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LYON (AFP). Rodada entre 1970 y 1976, esta obra abstracta que evoluciona a un ritmo desenfrenado entre el color y el blanco y negro, sume al espectador en una truculenta fiesta de aniversario de un director de Hollywood venido a menos, que regresa a su país tras años en el exilio con un nuevo filme bajo el brazo. Visualmente, Welles había decidido alejarse del clasicismo de sus filmes anteriores para realizar una película "sin ninguna intriga", que excluyera los preceptos de dirección de la industria estadounidense. El objetivo: hacer de "The other side of the wind" su "gran obra".
El resultado es una sátira virtuosa de Hollywood, una rareza con tintes autobiográficos del director de "Ciudadano Kane".
Se necesitó una década para finalizar la película y en 2014, cuando todavía se hallaba en pleno montaje, Netflix compró sus derechos. "El viaje para hacer renacer la película fue largo. Ningún estudio quería aventurarse hasta que Netflix - que desembolsó 5 millones de euros - se ofreció como salvador", dijo uno de los productores, Filip Jan Rymsza, durante el Festival de cine Lumière de Lyon (centro-sur de Francia), donde fue proyectado el filme.
Para su finalización, el equipo se apoyó en la cuarentena de minutos de escenas montadas por Welles antes de su muerte en 1985, así como en las notas de intención muy precisas y varias versiones del guión imaginado por el cineasta junto a su última pareja, la actriz Oja Kodar.
En "They’ll love me when I’m dead", un documental sobre el proyecto y sus vicisitudes de Morgan Neville, una escena muestra al cineasta rodeado de periodistas en 1966. Instalado en Europa desde hace varios años tras haberse sentido "traicionado" por la industria estadounidense, Welles expone públicamente por primera vez su deseo de realizar una película sobre Hollywood "bajo formato documental y en el que se registran accidentes divinos puesto que los actores improvisan".
Entre 1970 y 1976, el cineasta se empeñó en sacar adelante el rodaje pese a las dificultades de financiación, reescribiendo sin cesar el guión y sin saber quién interpretaría el personaje del director Jake Hannaford. Confió finalmente el papel principal a su amigo John Huston.
En el plató, Welles confirma su reputación de genio autoritario y perfeccionista, hasta extenuar a su equipo. "Era un circo de almas dispersas", explica una colaboradora en el documental. El proyecto fue abandonado definitivamente en 1979, después de que Medhi Bushehri, yerno del Sha de Irán que apoyaba la producción, bloqueara los negativos.
Welles salvó parte de los centenares de horas de pruebas de cámara y trató en vano hasta su muerte de ganar la batalla judicial contra el financiero. "Si me sucediera cualquier cosa, prométeme acabar la película", le hizo jurar el cineasta a Peter Bogdanovich, que en la película encarna su propio papel de joven director prometedor.
Tras la muerte de Welles, Bogdanovich trató sin éxito cumplir su promesa, llamando a la puerta de los herederos para tratar de resolver la querella entre ellos sobre los derechos de autor. "Este filme es sobre una triste basura (...) La conclusión trágica de 'Ciudadano Kane'", dijo Welles, deprimido y obeso, cuando el filme cesó. "The other side of the wind" y el documental "They’ll love me when I’m dead" serán difundidos el 2 de noviembre por Netflix.