Un “Robocop” político y existencial

LOS ANGELES. El director brasileño José Padilha explora en el remake del clásico de los años ’80 “Robocop” preocupaciones existenciales y políticas propias de la actualidad.

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La cinta del director de las dos Tropa de Élite estará en las salas de Latinoamérica a partir de este viernes (incluyendo a Paraguay).

La acción comienza en Detroit en 2028 con un informe televisivo del ultraderechista presentador Pat Novak (Samuel L. Jackson), un aliado de OmniCorp, la megacorporación dirigida por Raymond Sellars (Michael Keaton) que fabrica robots-soldados.

A diferencia de la película original de Paul Verhoeven, de 1987, en esta versión el ejército estadounidense ya usa los robots de OmniCorp en los combates en Medio Oriente —aunque con resultados colaterales a veces poco deseables—, pero el uso civil de las máquinas está proscrito en los “robofóbicos” Estados Unidos, en un evidente guiño a la discusión actual sobre los drones.

Para complacer las inquietudes del público estadounidense, Sellars encarga a Dennett Norton (Gary Oldman), un científico éticamente ambiguo, la fabricación de un policía con la precisión de un robot y las emociones de un ser humano: el resultado es el oficial Alex Murphy (Joel Kinnaman), cuya cabeza amputada del resto del cuerpo es trasplantada a un androide.

“Estamos cerca del momento en que los robots reemplazarán a los soldados. Ya hemos visto drones en el extranjero”, dijo Padilha al presentar la película a la prensa en Beverly Hills.

“Pronto, todos los países tendrán que decidir si permitirán el uso de robots en las agencias del orden. Habrá que legislar sobre lo que se permitirá y lo que no. Va a suceder”, dijo el cineasta carioca de 46 años sobre su primera película en inglés.

Por tanto, prosiguió el autor en inglés, “ambientamos la película en un momento en el cual Estados Unidos ya decidió que no permitirá robots policías. Y como la corporación quiere vender allí sus robots, debe buscar una manera de sortear la ley (...) y colocar a un hombre dentro de la máquina” .

En contraste con la versión de Verhoeven, en la nueva Robocop el personaje despierta con sus memorias y emociones intactas. Su objetivo es entonces luchar por proteger la poca humanidad que le queda y que se interpone en el camino de su “dueño”, el inmoral CEO de OmniCorp.

Kinnaman, un actor sueco de 34 años que se ha dado a conocer por su papel de Stephen Holder en la serie policial The Killing, afirmó que tener que actuar con el asfixiante traje de Robocop le dio las herramientas para hallar a su personaje.

“Era sumamente incómodo”, dijo. “Me hacía sudar como un cerdo. Tras 20 minutos quería deshacerme del traje”.

“Pero se convirtió en la semilla que condujo mi imaginación a entender la vulnerabilidad de Alex Murphy”, prosiguió el actor. “Su cuerpo es poderoso, pero él se siente muy incómodo. (...) Ese traje que debía de haberme hecho sentir poderoso, al final me hacía sentir vulnerable”.

Esa vulnerabilidad termina despertando la simpatía de su creador, el doctor Norton, quien tiene con Robocop“una relación similar a la de Frankenstein y su monstruo” , según dijo Oldman.

“El monstruo y el científico desarrollan una vinculación de padre e hijo”, dijo el actor británico de Drácula, quien lleva sobre sus hombros la carga emocional más genuina de la cinta.

Si bien tiene menos escenas de acción de las que habrían querido los fans del género, “Robocop” comienza con buen pie. El crítico Guy Lodge, de la revista Variety, escribió: “Este remake es más inteligente de lo que se esperaba y repara buena parte del daño que ha sufrido el justiciero de puño de acero por culpa de estúpidas secuelas y spin-offs”.

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