Metro-Goldwyn-Mayer cumple 90 años con nostalgia de su pasado

LOS ÁNGELES. El estudio de cine Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) cumple 90 años tras superar una bancarrota y aferrado a sus franquicias de éxito pero aún lejos de revivir su pasado glorioso.

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Cada año entre 1928 y 1954 al menos uno de sus filmes estuvo nominado el Óscar de mejor película.

Fundado el 16 de abril de 1924 al fusionarse Metro Pictures, Goldwyn Pictures y Louis B. Mayer Productions, MGM dejó clásicos como Lo que el viento se llevó, El Mago de Oz y West Side Story, y actualmente posee sagas como la de James Bond y El Hobbit.

La compañía del emblemático león, logo feroz que abre sus películas y que fue desarrollado en 1916 para Goldwyn Pictures, lleva a gala haber “dominado el negocio del cine” durante tres décadas (1924 a 1954), según describe en su historia oficial que respira nostalgia por una época dorada extinta.

Su extensa filmografía, una de las más grandes de Hollywood con alrededor de 4.000 largometrajes, es precisamente el valor de esta compañía y una de las causas principales por las que ha seguido a flote durante los últimos y tumultuosos años, aunque no posee los derechos de explotación de numerosas de sus más simbólicas obras.

La decadencia de MGM comenzó a finales de 1960 como consecuencia de cambios en el sector a medida que las leyes antimonopolio, la extinción del “star-system” y la televisión, fueron restando a los gigantes de la meca del cine el control absoluto sobre el mercado audiovisual en EE.UU.

En su época de esplendor MGM funcionaba como una fábrica cuya maquinaria generaba 50 películas al año en unos inmensos estudios en Los Ángeles y daba trabajo permanentemente a 5.000 personas, entre ellos múltiples estrellas con contrato en exclusiva.

Joan Crawford, Clark Gable, Greta Garbo, Judy Garland, Mickey Rooney, Katharine Hepburn, Spencer Tracy y James Stewart eran algunos de los que en los años 30 estaban en la nómina de MGM.

Pero la Metro no supo digerir bien los nuevos tiempos y la mala gestión llevó a arriesgadas decisiones que fueron devorando la posición de privilegio de ese león en la jungla de asfalto de Hollywood.

MGM apostó en los 60 por las superproducciones, algunas de mucho éxito como Ben-Hur y otras que se estrellaron de forma consecutiva como Cimarron, Rey de Reyes, Mutiny on the Bounty, lo que fue minando la caja del estudio que también dio vida a Dr. Zhivago y 2001: Odisea en el Espacio.

Las disputas por el control de MGM, con sucesivos cambios de dirección, dejaron a la compañía sin rumbo definido y la empresa terminó dando pérdidas en 1969, año en el que el promotor inmobiliario Kirk Kerkorian voló desde Las Vegas y se adueñó del estudio.

Kerkorian inició una política de recortes que condujo al desmantelamiento de MGM, incluidas sus icónicas instalaciones (que ahora ocupa Sony) y tomó la marca MGM como reclamo para sus nuevos hoteles y casinos lo que resultó todo un triunfo que le permitió conseguir el dinero para ejecutar la fusión de MGM y United Artists (UA).

En los 80, Kerkorian vendió MGM-UA al potentado de la comunicación Ted Turner quien adelgazó ese conglomerado antes de ponerlo de nuevo en el mercado. Como resultado, Warner tomó control del catálogo de todos los títulos de MGM estrenados antes de 1986 y Kerkorian volvió a comprar lo que quedaba de la empresa y se lanzó a invertir en derechos sobre otra filmografía para incrementar su valor.

La saga Rocky (United Artists), Poltergeist, Robocop y Thelma y Louise son algunos de los frutos artísticos de aquellas décadas que despidieron el siglo XX.

Finalmente Kerkorian hizo un gran negocio cuando puso por última vez a la venta el estudio en un momento de optimismo económico que permitió que su precio alcanzara los 4.700 millones de dólares. Los nuevos dueños, un grupo formado por Sony, Comcast y empresas de inversión, se vieron con el agua al cuello a partir de 2008 cuando se desató la crisis financiera.

El cambio de manos dejó a MGM con una deuda de 4.000 millones de dólares y la falta de crédito bancario impedía a sus propietarios pagar a los acreedores. La compañía se declaró en quiebra en 2010 y se produjo una nueva reestructuración que puso a los jefes de la productora Spyglass Entertainment a gestionar el futuro de MGM.

Hoy la empresa vuelve a dar beneficios, aunque limitados, es propietaria de UA pero carece de distribución propia y se centra en explotar historias conocidas de su catálogo para asegurarse un mínimo de taquilla.

La trilogía de El Hobbit que concluirá en diciembre es su mejor baza. Este año estrenó el “remake” de Robocop y lanzará Hércules y la secuela de dos comedias. En 2015 prepara una nueva película de James Bond y otro “ remake ” para nostálgicos, el de Poltergeist.

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