“Matrix”, veinte años de paranoia tecnológica

LOS ÁNGELES. Tomar la pastilla azul o la roja. Seguir al conejo blanco como Alicia. Esquivar balas como el mejor contorsionista. Aprender artes marciales en un santiamén. Y, sobre todo, creer que eres El Elegido que salvará a la humanidad.

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Han pasado ya veinte años desde que el mundo conociera a Neo y le viera pasar todas esas pruebas en su heroica misión, pero Matrix (1999) sigue siendo una cima del cine de ciencia-ficción y de la paranoia tecnológica cuya influencia todavía perdura en la cultura popular. 

Con 463 millones de dólares, Matrix fue la cuarta película más taquillera de 1999 (se estrenó el 31 de marzo), pero su influencia y relevancia no se deben solo a sus ingresos o a sus cuatro Óscar.

Por ejemplo, la Biblioteca Nacional del Congreso de Estados Unidos la seleccionó para su registro histórico y muchas de las frases o ideas del filme forman parte del imaginario popular.

“Vivir en Matrix” (en la irrealidad, en la fantasía), “tomar la pastilla roja” (despertar a la iluminación) o “está empezando a creer” (asumir el destino y entregarse a él) son algunas de ellas.

Lo primero que llamó la atención de los cinéfilos fueron sus asombrosos efectos especiales.

El más comentado fue el “bullet time”, que congelaba el tiempo mientras Trinity preparaba una patada letal o Neo se retorcía para escapar de una bala. Esta técnica, basada en numerosas cámaras colocadas estratégicamente y en cadena, es ahora muy habitual en las retransmisiones deportivas.

Pero  Matrix no era solo un innovador espectáculo de acción sino que alardeaba de tener un complejo sustento narrativo.

Así, el argumento estaba lleno de referencias a Platón y a elementos místicos, y sus turbias reflexiones, muy del estilo de Black Mirror, sobre la inteligencia artificial, la realidad virtual, el poder de las máquinas o la hiperconectividad siguen muy vigentes.

Para los teóricos de la posmodernidad, Matrix fue un pastiche muy suculento. Bajo el paraguas de un estudio como Warner Bros., el filme homenajeaba al anime y al cine de artes marciales, presumía de apuntes filosóficos, miraba a la distopía y el cyberpunk a lo Blade Runner (1982), reivindicaba el cuero en la moda, y se envolvía en una banda sonora de alto tonelaje con metal y techno.

Otro aspecto clave fue su narrativa transmedia, tal y como lo expuso Henry Jenkins en su libro Convergence Culture (2006).

En paralelo a la película y sus dos secuelas hubo cómics, cortometrajes y videojuegos concebidos de tal manera que, para conocer toda la historia sobre Matrix, no bastara solo con acudir al cine.

Es muy difícil pensar en Matrix sin Keanu Reeves, Carrie-Anne Moss, Laurence Fishburne y Hugo Weaving, el extraordinario villano Agente Smith, como protagonistas.

Sin embargo, el productor de Lorenzo di Bonaventura desveló recientemente a The Wrap que consideraron que Neo fuera una mujer y, para ello, pensaron en fichar a la actriz Sandra Bullock.

El extraordinario éxito de Matrix impulsó al infinito las expectativas de sus continuaciones, pero, aunque fueron dos fenómenos en taquilla, Matrix Recargado y Matrix Revoluciones (ambas de 2003) dejaron un regusto agridulce y se quedaron a mucha distancia del filme original.

No obstante, en los últimos años han circulado en Hollywood rumores de que Warner Bros. está intentando relanzar el universo de Matrix, pese a que por ahora no haya planes concretos de nuevas cintas.

Detrás de una gran película suele haber una mente privilegiada, pero en el caso de Matrix había dos. Las hermanas Lilly y Lana Wachowski fueron las guionistas y directoras de la saga y, posteriormente, se convirtieron en importantes referentes para la comunidad LGBT en Hollywood, ya que ambas anunciaron de manera pública que son mujeres transgénero.

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