The Beach Boys y “Pet Sounds”, la joya de un rey tímido del pop

Hace 50 años unos chicos californianos tocaron el cielo del pop. Se llamaban The Beach Boys y su asombroso disco “Pet Sounds” coronó a Brian Wilson, el alma creativa y corazón del grupo, como un rey tímido del pop.

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Con Pet Sounds, editado el 16 de mayo de 1966, Wilson dejó de lado el tono juvenil y jovial de los primeros The Beach Boys y dio forma a un LP mucho más maduro, ambicioso y consistente de principio a fin contra el que solo los más inspirados The Beatles podían plantear alguna objeción.

Los inicios de The Beach Boys se sitúan a comienzos de los años '60 en la ciudad californiana de Hawthorne, donde empezaron a tocar juntos los tres hermanos Wilson (Brian, Dennis y Carl), su primo Mike Love y Al Jardine. Durante la primera mitad de la década, The Beach Boys fueron un fenómeno de masas. Su pop vitalista, con fantásticos estribillos y toque sexy, en su justa medida, triunfó con éxitos como Surfin' U.S.A., Barbara Ann y I Get Around.

The Beach Boys eran ideales, sonrientes y vendían una promesa irresistible: la existencia de un verano eterno, de una California idílica de romances en la playa, fiestas de surferos y placer juvenil donde no se ponía el sol. Pero todo esto no era suficiente para Brian Wilson, un tipo inquieto, frágil e inestable, que en su cabeza encerraba la materia prima que solo tienen los visionarios. Tras un ataque de pánico en un avión, Wilson dejó de girar con The Beach Boys y se encerró en el estudio.

Catch a Wave, la biografía del grupo escrita por Peter Ames Carlin (2006), relata un instante fundamental en la gestación de Pet Sounds: la primera vez que Wilson escuchó Rubber Soul (1965) de The Beatles.

“¡Un álbum completo sólo con buen material!”, exclamó. Frente a singles individuales o discos con canciones de relleno, los cuatro de Liverpool habían elaborado un trabajo coherente y magnífico de principio a fin, justo lo que ansiaba Wilson. “Marilyn -dijo a su mujer-, voy a hacer el mejor disco, el mejor disco de rock que jamás se ha hecho”.

En enero de 1966 entró al estudio rodeado de músicos de sesión.

La película Love & Mercy (2014), con un excelente Paul Dano como Wilson, retrata el ambiente de grabación de Pet Sounds, la cima de una mente creativa en ebullición que, más allá de guitarras y teclados, quería usar violines, vientos, percusión de todo tipo, un “theremin” y hasta ladridos de perros y timbres de bicicletas. El resultado fue una joya de pop sofisticado, una maravilla melódica que combinaba una orquesta multicolor, camino ya de la psicodelia, con las siempre pluscuamperfectas armonías vocales de The Beach Boys.

Frente al verano radiante de sus comienzos, Pet Sounds era un disco melancólico, adulto, agridulce. The Beach Boys ya no ponían música a las olas y el sol, sino que capturaban el sonido del atardecer, cuando se apagan las hogueras de la fiesta, se calla la música y los sueños ya no son lo que parecían durante el día. También las letras crecieron. La espléndida Wouldn't It Be Nice, que daba comienzo al disco, dibujaba a una pareja suspirando por casarse y vivir juntos; I'm Waiting For The Day, cuya música podía ser la más alegre del mundo, contaba la desoladora historia de una chica que acaba de romper con su pareja y de otro chico dispuesto a esperarla hasta “el día que pudiera volver a amar”.

La calidad de Pet Sounds no bajaba ni un segundo y cada tema superaba al anterior. Sloop John B o Here Today eran auténticas cumbres del pop, pero fue la romántica y lírica God Only Knows, una obra maestra para la posteridad, la que resumió todos los logros de un disco insuperable. Los críticos aplaudieron a Pet Sounds, pero el disco no se vendió bien en Estados Unidos. Tuvo más éxito en Reino Unido y The Beatles reconocieron sin excusas su influencia en Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967).

Wilson sabía cuál era el camino a seguir y poco después compuso Good Vibrations, otro single impresionante y que iba a preceder al disco definitivo de The Beach Boys, Smile. Entonces Wilson se sumió en el abismo. Problemas mentales y depresiones, adicciones a las drogas y una grabación interminable provocaron la cancelación de Smile, que se convirtió en un disco maldito y el comienzo del declive de The Beach Boys, justo cuando la contracultura anticipaba excitantes emociones musicales.

Cincuenta años después, Brian Wilson se encuentra de gira por todo el mundo tocando Pet Sounds de principio a fin “por última vez”, la mejor despedida para la más preciada obra de un genio insólito e inigualable.

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