El cineasta Tony Leondis diseñó un mundo de fantasía poblado por estas figuras en The Emoji Movie, una cinta animada de Sony que se estrena a finales de julio en Estados Unidos.
“Quería saber cuál es la historia detrás del teléfono, cómo es ese mundo y desde allí construirlo”, dijo el director en una mesa redonda con periodistas a la que asistió la AFP.
Y así nace la ciudad “Textópolis”, ubicada en las profundidades del celular de un adolescente de 15 años, y allí todo gira alrededor de una única industria: la del emoji.
Imagine un gran centro de control, cuyas paredes están cubiertas de pequeños cubículos en los que se encuentran las divertidas figuras esperando a que el joven Alex los use en alguno de sus textos.
En el mundo creado por Leondis, la industria del emoji trabaja las 24 horas en varios turnos. Es un trabajo tedioso porque no permite cambiar de personaje: si eres carita feliz, siempre feliz; si eres carita enfadada, lo mismo. Y si uno de ellos adquiere muchas personalidades, se considera una falla en el sistema.
Es el caso de Gene, al que da voz T.J. Miller, que nació sin filtro y tiene múltiples expresiones. Frustrado, se embarca en la tarea de volverse “normal” como los otros emojis, con la ayuda de su amigo “Hi-5” -la manito de ’choca los cinco’-, interpretado por James Corden, y de una hacker, Jailbreaker (Ilana Glazer).
La aventura transcurre en “la nube” y varias aplicaciones del celular, como Instagram, Spotify y hasta el juego Candy Crush, donde Gene enfrenta el peligro de ser confundido con un caramelo amarillo y correr el riesgo de ser aplastado dentro de la dinámica del juego.
El elenco lo compone también la colombiana Sofía Vergara (la bailaora de flamenco), así como Jennifer Coolidge, Maya Rudolph, Jake T. Austin y Patrick Stewart.
Gene “no sólo se siente un ’outsider’, se siente un fracasado” y se embarca en toda esa aventura “como el último recurso para encajar” , explicó Miller, que también participó del encuentro con la prensa.
La cinta de Leondis podría ser todo un éxito de taquilla, según proyecciones de la firma Exhibitor Relations: entre 350 y 400 millones de dólares a nivel mundial.
El cineasta explicó que el mayor reto fue hacer diseños propios de un celular y los mismos emojis, para que no se parecieran a los de las marcas comerciales. De hecho, cada ilustración pasaba por una inspección casi clínica del departamento legal.
Los escritores decidieron que los emojis no comen ni beben. “No te puedes comer a Pizza, eso sería canibalismo”, bromeó Miller.
Pero crean un escenario de cotidianidad cargado de humor.
“Le dije a la gerencia: ’no puedo trabajar así’. Me estoy derritiendo con estas luces”, comenta Helado a Galleta de chocolate entre cubículos, en una típica conversación de oficina.
“Esto es un montón de...”, lanza el empleado, que se interrumpe al ver que estaba hablando frente al emoji del excremento (Stewart), que serio le dice: “No, anda, termina esa oración”.
Hay también una especie de área VIP, la de los emojis más usados. Y en la puerta tiene un guardia de seguridad, que no deja entrar a Hi-5 porque ya no es miembro: Alex lo cambió por el puño cerrado, que tiene más onda en los ojos del adolescente.