Brenda Morel (Jane Fonda), Fred Ballinger (Michael Caine) y Mick Boyle (Harvey Keitel) -que juntos suman más de 200 años- son la quintaesencia de vidas plenamente vividas en el ocaso de la existencia que cada uno sigue viviendo a su manera.
Fred, un prestigioso director de orquesta y compositor retirado que no quiere volver a pisar los escenarios tras la ausencia de su mujer, a la que el Alzheimer ha confinado a un sanatorio; Mick, un cineasta en crisis de creatividad que trata de terminar el guión de su última película, y Brenda, que lo abandona por las teleseries porque pagan mejor que el cine.
A ellos se suma Lena (Rachel Weisz), hija y ayudante de Fred, y Jimmy Tree (Paul Dano), otro huésped más del hotel balnerario de los Alpes suizos en el que Fred y Mick pasan sus vacaciones. En este idílico y apacible paisaje alpino, el tiempo parece haberse congelado, como cuando Fred hace del silencio una orquesta imaginaria integrada por las vacas que le miran intrigadas.
En la vida “todos somos figurantes”, dice uno de los personajes de Youth, rodada en inglés. Con su particular visión estética del cine, Sorrentino aúna música e imágenes como si se tratara de un ballet visual que hace, desde la vejez y la decadencia, un canto a la juventud.
Ambientado en el viejo sanatorio para tuberculosos de Davos (Suiza) en el que el escritor alemán Thomas Mann escribió su obra maestra, La Montaña Mágica, Sorrentino hace un guiño a viejas glorias como Maradona, al que convierte en un esperpéntico personaje con el rostro de Marx tatuado en la espalda y dependiente de una bombona de oxígeno para respirar.
El mítico número 10, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, sigue practicando sus malabarismos con la pierna izquierda, pero con una pelota de tenis.
Tambien aparece un altivo Hitler, aislado, vestido de militar que se tambalea. O la elegante pareja que noche tras noche en la cena no intercambia ni una palabra ni una mirada, desgastada por la usura del tiempo y el tedio.
“Con la edad todo lo que haces es peor”, dice uno de los personajes de la película de este napolitano, que perdió a sus padres a los 17 años por un accidente de gas y a los 25, hace casi veinte años, dejó sus estudios de economía para empezar a recrear su personal visión del séptimo arte.
Sin embargo, para Sorrentino el filme es “muy optimista y una excelente ocasión para exorcizar el miedo” al paso del tiempo, a envejecer, en definitiva a morir física y mentalmente.
- Las pasiones mantienen joven -
“La edad es una cuestión de actitud. Cuando tienes una pasión en la vida te mantienes joven”, dijo en la conferencia de prensa una espectacular Jane Fonda, vestida con un traje de pantalón blanco y que no ha perdido un ápice de su glamour y eterna juventud.
Para Michael Caine, de 80 años, la única alternativa a interpretar viejos “es interpretar muertos” . El siempre sarcástico actor se resiste en el filme a vivir su último gran momento de gloria, aceptar una invitación de la reina Isabel II de Inglaterra, que en la vida real le hizo “Sir”.
“El futuro es una gran ocasión de libertad y la libertad es una gran ocasión de la juventud”, dijo Sorrentino en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película que al igual que todo el cine del napolitano, no deja a nadie indiferente: entre los aplausos también se escucharon algunos abucheos.
Pero la crítica especializada la ve como una seria candidata a alzarse con alguno de los premios importantes del festival el próximo día 24, después de haber conseguido en Cannes, en la que su cine parece encajar como un guante, el premio del jurado en 2008 por Il Divo un impresionante retrato del hombre que durante más de medio siglo marcó la política italiana, Giulio Andreotti. En la edición de 2013, La Grande Bellezza, que obtuvo el Oscar al mejor filme extranjero, se fue de manos vacías de Cannes.