Rodada en Taiwán, la película está basada en la obra histórica homónima del japonés Shusaku Endo y narra las dificultades de los misioneros jesuitas en Japón durante el siglo XVII.
Con Silencio, Scorsese, que se define como un católico no practicante, pretende “abrir un diálogo” con el espectador y mostrar hasta “qué punto la espiritualidad es parte integrante del ser humano”, según explicó a la prensa. El oscarizado director estadounidense hizo y deshizo en su cabeza esta película durante décadas, cambiando incluso el reparto, porque los actores “iban envejeciendo”.
Convencer a Hollywood tampoco fue fácil. Tuvo que superar “problemas financieros y legales” y “tres o cuatro grandes intérpretes” rechazaron el papel porque “la religión no formaba parte de su vida”. Uno de ellos desestimó la película durante el rodaje de El Lobo de Wall Street, protagonizado por Leonardo DiCaprio, aunque Scorsese no aclaró a quién se refería.
En Hollywood se necesitan “actores que atraigan el dinero” , pero entonces se corre el riesgo de trabajar con quien “no cree en el proyecto”, apuntó el director de Taxi Driver o la La última tentación de Cristo. Adam Driver y Liam Nesson aceptaron el proyecto.
A sus 74 años, Scorsese aseguró que ya “no tiene nada que esconder”, ni “demostrar que sabe utilizar una cámara”.
“Este filme es lo que soy ahora. No estoy a la moda”, destacó. “De alguna forma, esta es la película que más se ha entrelazado con mi vida personal”, confesó.
Incluso el rodaje en plena naturaleza, que dijo que le hizo descubrir por ejemplo el sonido de la marea, supuso una “experiencia mística”. “Soy neoyorquino, alérgico a todo (...) y de repente me encontré en lo alto de una montaña”, explicó. “Venimos del silencio y es hacia allí adonde vamos. Deberíamos aprender a estar cómodos con esto”, dijo, en referencia al título de la película.
En noviembre, presentó Silencio en el Vaticano, justo después de entrevistarse con el papa Francisco.