“No es una película fácil, pero a veces es interesante hacer cosas menos evidentes”, reconoció Sheridan en una rueda de prensa sobre una película que compite por el León de Oro de Venecia. Sheridan es Andy, un joven silencioso y observador que se cruza en el camino del doctor Wallace (Goldblum), un médico especializado en lobotomías.
Goldblum se mostró entusiasmado con el resultado de un filme con una estética nórdica y en la que nada parece tener explicación, más allá de las bárbaras prácticas médicas del protagonista.
“Has el ultimo día de rodaje estuve enamorado de todo el proceso de este personaje, es sobre la masculinidad convencional y sobre la búsqueda de algo que se puede conectar un poco con la poesía”, dijo el actor, con un discurso influenciado por el tono narrativo del filme.
Mientras que para el director, en estos momentos hay “un exceso de narrativas utópicas sobre sociedades privilegiadas” y un “excesos de personajes comprensivos que cumplen con nuestros estándares demográficos particulares”. Lo que, en su opinión, “genera una especie de intolerancia en el mundo”, que está lleno de “sustitutos y avatares” que nos permiten explorar mundos diferentes a través de los personajes de ficción. Y lo que él hace es precisamente explorar el mundo opuesto al del sueño americano en el que todo es posible.