Cuando Spielberg no reparó en gastos

Con motivo del estreno de “Mundo Jurásico” este jueves, una mirada al filme sobre dinosaurios que en 1993 se plantó como una de las obras más importantes de la filmografía de Steven Spielberg.

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En las páginas de la novela de Michel Crichton Jurassic Park, la idea de un excéntrico magnate de crear un parque zoológico populado por dinosaurios clonados es una cínica advertencia contra la idea de “jugar a ser Dios” y emplear la ciencia de forma irresponsable. El magnate en cuestión, John Hammond, es un insensible villano en las páginas de Chrichton.

La transformación del personaje en un soñador de buenas intenciones interpretado por el inolvidable Richard Attenborough en la adaptación de la novela que hizo Steven Spielberg es el más claro y obvio indicador de que aunque la película toma los nombres y la trama en general de la novela, busca contar otra historia, una en la que ese cinismo paranoico es solo un factor más en vez de su corazón.

Como uno de esos raros cineastas capaces de amalgamar profundidad artística y entretenimiento populista, cautivando tanto a críticos como a público, Steven Spielberg ya estaba firmemente establecido como uno de los principales directores de Hollywood en general con filmes de alcance universal como Tiburón – que puede ser considerado el “padre” del blockbuster moderno – E.T. o la trilogía Indiana Jones, filmes que celebraban la aventura, la imaginación y el asombro de la ficción que él mismo consumía en su niñez.

Spielberg nunca abandonó esa corriente creativa, aún cuando, entre sus grandes espectáculos de aventuras, su filmografía se pobló de desafiantes dramas históricos y meditativas historias íntimas. Por cada La Lista de Schindler hay un Hook, por cada Lincoln o Munich hay un Tintín. Hay una especie de balance en la filmografía de Spielberg, entre reconocer como ocasionalmente justificado el cinismo de la perspectiva adulta del mundo y mantener el asombro inocente y la creencia de que la naturaleza humana no es inherentemente mala.

Parque Jurásico podrá no ser la mejor película de Spielberg, pero podría ser la que mejor ejemplifica su filosofía. Si para Chrichton la ciencia que actúa en el filme es peligro, para Spielberg es asombro, es la promesa de algo maravilloso. Claro, hay peligro y al final la película es la historia de cómo las buenas intenciones de Hammond, aún siendo tales, costaron la vida a varias personas lo pusieron a él, a sus nietos y a sus huéspedes en peligro mortal. Pero si bien el filme pinta el desastre del parque como una tragedia, no hay un villano en el sentido tradicional. El desastre es el desafortunado producto de la ingenuidad de Hammond y la codicia de uno de sus empleados, cuyo intento de escapar de la isla con embriones de los dinosaurios del parque y vendérselos a una compañía genética rival es lo que acaba desactivando la seguridad del complejo y posibilitando el escape de los dinosaurios.

El hecho de que Hammond es una figura que genera simpatía es la razón por la cual las escenas más trágicas de Parque Jurásico no son las muertes, sino los dos momentos en los que Hammond debe confrontar el hecho de que su sueño se está derrumbando. En una escena de calma en medio del caos comparte un helado con la doctora Ellie Satler (Laura Dern), recordando la primera atracción que construyó y racionalizando con cierto grado de perceptible desesperación que un parque como el suyo no puede dejar de tener problemas al principio, y que la próxima vez todo estará bajo control, todo saldrá bien, solo para ser devuelto a la realidad por Satler. Luego, al final del filme, cuando los sobrevivientes están abordando el helicóptero, Hammond se queda momentáneamente quieto, mirando la isla a su alrededor, incrédulo, con su bastón coronado por una gema de ámbar con un mosquito fosilizado en mano.

La idea del filme de clonar dinosaurios es no solo la realización del sueño de poder ver magníficos seres que el mundo perdió millones de años atrás, sino principalmente la idea de que el ser humano es infinitamente curioso, y que la ciencia es inherentemente buena, aún cuando puede acarrear peligros. Mientras Satler, Alan Grant (Sam Neill) e Ian Malcolm (Jeff Goldblum) exponen los peligros que supone el Parque Jurásico, con mucha razón, Hammond eleva un punto que es igualmente ineludible preguntarse cómo es posible estar ante tamaño descubrimiento sin hacer nada. El filme reconoce la irresponsabilidad, pero también el atractivo irresistible, y de ahí sale la tragedia.

Eso es reforzado por la forma en que Spielberg enfoca a las estrellas extintas del filme. En las páginas de Chrichton los dinosaurios eran monstros que eludir, mientras que en el filme son magníficas bestias que admirar y temer. Consideremos la primera escena en la que Spielberg nos muestra un dinosaurio de frente y abiertamente, cuando los jeeps paran para ver de cerca a un braquiosaurio, un gigantesco herbívoro, alimentándose de las hojas de un árbol. Todo en esa maravillosa escena, desde el guión y la actuación hasta la dirección de Spielberg y la inolvidable banda sonora de John Williams evocan una sensación de asombro que raya en lo “Disney”. Escenas posteriores como el ataque del tiranosaurio a los autos, la persecución del T-rex al jeep de los protagonistas y la tensa cacería de los velocirraptores en la cocina son pequeños clásicos por cuenta propia, pero es en esa escena del braquiosaurio donde reside el corazón del filme. “Bienvenidos al Parque Jurásico”.

Parque Jurásico es un triunfo por demasiados factores. Por la fantástica forma en que Spielberg sabe dirigir a sus actores para crear personajes complejos sin necesitar de diálogos expositorios para informarnos sobre ellos – recomiendo ver alguno de los documentales “detrás de escena” de sus películas, es fascinante ver como construye personajes a partir de pequeños detalles, manerismos y motivaciones, y trabaja con sus actores para lograr eso en escena -, por la invaluable contribución de John Williams, y lógicamente por los revolucionarios efectos especiales, un matrimonio casi perfecto entre efectos prácticos y digitales cuyas lecciones lastimosamente fueron olvidadas por demasiados cineastas en la actualidad.

Si Mundo Jurásico, que se estrena mañana en cines de Paraguay, puede capturar siquiera parte de esa magia del filme original, valdrá la pena ir al cine este fin de semana.

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