Los hermanos David y Nathan Zellner y la sonrisa de Pattinson planearon por el festival con el retrato de un “softie” enamorado que cruza el rudo oeste creyendo ir al rescate de una novia que no quiere ser salvada ni menos aún escuchar sus sosas baladas de amor.
“Vive en su fantasía. En la vida real es mucho más complicado, eso del amor”, respondió Pattinson, sin decidirse a “confesar” si él mismo está o no enamorado, y acompañado en la presentación a los medios de su indómita Penélope del filme, Mia Wasikowska.
La Penélope de Wasikowska engulle a Pattinson, un personaje diseñado para el actor británico, que mantiene la sonrisa de vampiro de sus inicios, ahora aplicada al enamorado que atraviesa páramos acariciando un dulce pony de regalo a su novia y acompañado de un predicador tan torpe como él.
“No estoy traumatizado por Crespúculo. Me divertí”, respondió Pattinson, a una pregunta sobre su pasado como vampiro y si algún día volverá a él, puesto que sigue identificándosele con esa figura.
La de los Zellner es la cuarta película con la que Pattinson se presenta en la Berlinale –la última, en 2015, con Life– y la pregunta del vampiro le acompañó en todas esas visitas, por encima de los intentos del actor de concentrarse en el presente.
“Estar reducidas al silencio es de las cosas más terribles que han tenido que sufrir las mujeres”, afirmó, respecto al tema dominante en el festival –los abusos sexuales en el cine–, para añadir, a caballo entre su personaje y ese duro tema, que “cuando una mujer dice no, es que no”.
El #MeToo, su pasado vampírico o su próximo filme, con Claire Denis –“una de mis realizadoras preferidas”, dijo– dominaron la presentación de Damsel, un filme que quiere ser un anti-western en la línea de otros hermanos –Ethan y Joel Coen–, aunque sin su vigor.
Los Zellner llegaron a festival con el sello de cineastas surgidos de la factoría de Sundance, aunque la Berlinale presume de haberlos descubierto a tiempo, ya que en 2014 presentaron ahí Kumiko, en la sección Forum, fuera de concurso. El resultado no acabó de convencer, pero su presencia a competición estaba destinada a alegrar la alfombra roja del día.
Completó la jornada a concurso Las Herederas, la primera película con la que Paraguay compite en la Berlinale, dirigida por el asimismo neófito Marcelo Martinessi e interpretada por un elenco de mujeres fuertes –Ana Brun, Ana Ivanova y Margarita Irún–.