The Square se llevó los premios a la mejor película, a la mejor comedia, al mejor director y al mejor guionista, para Östlund, al mejor actor para el danés Claes Bang y al mejor diseño de producción, para Josefin Åsberg.
El cineasta sueco, “terriblemente contento” por los galardones, celebró la gala como “gran espectáculo”, no sólo por habérselo llevado “todo” , dijo, sino por haber experimentado un sentimiento de “comunidad”.
“ Me siento algo avergonzado, no sé si merecíamos tanto”, dijo al recibir el galardón a la mejor película. Agradeció que estos premios sean “una plataforma para hablar de cosas importantes” como Europa y el hecho de “ser humanos”.
El premio a la mejor actriz recayó en la eslovaca Alexandra Borbély, quien no pudo contener las lágrimas al recoger su estatuilla y agradeció a la cineasta húngara, Ildikó Enyedi, por su papel en En cuerpo y alma.
El premio al mejor documental, al que aspiraba la coproducción hispano-islandesa-estadounidense La Chana, de la realizadora croata Lucija Stojevic, recayó en la cinta polaca Communion, de Anna Zamecka.
España se lleva a casa dos estatuillas, una al mejor corto para Timecode, de Juanjo Giménez, y otra al mejor diseño de sonido, para Oriol Tarragó en la película de Juan Antonio Bayona Un monstruo viene a verme, que también estaba nominada a premio del público.
Giménez quiso dedicar el premio en especial a su hija, que dijo estaría viendo la gala desde Barcelona, y subrayó que “todos somos europeos, porque lo sentimos, y de momento, los sentimientos no están prohibidos”.
Otras dos cintas españolas se quedaron sin estatuilla: Verano 1993, de Carla Simón, que optaba a premio Fipresci a la mejor ópera prima y Los desheredados, de Laura Ferrés, que aspiraba a mejor corto.
La gala, conducida por el humorista alemán Thomas Hermanns, contó con destacadas figuras del cine español como Elena Anaya y Carlos Saura, encargados de presentar a los nominados a mejor director y de anunciar al ganador, respectivamente, y Alex Brendemühl, que recreó varias de las escenas más cautivadoras del cine europeo, además de dar paso a las cintas nominadas a mejor película.
En tanto, recogieron sendos premios honoríficos la actriz franco-estadounidense Julie Delpy, distinguida por su contribución al cine mundial; el cineasta ruso Aleksandr Sokurov, en reconocimiento al conjunto de su carrera; y el productor croata Cédomir Kolar, premio EURIMAGES de coproducción.
Durante la gala hubo tiempo también para abordar la campaña conocida como #metoo, en la que mujeres de todo el mundo y de todas las profesiones y condiciones se han alzado en contra del acoso sexual a raíz del escándalo que rodea al productor de cine estadounidense Harvey Weinstein y en el que se han visto salpicadas numerosas otras figuras de la industria.
Durante la ceremonia de entrega de premios se recordó también al cineasta ucraniano Oleg Sentsov, encarcelado desde hace más de tres años acusado por las autoridades rusas de terrorismo, a través de la lectura de una carta de Ai Weiwei, presente en la gala, en la que el artista y disidente chino pidió a Rusia que deje en libertad al realizador.
También el cineasta ruso Sokurov recordó a Sentsov en su discurso y quiso agradecer a sus colegas europeos el apoyo que le han prestado también a él en momentos difíciles.
El director de la Academia del Cine Europeo (EFA), el cineasta alemán Wim Wenders, aludió, por su parte a “un viejo monstruo que creíamos enterrado, llamado nacionalismo”.
Se preguntó qué es lo que está yendo mal para qué vuelva a estar presente “la peor y más vieja enfermedad” de Europa. Wenders recordó que Europa está construida sobre “gloriosas ideas de lo que somos como seres sociales y culturales”.
Los premios de la EFA, que se otorgan en un total de 21 categorías, surgieron en 1989 como alternativa a los Óscar de Hollywood, impulsados por cuarenta cineastas europeos, entre ellos el alemán Wim Wenders y el sueco Ingmar Bergman. Primero se les denominó Felix, pero al cabo de unos años pasaron a la denominación neutra de Premios del Cine Europeo.