Secretos del abrumador éxito de “El Chavo”

MÉXICO. Cuatro décadas después de su estreno, la serie estrella del fallecido comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, “El chavo del ocho”, sigue emitiéndose en canales de toda América Latina pese a la acérrima competencia de nuevos programas.

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¿Por qué esa comunidad de vecinos ideada en 1971 por Gómez Bolaños ’Chespirito’ -fallecido el viernes a los 85 años- aún sobrevive en la pequeña pantalla pese a que no tiene episodios nuevos desde 1980?

El caso es inédito y prácticamente sólo se puede comparar con el fenómeno de la pionera serie estadounidense “Dallas”.

Pero “El Chavo” -o “Chaves” en Brasil- ha ido más allá y han sido varias generaciones, principalmente de latinoamericanos, las que han crecido y reído con esta serie que se ha doblado a 50 idiomas y que desde 2006 cuenta con su versión de dibujos animados.

“La animación actual está yendo hacia el cinismo. Es delirante o grotesca como ’Bob Esponja’, hay mucha violencia y ’El Chavo’ sigue siendo puro, blanco, ingenuo, que son valores que un niño tiene y que luego le arrebata el mundo”, explica a la AFP José Antonio Valdés, reputado crítico de cine y televisión mexicano.

Situada en una humilde comunidad de vecinos de Ciudad de México, la serie narra a través de la comedia el día a día de una serie de personajes encabezados por “El chavo del ocho”, un niño huérfano y pobre que vive en un barril y ansía poder comerse una torta (sándwich) de jamón como las del dueño del condominio, el Señor Barriga.

En la comunidad, el pequeño -encarnado por un cuarentón ‘Chespirito’- convive con vecinos comunes como Don Ramón, un desempleado moroso que busca trabajo rezando por no encontrarlo; o Doña Florinda, una madre soltera que junto a su hijo Quico presume de su mejor condición social despreciando a la “chusma”.

Principalmente, “el impacto de la serie se da en Iberoamérica, donde esos niveles de pobreza son comunes, donde la población es muy popular, por lo que ’El chavo del ocho’ se vuelve universal”, argumenta Valdés.

El personaje más célebre de Gómez Bolaños apareció por primera vez en 1970 en escenas del programa “Chespirito” pero, debido a su éxito, la cadena Televisa decidió dedicarle a partir de 1971 una serie que llegó a tener 290 episodios hasta su última emisión en enero de 1980.

’Chespirito’ entendió que “la comedia tiene que ver con profundidad, tiene que ver con crítica social (...) y si tú revisas los libretos de ’El chavo del ocho’ puedes encontrar unos códigos bien interesantes que te hablan de nuestra pobreza, de nuestras carencias, de la importancia de la familia, del rol de la madre... Realmente es nuestro Molière”, opina el crítico televisivo Álvaro Cuesta.

Una multitud de figuras públicas, incluidos tres presidentes latinoamericanos, y su legión de admiradores enviaron el viernes mensajes de agradecimiento a Gómez Bolaños por haberles provocado tantas risas durante su infancia.

Igual que el otro personaje cómico universal de México, ‘Cantinflas’, “El chavo del ocho” ha tenido también detractores que le critican su humor fácil o la transmisión de valores conservadores y discriminatorios.

Para el sociólogo e investigador de la pública Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Raúl Rojas Soriano, los chistes que hacía Quico sobre la pobreza de “El Chavo”, las bromas sobre la obesidad de Ñoño o el rechazo de la comunidad a la vieja Bruja del 71 exaltan comportamientos clasistas y machistas.

“Las situaciones que ocurren entre los personajes podrían parecer chistosas, pero en realidad son un reflejo grave de la sociedad y el programa no aporta soluciones para mejorar la vida social de los habitantes de una vecindad. Al contrario, se les denigra más y más”, considera el académico.

Con admiradores compungidos en todo el continente por la muerte de ’Chespirito’, a quien se rendirán grandes homenajes el fin de semana, su serie más celebrada parece seguir su larga vida sin fecha de caducidad a la vista.

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