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En 2008 estrenó su largometraje “Error de imprenta”, una película que no fue bien recibida ni por la crítica ni por el “boca a boca” cinéfilo. Esta vez, Nilfe Vera y Aragón regresa a la cartelera comercial con “El billete”, una película que logró producir en seis meses (uno de preproducción, tres de grabación y dos de edición) con un costo total de G. 6.000.000. “Está pagado por las tiendas dentro del Shopping Villamorra: cada uno pagó G. 100.000, G. 200.000… se juntó la plata en una alcancía y ellos pusieron su publicidad, que son las marcas”, comenta.
“El billete” cuenta la historia de una chica a la que se le pierde un billete de 100 dólares en el patio de comidas de ese shopping. A raíz de ese hecho, un estudiante intenta devolvérselo. Sin embargo, los pasillos del centro comercial pasan a convertirse en un “laberinto” en el que se desencuentran los personajes.
El argumento promete dar lugar a escenas de tragicomedia, drama, acción y hasta un momento surrealista: la aparición de un… fantasma. “El género es bastante inusual”, explica el director. “Me mantengo en el mismo estilo: un poco de comedia, de suspenso en la primera parte; que termina con un poco de acción y una moraleja. Se crea incluso una especie de debate con dos tipos de pensamiento sobre la honestidad –o no– de un muchacho”.
Más allá de las condiciones técnicas que evidencia el tráiler que circula hace un tiempo atrás en las redes sociales, Nilfe pretende aportar un cine “de contenido”. “Desde cualquier punto de vista cinematográfico, hay que observar si tiene un contenido, si tiene un sentido ideal para que un público lo disfrute”, dice. Es allí cuando el director se adelanta, y abre el paraguas para la crítica. “Periodísticamente, para formar una nueva sociedad cinematográfica en un país, depende de la especialidad que tenga un periodista para observar si se logró un contenido. A ver si puede dejar una reflexión al público que lo va a ver y ofrecerle un entretenimiento”.
-¿Le despreocupa no lograr una buena factura técnica?
-Por esa razón se me conoció en el teatro también, antes de viajar a los Estados Unidos, más por el contenido que por el recurso de presentación. Siempre fui artesanal en el sentido de la producción, pero siempre fui un realizador. Nunca pensé que tener pocos recursos sería un pecado.
-“Error de imprenta”, en su momento, no fue muy bien recibida. ¿Qué balance hace, a cinco años de su estreno?
-Con “Error de imprenta” yo reabría las puertas del cine nacional, que era bastante difícil de incursionar o aprovechar el espacio, porque la película de Paz Encina –que tiene mucho mérito– “Hamaca paraguaya”, a la gente no le gustaba, y yo tuve que incursionar en un escenario un poquitito descompuesto. Por coincidencia negativa me pasó lo mismo con Gustavo Delgado: “El fin de la línea”, que tiene malos resultados de comentarios… y eso cierra un poco las puertas del cine paraguayo. Repito mi odisea de presentarme como cineasta, otra vez en un escenario.
-¿Busca acercarse a un cine de autor o comercial?
-Tiendo al entretenimiento, y trato de dejar algún mensaje; no es precisamente un filme absolutamente comercial ni tampoco demasiado artístico, y se puede observar la ideología, y se pueden observar cosas que pueden ser muy sorprendentes, habiéndose realizado prácticamente con celular: sin trípodes, sin luces. Tiene muchos méritos que la gente debería llevar en cuenta: realizar un largometraje con las manos vacías. Hay que mirar el encuadre, las escenas y llevar en cuenta que es un argumento trabajado con actores nuevos.
-¿No teme que el guión de la película peque de “inverosímil”?
-Es una propuesta tras otra; a veces se tiene un fracaso comercial, pero yo soy una persona prolífica en la creatividad. Tengo en el tintero una cantidad de títulos que ya son argumentos que están esperando aparecer: el cortometraje “La mochila” – con un tema social –; luego dos largometrajes: “Cuando las cosas hablen” y “El planeta de los niños”; esta última, una película sobre un gobierno hecho por los niños, porque piensan que los adultos son los que dan problemas al planeta, por eso van presos.
-En el tráiler nos encontramos con actuaciones poco trabajadas. ¿Cómo se propuso la dirección de actores?
-Recurrí a la metodología de “Libertad”, de Gustavo Delgado. En el caso de “Error de imprenta” me dijeron que era un poco acartonado. En cambio, ahora tiene facetas bastante “folclóricas”. El actor habla con la expresión exacta de las instrucciones derivadas del guaraní, de manera natural. Les resultó más fácil la interpretación, a partir de “Libertad”.
-¿Cuáles son las películas que más le gusta del cine nacional?
-Todas las películas hechas por mis colegas me gustan. Todas, para mí, son rescatables. No estoy en contra de ninguna película porque toda película ha sido creada por un cineasta; y desde ya, la creatividad es divina. Pienso que un creador tiene influencias espirituales. No proviene de ninguna casualidad. Yo diría que aplaudo todas las propuestas que van surgiendo. Estoy en primera fila de cada película paraguaya. Mi anhelo es que tenga una industria cinematográfica.
-¿Qué crítica le haría a los realizadores locales?
-La gente que hace cine no distingue entre la leyenda, la fábula y tampoco la ficción y, mucho más allá, las ciencias sociales. Yo anhelo que una película paraguaya tenga un extraterrestre, o un ‘transformer’ o alguna cosa espacial. Eso puede trascender desde esa limitación folclórica que tiene el paraguayo. Si va a hablar de una ficción recurre siempre a su leyenda antigua: el Jasy Jatere, por ejemplo. La gente tiene que empezar a indagar en los monstruos nuevos, o acostumbrarse a pensar.
Vera y Aragón asegura –acreditación que no pudimos corroborar– que cursó estudios cinematográficos a lo largo de diez años en los estudios DreamWorks, en Estados Unidos, donde –según indica– cursara talleres con el director de éxitos como “ET, el extraterrestre” y “Tiburón”, Steven Spielberg.
Sobre el recorrido internacional de la película, Vera expresa que no busca el reconocimiento internacional. “No es mi finalidad buscar premios en festivales, ni un galardón, sino el aplauso de la gente”.