Redgrave lleva a Cannes su intensa denuncia de la crisis de los refugiados

CANNES. Tiene 80 años pero defiende las causas que apoya con la vehemencia de la adolescencia.

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Actriz y activista política, Vanessa Redgrave se ha puesto por primera vez detrás de la cámara para rodar el documental Sea Sorrow, una sincera y sentida denuncia de la crisis de refugiados.

Estrenado hoy en el Festival de Cannes, fuera de competición, en el apartado de 'Sesiones especiales“, el debut de Redgrave como realizadora es una muestra de los temas que le interesan personalmente más que un gran proyecto cinematográfico.

Redgrave mezcla testimonios de expertos como los del exrefugiado y diputado laborista lord Alfred Dubs, o de la directora de Amnistía Internacional en el Reino Unido, Kate Allen, con el de inmigrantes como el afgano Hamidi o el guineano Diallo.

Unos cuentan sus esfuerzos por ayudar en la actual crisis de refugiados y las víctimas de la situación narran sin dramatismos sus largos y peligrosos recorridos para salir de sus países y llegar a lo que esperaban fuera un lugar seguro en Europa.

Pero con lo que se encuentran es con campos de refugiados como la denominada ”Jungla de Calais“ (norte de Francia), donde malvivían hasta 10.000 inmigrantes sobre todo de Afganistán, Sudán y Eritrea, y que fue cerrada el pasado octubre.

Aunque en realidad los inmigrantes se trasladaron a poca distancia y siguieron viviendo en circunstancias similares, como muestra el documental de Redgrave, que realizó numerosas visitas a Calais para comprobar de primera mano la situación.

Acompañada de su hija Jocelyn Richardson y de lord Dubs, la actriz se adentra en las tiendas de campaña en la que se apiñan los refugiados y habla con ellos de sus problemas y sus derechos.

Porque uno de los hilos conductores del documental es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidos en 1948, un momento que marcó mucho a la entonces adolescente.

Redgrave explica con intensidad la importancia de esta declaración, de la posterior Convención Europea de los Derechos Humanos, de 1950, o de la Declaración de los Derechos del Niño, de 1958. Y narra, echando la vista atrás, el auge de los fascismos y totalitarismos, especialmente en la Segunda Guerra Mundial, como ejemplo de algo que nunca se debe repetir.

Todo ello intercalando lecturas de periódicos de aquella época -por parte de Emma Thompson- o textos teatrales porque otro de los elementos que utiliza la actriz es comparar el mundo actual con el de Shakespeare.

Con muchas imágenes fijas y hasta con un reportaje televisivo de la cadena Sky en el que ella era la entrevistada, Redgrave compone una narración bastante irregular, que resulta interesante por la temática más que por el estilo.

Que es lo que le importa a la actriz, ganadora de un Óscar a mejor secundaria por Julia (1977) y que siempre ha compatibilizado su carrera profesional con un activismo político.

Un activismo que le ha llevado a pedir ayuda humanitaria para Gaza y Cisjordania o exigir el cierre de la prisión estadounidense de Guantánamo y que llegó a presentarse a las elecciones británicas en los setenta por el Partido Revolucionario Totskista.

Ahora, centrada en la situación de los refugiados, manda a través de su documental un mensaje claro: ”Lo que haga o no Europa, es crucial".

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