipo filmando a los actores, acá nosotros ponemos en escena a los propios actores haciendo cámara y sonido. Todo es hecho por ellos. El juego de la cámara está en la dramaturgia de la obra, no es que un equipo está filmando la intimidad de los personajes. Son los actores filmándose entre ellos. Ellos están mirándose a sí mismos y construyendo la interpretación a nivel teatral y audiovisual. El discurso cinematográfico es el discurso también de los propios actores”, enfatizó.
“Como hacemos siempre acá, los actores tenemos que hacer todo”, dijo luego Diego, reconociendo que esa afirmación “de alguna manera está en ese discurso desde lo que estás viendo en la puesta” sin ponerlo en palabras. “La puesta tiene su propio discurso paralelo a lo que se va diciendo”, precisó.
Un proceso desafiante y nutritivo
Los actores, todos con diferentes experiencias, vivencias y trayectorias, hablaron también sobre el proceso de concepción de la obra como también de la propuesta que van a presentar. Para Gerardo Báez el desarrollo para la creación fue algo “íntimo” y “llevadero”, además de que en la residencia “se formó un espacio seguro” donde pudieron “conocer la opinión del otro”.
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“También es importante contar que todos venimos de lugares muy distintos, no es que hayamos trabajado juntos siempre. Nos sirvió para reconocernos contando cosas nuestras y eso nos acercó más al compañero”, dijo por su parte Jazmín Mello.
Mientras que Antonella Zaldívar expresó que una vez que pase la obra tendrá más distancia para entender qué le ha dejado este proceso. No obstante, celebró la forma en que la dirección y producción cuidó cada detalle para que ellos puedan llegar al estreno sin preocupaciones. “Estoy llegando re lechuguita”, dijo ante las risas de todos sus compañeros.
A su turno, Mario González Martí, sobre lo “lúdico” del proceso. “Jugamos mucho, siento que las construcciones de las escenas son como juegos y me parece interesante que el espectador pueda ver esa construcción de la ficción”, aceptó.
Seguidamente Roberto Cardozo habló sobre el desafío de abordar dos lenguajes de creación al mismo tiempo. Mencionó que tanto él como otros colegas han hecho mucho teatro desde hace muchos años y es ahora cuando hay una fiebre del audiovisual manejado sobre todo por una generación que nació con el desarrollo de la tecnología. “La gente ahora está mucho más formada sobre el audiovisual, están experimentando todo el tiempo”, observó.
Deysi Dichirico habló sobre lo desafiante de abordar esta construcción, donde tuvieron que encontrar “un punto medio”. Hay momentos en que tienen la cámara cerca y deben actuar para ella, sin olvidar que están en un espacio teatral donde la forma de actuar es otra pensando en la proyección de la voz o los gestos. También hay momentos en que usan micrófonos y momentos que no. “Hay que ser consciente de lo que tenés a tu alrededor, del micrófono, de tu proyección de voz, de si estoy actuando de manera teatral, pero en otra tengo que bajar mis decibeles, no es hacerlo totalmente audiovisual”, sostuvo.
La necesidad de hacer y ver teatro
“Algo que también es interesante del proceso es la forma de mirar al hecho teatral, es como una dualidad o nuevo lenguaje particularmente llamativo en Paraguay”, consideró a su turno David Amado, actor y también director. Acerca de esa afirmación observó cómo a nuestro país “todo llega 30 o 40 años después” pero que es interesante que en nuestro país “empiecen a ocurrir estas nuevas miradas hacia el acontecimiento teatral como una posibilidad de nuevas narrativas”. Citó como ejemplo al Wooster Group de Nueva York que ya viene mezclando lenguajes desde los 80.
Para él otro desafío representa que, justamente, “la propuesta no sea ganada por el efecto”. “Este efecto es atractivo, que haya cámaras y cables sobre el escenario, pero más allá de eso es encontrar cómo un discurso, cómo el contenido puede subirse al mismo nivel que el continente. Lo que yo le voy a cargar al jarrón debe poder estar al mismo nivel que lo lindo que se ve el jarrón. No quedarse solo en el efecto”, planteó.
Al respecto de esta oportunidad como tantas para que la gente se acerque al teatro, pronunció que “la gente tiene que ver teatro” porque “las instituciones con sus ofertas de cultura en el nivel académico, secundario o terciario no son suficientes; la gente no ve teatro, no lee”, lamentó. Por lo que para él es ideal también esta oportunidad de encontrarse con “una iniciativa colectiva” de “artistas locales que se reúnen y trabajan para mostrar diversidad”.
“No sé si no hay público, la economía también está difícil, pero sí falta mayor apoyo estatal”, añadió Mello, a lo que Cardozo sumó que “las políticas no tienen que ver solo con recibir fondos” sino que también deben asegurar las condiciones como un transporte público que funcione para que no solo gente con auto acuda a las funciones. “El sector teatral está organizado, yo creo que tiene que haber un interés de parte de un estado”, expuso.