El realismo al volante fue la consigna del director Scott Waugh, un doble de escenas peligrosas reconvertido en cineasta, que planificó una intensa filmación donde la acción se capturó a la antigua usanza, a través de las cámaras y sin trucos por ordenador.
Para tal fin, el protagonista, el actor Aaron Paul (Breaking Bad), tuvo que someterse a un curso intensivo de cuatro días de “conducción agresiva”, comentó a la prensa en Los Ángeles con motivo del debut hoy del primer tráiler del filme.
Paul reconoció que, aunque intimidado por la idea, se embarcó en el proyecto sin dudarlo, una vez que leyó el guión y vio que más allá de los llamativos y potentes vehículos había “una gran historia detrás”.
El actor, ante la atenta mirada de los ejecutivos de DreamWorks, que querían asegurarse de que era capaz de dar la talla como piloto, el temor de sus agentes a que le pasara algo y la expectación del equipo de la película, demostró tener maña al volante.
“Al final del primer día, ya estaba haciendo giros de 360 grados. Para el tercer día hacía 360 grados, giros al revés de 180 grados y conducción marcha atrás a toda velocidad”, confesó Paul, que durante la película pisó el acelerador hasta ponerse a 140 millas por hora en algunas persecuciones. “Lo hicimos todo auténtico”, aseguró Waugh, quien en 2012 marcó un hito al ser el primer realizador en usar fuego real en un largometraje de ficción, en Act of Valor.
Los responsables de la película insisten en que tomaron como inspiración cintas de Steve McQueen como Bullit (1968) y otros clásicos del género como The French Connection y Vanishing Point, ambos de 1971, y evitaron entrar así en competencia con el estilo de éxitos actuales.
“La única comparación con Rápido y Furioso es que las dos tienen coches, eso es lo único”, afirmó Paul.
Need for Speed, que se estrena el 14 de marzo, sigue los pasos de un mecánico aficionado a las carreras de coches ilegales, Tobey Marshall (Paul), en su intento por mantener a flote su taller y vengarse de un expiloto profesional de Nascar, Dino Brewster (Dominic Cooper), que jugó sucio con él.
La empresa de videojuegos Electronic Arts, propietaria de la franquicia Need for Speed de la que ha vendido más de 140 millones de copias en casi 20 años, se involucró en el desarrollo de la trama (inexistente en el juego), que desarrolló John Gatins (El Vuelo, Gigantes de Acero) junto con su hermano George Gatins y con George Nolfi (El Ultimátum de Bourne).
John Gatins, también productor, confirmó que la película tiene “potencial para continuar en otro filme o dos más” y ya saben cuál será el argumento de los largometrajes siguientes. Aaron Paul se mostró entusiasmado con la idea de bucear en el pasado de su personaje en posibles secuelas.
Fiel a la temática del videojuego, Need for Speed cuenta con una amplia gama de vehículos, desde turismos de gran potencia hasta “supercoches” que fueron construidos, y la mayoría de ellos destruidos, para el rodaje.
“Una parte gigantesca del presupuesto fue para fabricar los coches. Era muy caro crear esos 'supercoches'. Teníamos como un equipo de carreras”, explicó Gatins, que anticipó que en la película se verán desde Bugatti hasta McLaren y Koenigsegg, algunos de ellos valorados en 3,5 millones de dólares.
Gatins ya anticipó que el Mustang será el “coche héroe” de la película y que los ejemplares que sobrevivieron a la filmación están en un almacén en California a la espera de salir del garaje para exhibirlos en la campaña de promoción del estreno de la película.