“Ocean's 8”: el arte del robo no entiende de género

NUEVA YORK. El arte de la estafa no entiende de género, pero sí de genes: así lo demuestra Debbie Ocean, la hermana del ladrón que interpretó George Clooney en la popular saga “La Gran Estafa”.

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Debbie se presenta como líder de una banda de mujeres en la película derivada “Ocean's 8”, que llega este jueves a cines de Paraguay.

Todo comienza cuando Debbie, encarnada por Sandra Bullock, sale de la cárcel tras cinco años planeando robar el collar de diamantes de 150 millones de dólares que lucirá una actriz en la exclusiva gala anual del Museo Metropolitano de Nueva York (MET), donde se presentó el mes pasado la película.

Más allá del lujo, las celebridades que hacen cameos o el notable elenco femenino, que incluye a Cate Blanchett, Anne Hathaway o Sarah Paulson, Bullock destacó en rueda de prensa que lo más importante de la historia es cómo las “cómplices” se “ impulsan las unas a las otras” para lograr su objetivo.

A diferencia de otros roles en los que han trabajado a lo largo de sus carreras, las actrices representan en esta ocasión a “mujeres cuidando unas de otras, reconociendo sus talentos y diciendo: 'Ve ahí y brilla'”, desgranó la actriz. Esa era la idea del cineasta Gary Ross (Los Juegos del Hambre), quien contó con el beneplácito y la producción de Steven Soderbergh, el artífice de La Gran Estafa (2001) y sus dos secuelas, tras la cual descartó prolongar la saga.

“Aquí tenemos a un director que quería a mujeres, y quería a mujeres haciendo sus cosas”, aplaudió Blanchett, que asumió “un riesgo que merecía la pena tomar” al enterarse de “quiénes eran las otras actrices y cuál era la franquicia ” cinematográfica que le ofrecía Ross.

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Para Hathaway, la “oportunidad” de estar en un rodaje con tantas actrices fue un contraste con otros trabajos que le han hecho sentir como una “isla”, y agradeció haber sustituido los “filtros” que dice imponerse a veces por una sensación de “seguridad” con ellas.

Para elevar la “voz femenina” de la trama, Ross también contó con la guionista Olivia Milch, que se ocupó de modelar unos personajes “distintos, complejos” y que puedan servir “especialmente a las mujeres jóvenes”, según explicó. Por ese motivo es también diverso el reparto, que completan Mindy Kaling, de origen hindú; Rihanna, nacida en Barbados; y Awkwafina, de ascendencia china y surcoreana, aunque esta última apuntó que “el color no define a los personajes”, algo secundado por Ross, que dijo querer “representar lo que se ve en el mundo”.

Hathaway, la portadora del collar deseado por el mismo grupo de estafadoras que, en un momento dado, dedica su labor a aquellas “niñas que sueñan con ser criminales”, enfatizó que si algo se desprende de la película es que todas pueden “hacer lo que quieran”. Así, Kaling bromeó con lo inusual de que los personajes femeninos no “peleen por un hombre” y, con gran sentido del humor, Blanchett dijo esperar que papeles  fuertes” como los que adoptan ellas “animen a las niñas al crimen”.

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“Lo que queríamos decir en ese momento es, y no tiene nada de malo, que no tienes que crecer y ser una princesa”, especificó Ross. El director redujo “al mínimo” las referencias a la trilogía La Gran Estafa en esta versión, que resulta más real que las otras por su localización en la gala del MET, celebrada en mayo, o por los cameos de sus celebridades, sin contar con Rihanna, reina habitual de la extravagancia.

El equipo necesitó diez días de grabación en el concurrido museo neoyorquino, un récord, y otros dos días en la Maison Cartier, que recreó expresamente una pieza diseñada en 1931 para un marajá a partir de bocetos y fotografías, puesto que la joya ya no existe.

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