“The Americans” o los espías rusos que conquistaron a la TV de EEUU

NUEVA YORK. La Guerra Fría terminó oficialmente, por eso una serie de televisión sobre un matrimonio de espías de la KGB que matan, mienten y husmean a sus anchas en Washington, bajo las narices de su vecino del FBI, puede parecer anodino.

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Pero el arresto esta semana de un supuesto agente ruso que se hacía pasar por un banquero neoyorquino le dio una súbita relevancia a The Americans, una serie aclamada por la crítica que vuelve a la televisión estadounidense el miércoles.

Evgeny Buryakov, de 39, fue capturado tras más de dos años de vigilancia de parte del FBI, por supuestamente proveer información económica a la inteligencia de Moscú e intentar reclutar nuevas fuentes en Estados Unidos.

Uno de los temas centrales de The Americans, que está ambientada en los años ’80, es si el FBI en algún momento se dará cuenta de que Elizabeth y Philip Jennings, interpretados por Keri Russell y Matthew Rhys, son espías para la Unión Soviética.

“Obviamente (el programa de televisión) tiene relevancia hoy porque hay paralelismos con lo que escuchamos en las noticias”, dijo Robert Thompson, profesor de cultura popular de la Universidad de Siracusa. “Tiene toda la acción y la intriga de una serie de espías, pero al mismo tiempo es una serie sobre matrimonio, sobre una familia”.

Russell, quien en la vida real es pareja de su coestrella Rhys, dijo que la verdadera tensión del show producido por FX reside en sus personajes. “Incluso en el contexto de un programa de espías, en el fondo es una mirada sobre el matrimonio”, dijo Russell.

La tercera temporada comienza en un ficcional 1982, el año en que el líder soviético Leonid Brezhnev muere y la Guerra Fría comienza a entibiarse.

La serie se concentra en la insistencia de la KGB de que Elizabeth y Philip comiencen a entrenar a su hija de 14 años, Paige, como espía para Moscú, una petición que desata numerosas discusiones en la pareja.

La relación entre ambos, cuyo matrimonio fue arreglado desde el principio como parte del operativo de la KGB, es puesta a prueba continuamente por las exigencias del trabajo y las aventuras amorosas que ambos tienen con sus informantes.

Para empeorar las cosas, la familia vive en los suburbios de Washington, al lado del agente del FBI Stan Beeman (Noah Emmerich).

Si bien la guerra en Siria y la crisis en Ucrania han metido las relaciones entre Rusia y Estados Unidos en refrigeradores dignos de la Guerra Fría, desde hace décadas Rusia ha sido un terreno fértil para la creatividad de los guionistas estadounidenses.

El mes próximo, NBC estrenará Allegiance, una adaptación de una serie israelí sobre un analista de la CIA que descubre que sus padres y su hermana son parte de una célula durmiente soviética.

Moscú ha sido desde hace mucho tiempo el enemigo en la cultura popular estadounidense, y los rusos se quejan con frecuencia de que son estereotipados como alcohólicos y corruptos.

“Todo lo que contradice esos estereotipos es excluido de la conversación”, dijo said Dmitri Glinski, presidente del consejo comunitario ruso de Manhattan y el Bronx. “Ese estereotipo, reforzado por las políticas del actual gobierno ruso y el estado en que están las relaciones Rusia-EEUU, hiere a la comunidad inmigrante rusa enormemente”.

Pero los críticos afirman que el telón de fondo de Guerra Fría en The Americans es indispensable, si bien en definitiva es un programa sobre la familia.

“La superestructura de la Guerra Fría, contada a través de espías rusos en suelo estadounidense, es genial”, dijo Tom Nuna, de la Escuela de Teatro, Cine y TV de la Universidad de California en Los Ángeles. Eso “eleva el show a un nivel completamente distinto, que es preguntarse si uno realmente sabe quién es su vecino y quién es su pareja”, añadió.

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