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En esa línea la obra “Azul” toma el tema de las relaciones con sencillez y respeto hacia el otro. Son historias con el trasfondo de profundas emociones, como cualquiera puede transitar.
Dirigida por el brasileño Ricardo Alves Jr. esta puesta que sigue hoy y mañana las 20:00, y el domingo a las 19:00 y 21:00 en el Pasaje Molas (Pasaje Molas entre Cerro Corá y 25 de Mayo), tiene como desafío ¿cómo contar lo simple y lo complejo de las relaciones humanas, que son narradas una y otra vez? Gracias a la mirada de su director “Azul” ya rompe con el concepto teatral desde el vamos pues se sitúa en un híbrido entre teatro y lo cinematográfico como pocas veces, si no es nunca, se ha tratado aquí.
La premisa presenta la relación entre Aldo (Diego Mongelós) y Beto (Mario González Martí), cuyo vínculo se ve afectado por el tiempo, los desencuentros emocionales y físicos, y por la monotonía. En ese contexto aparece César (Diro Romero), amigo de Aldo, quien llega del extranjero a pasar unos días en su departamento. Esta presencia irrumpe para generar un quiebre en la ya delicada situación de la pareja.
La historia fue una creación colectiva de los tres actores, cuyo guion fue puesto a merced de la propuesta escénica sensible y valiente de Alves. Esta conjunción dio como resultado que el audiovisual juegue también como la figura de ese otro, como el que llega a proponer algo nuevo y de cuya hibridación se aprende. Esa mezcla se puede comparar, con total libertad, a lo que pasan los personajes. Lo nuevo es siempre rompedor y llega para establecer nuevos parámetros, nuevos deseos, nuevas formas. Llega para enseñar.
Todo esto, obviamente, se sustenta en la soberbia calidad actoral y autoral del trío de actores, quienes además de dar vida a sus personajes fueron los encargados de dar a luz a esta historia, desde la idea inicial de González Martí.
Cada uno explora una dimensión profunda pero completamente diferente. Mario trabaja la contradicción interna de una manera majestuosa. A veces, con pocos movimientos nos dice todo. En sus silencios grita lo que por dentro explota.
Diego es un sube y baja eléctrico de emociones. Toda la paleta sentimental que va desplegando con el correr de la obra es la confirmación de que lo camaleónico forma parte de su ser.
Diro es la pieza pícara pero también atormentado por sus fantasmas en este caso físicos y emocionales. Escapar fue para él la “solución” pero hay veces que uno debe enfrentar situaciones o enfrentarse a sí mismo, en busca de la autenticidad y la tan ansiada libertad.
Es una obra excelente y solo resta ir a verla para sentir. Es completa al 100% pues cada elemento es único y fundamental. Una cosa no existiría sin la otra. El trío audiovisual de Rebe Elías, Maga Araújo e Ivo Espínola es igual de importante que el trío actoral porque sin ellos no tendría vida la propuesta de “Azul”.
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Las luces de Martín Pizzichini, la operación de sonido de Ronald Von Knobloch y Fátima Báez, el arte de Pamela Paredes, la coreografía de Maca Candia, la escenografía de Mario Vera Bruno y Pedro Vera; todos son personajes más en la obra. Se necesita de la personalidad de cada parte para generar esta puesta que desafía límites sensoriales y emocionales.
“Azul” saca risas y lágrimas. “Azul” es también un personaje. “Azul” puede ser cada uno, puede ser lo nuevo, puede ser un estado de ánimo, puede ser el clima, puede ser una persona.
“Azul” no busca dictar sentencia ni dar lecciones sobre el amor y los vínculos. Tan solo demuestra lo humanos que somos y todo lo que nos atraviesa: el mismo amor, el deseo, los miedos, la incertidumbre, las ganas, la alegría, las decepciones, la ansiedad, y mucho, mucho más.
Muestra lo vulnerables que somos, las contradicciones que viven en nosotros y que no está mal habitarlas para conocernos. Amar es de valientes en tiempos turbulentos y esta obra propone atravesar ese sentimiento. Amor de pareja, a la vida, a las decisiones, en fin, amar como acto político.
Las entradas anticipadas cuestan G. 50.000 y se adquieren escribiendo al (0982) 839489. En puerta pasan a costar G. 70.000.
* Cortesía fotos: José Guillén.