“Espero que esta sea la película discreta del año y que haga pensar a la gente sobre la dureza de estos problemas y sobre cómo las decisiones de unas personas afectan a otras”, explicó Nichols en una rueda de prensa tras la proyección del filme, que fue recibido con fuertes aplausos.
Estar en un festival como Cannes era importante para Nichols, “simplemente para que la película se vea, porque la gente tiene que hablar sobre este tema”.
Protagonizada por Joel Edgerton y Ruth Negga, el filme cuenta desde una tremenda contención -que en algunos momentos puede resultar excesiva- la historia real de Mildred y Richard Loving, una pareja interracial que se casó en 1958 en Washington DC porque en su Virginia natal no estaban permitidas esas uniones.
Él era blanco y ella negra y, tras su matrimonio, fueron detenidos y obligados a abandonar el estado de Virginia durante 25 años si no querían ir a la cárcel. Su lucha por poder regresar a su hogar acabó en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos con una decisión de 1967 que declaró inconstitucional la ley que prohibía los matrimonios interraciales.
Una historia muy conocida en Estados Unidos que Nichols descubrió con más detalle en el documental The Loving Story que Nancy Buirski realizó en 2011 para el canal de televisión HBO. Cuando su mujer lo vio, le dijo: “te quiero de verdad, pero si no haces esta película, me divorciaré de ti”, recordó hoy sonriente Nichols, satisfecho de haberse embarcado en un proyecto con implicaciones políticas y sociales evidentes.
“Había que llegar al corazón del problema y la mejor forma era mostrando a los personajes tal y como eran (...). Las leyes segregacionistas no tenían nada que ver con los seres humanos. Muchas veces los legisladores se olvidaban de que simplemente se trataba de hombres y mujeres”, resaltó el realizador.
Por eso le pareció importante contar la historia desde la simplicidad de la verdadera pareja, de Mildred y Richard Loving, desde el punto de vista de dos personas que se enamoran. “Creo que es una de las historias de amor más puras de Estados Unidos”, agregó Nichols.
Para encarnar a esta pareja, el realizador no tenía a nadie en la cabeza durante el proyecto de escritura del guión, pero encontró en el australiano Edgerton y en Negga -de origen irlandés- los actores perfectos no solo por su gran calidad sino por el hecho de que son de orígenes diferentes a los personajes reales, lo que les llevó a tener que cambiar su acento y eso les ayudó a meterse de lleno en la historia.
Un filme “muy especial” para Edgerton, debido precisamente a su silencio, a su tono meditativo, a la sencillez de los personajes, que contrasta con el drama que vivieron cuando no habían hecho daño a nadie.
“Pieza a pieza se demuestra la realidad. Es poco habitual ver una película así, que no se enmarca forzosamente en las reglas de Hollywood”, agregó el actor, que consideró que películas como esta “pueden eliminar escepticismos y demostrar cómo a las personas les afectan las ideas de otros”.
Por su parte, la actriz defendió la necesidad del diálogo y de aprender a través de las conversaciones con otras personas. “Lo mejor de esta película -agregó- es que nos humaniza. Muestra al mundo que las ideas políticas afectan a los seres humanos, a los individuos y se trata simplemente de ver cómo ser más amable con el otro”.
“Ha habido un gran cambio en el tema de los derechos civiles”, pero “aún quedan muchas cosas que no han cambiado nada”, indicó Edgerton.
Al respecto, Nichols señaló que decisiones del Tribunal Supremo como la del caso Loving, puede hacer mucho por la evolución de los derechos a nivel legal pero, desgraciadamente, “lleva mucho tiempo que sean aceptadas por la sociedad”.
“Me sorprenden aún algunas reacciones en Estados Unidos. La gente tiene miedo a algunas cosas y es necesario legislar sobre esos miedos”, afirmó el realizador, de 37 años, presente en Cannes por tercera vez tras presentar Take Shelter (2011) en la “Quincena de Realizadores” y Mud (2012) en la competición.