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A diferencia del año pasado, en que se me hizo difícil llenar el listado de diez películas, este 2014 ese número parecía no ser suficiente, y el reto se volvió no decidir qué filmes meter a la lista, sino cuáles sacar. Fue un buen año para el cine, es lo que quiero decir.
Esta lista es un tributo a los filmes que intentaron algo distinto, o a los que se convirtieron en brillantes ejemplos de cosas que ya vimos antes. Los que hicieron reír, llorar, pensar y con su existencia enriquecieron, a mi parecer, el séptimo arte como un todo.
Sin más preámbulos, esta es mi lista de las diez mejores películas del año. Si bien el año pasado me limité a filmes que se estrenaron en Paraguay, esta vez amplié el criterio e incluí también filmes que nunca llegaron a salas de nuestro país. Los filmes no están listados en un orden particular.
Frozen fue un bienvenido recordatorio de por qué Disney como estudio de cine es lo que es, de por qué dominaron de forma indiscutida el panorama de la animación occidental durante décadas. El Disney Animation Studios moderno que ha errado tanto como ha acertado en los últimos años tomó como ejemplo uno de sus recientes aciertos, la excelente Enredados, y volvió a emplear tecnología moderna y el talento de sus artistas actuales para mirar al pasado de su filmografía, presentando una historia que rinde homenaje a los cuentos de hadas fílmicos de antaño con una perspectiva decididamente moderna que queda cimentada en el excelente final del filme. Además, las canciones son casi aterradoramente pegajosas, y la secuencia de Let it Go es uno de esos momentos icónicos que se convierten por sí solos en clásicos.
Esta maratón de tres horas de drogas, obscenidades verbales, sexo explícito y corrupción financiera de parte del legendario Martin Scorsese es el exceso hecho cine, tomándose tres horas para contar la historia del magnate de Wall Street Jordan Belfort, y cuando una película puede durar tres horas y aún sentirse corta, algo muy especial fue logrado. Y es que Scorsese atropella esas tres horas con una energía maniática y una fascinación lógica en la figura del magnate interpretado con igual arrojo y exceso por Leonardo DiCaprio. Bastante polifacético en estos últimos años, Scorsese se marca una comedia más negra que carbón sumegido en brea, pero que es tan divertida como es escandalosa, y puede considerarse un punto alto en una carrera repleta de clásicos.
Muchos han citado a La Gran Aventura Lego como una de las sorpresas más grandes del año, y estoy de acuerdo. No me refiero a que es una sorpresa que el filme sea bueno, eso era de esperarse teniendo en cuenta que tenía como directores al fantástico dúo de Phil Lord y Christopher Miller, que con filmes como Lluvia de Hamburguesas y Comando Especial probaron ser capaces de hacer cosas grandiosas con proyectos que no inspiraban mucha confianza. El punto es que esperaba reír y salir satisfecho, y el filme cumplió impecablemente con excelente comedia; Batman se roba el filme. Lo que no esperaba era ese final. Sin revelar demasiado, en esos momentos finales el filme trasciende todo tipo de categorización como película “infantil”, y ese desenlace es uno de los momentos fílmicos más extraordinarios del año.
Hablando de cineastas con un estilo muy particular, The Grand Budapest Hotel puede considerarse un paso más en la evolución del fascinante Wes Anderson, cuyo estilo de presentación visual casi teatral o como de diorama se presta para dar un marco hermoso a una historia de escala a la vez pequeña y épica. Sí, épica, esa palabra tan gastada, y la uso porque al terminar esta historia de intriga, romance, camaradería, robos, asesinatos y excentricidades, no podía pensar en otra palabra que se aplique mejor a lo que acababa de ver. Meses después, aún no puedo. De entre el masivo elenco del filme, Ralph Fiennes da una de las mejores actuaciones del año. Este filme no llegó a cines en Paraguay, lo que es una pena no solo porque la variedad siempre es saludable, sino porque la belleza visual del filme se merece una pantalla grande.
En 2011 la saga El Planeta de los Simios revivió con una historia de origen que ofrecía espectáculo, pero que tenía como precepto principal la exploración de un personaje fascinante. La trágica historia del simio César continúa en la secuela Confrontación, diez años en el futuro cuando un virus ha dejado a la humanidad en ruinas mientras los simios, con César como líder, comienzan a evolucionar como sociedad. El encuentro de ambas sociedades da lugar a un filme de guerra que, es cierto, tiene sus explosiones de violencia - bastante espectaculares, por cierto -, pero que de nuevo está más interesado en explorar el factor “humano” detrás del conflicto y negándose a hablar en blanco y negro; hay sed de sangre y venganza en ambos bandos, pero también en ambos existe nobleza y deseo de paz, y ver a César -de nuevo magistralmente interpretado por Andy Serkis- y su contraparte humana Malcolm tratar de prevenir lo inevitable es trágico en una forma que rara vez se ve en una superproducción hollywoodense. Como buen filme de ciencia ficción, presenta un espejo en el que podemos mirarnos.
De principio a fin, el excelente documental del director Frank Pavich sobre el fallido proyecto del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky de adaptar el clásico literario de ciencia ficción “Dune” al cine es fascinante. Las prolongadas entrevistas con el propio Jodorowsky y muchos de sus colaboradores abren una ventana a una mente creativa fuera de serie de un hombre que se veía a sí mismo en una misión de hacer un filme distinto, y así cambiar mentalidades. “Quería crear un profeta”, dice Jodorowsky a la cámara de Pavich. Divertido y conmovedor a la vez que infinitamente interesante, el filme pinta el “Dune” de Jodorowsky como el profeta que el director quería aunque nunca pudo plasmar en celuloide, y pone a uno a pensar en cómo sería ahora panorama de la ciencia ficción cinematográfica si Jodorowsky no hubiera juntado a gente que luego sería clave para algunos de los más importantes clásicos del género.
Guardianes de la Galaxia tiene un lugar en esta lista no porque un excelente regreso del “space opera” con grandes dosis de acción, emoción y comedia expertamente ensambladas y un elenco brillantemente seleccionado que da vida a personajes coloridos que el director James Gunn coloca en una aventura de aquellas que tienen de todo para todos. La película es todo esto, es cierto. Pero lo más increíble es el éxito del filme, que desafía todas las convenciones hollywoodenses que parecen dictar que el riesgo simplemente no es rentable. Aquí hay un filme sobre personajes que casi nadie del público en general conocía, con conceptos como un mapache humanoide parlante y planetas que son cabezas de seres gigantes, y contra lo que cualquier estudio – aparte de Disney y Marvel – hubieran predicho, el filme es uno de los taquillazos más grandes del año. Esto no solo es sorprendente, es importante, porque envía la señal a otros estudios de que tomar riesgos puede ser más que lucrativo. Ojalá la señal sea recibida.
Una película no necesita contar acontecimientos extraordinarios para ser atrapante. Por ejemplo, la excelente Locke no es más que un hombre conduciendo y hablando por teléfono durante una hora y media, tratando de salvar su vida profesional y amorosa. Si Locke está en un extremo, una historia realista a escala mínima, Boyhood es su opuesto polar. El increíblemente ambicioso proyecto de Richard Linklater es una crónica de la niñez y adolescencia de un joven, con todo lo que una vida relativamente normal trae en esos años y sin mayores artificios. Pero el hecho de que el filme fue realizado a lo largo de 12 años, lo que significa que vemos envejecer a los actores en tiempo real, es algo nunca antes visto. El hecho de que se siente como una historia cohesiva y de gran impacto emocional, y que Linklater haya podido mantener una clara línea a pesar del intermitente rodaje es un testimonio más de un talento extraordinario. Boyhood es una vida, y nada más, porque no necesita ser más.
Una vez más, David Fincher firma una de las mejores películas del año. El hombre detrás de filmes policiales de suspenso de la talla de Siete pecados capitales y Zodíaco usa su legado como una máscara para el filme, sirviendo al principio lo que parece ser una historia más de una desaparición, un asesino, policías y un misterio por resolver; una historia más, aunque muy bien hecha. Pero hacia la mitad Fincher clava frenos y hace un giro brusco para llevar la historia a derroteros más engañosos y perversos. Es una maniobra brillante que eleva a Perdida de algo atrapante pero nada especial, a algo inolvidable; en un instante todo cambia, y tanto lo que vino antes como lo que viene después genera desconfianza e incertidumbre. En el elenco Rosamund Pike es hechizante, y sería una injusticia no verla nominada a los premios más importantes que Hollywood tiene para dar.
La venganza y la violencia son dos elementos de la naturaleza humana que son frecuentemente representados en el mundo del cine, pero rara vez con autenticidad. En Blue Ruin esa autenticidad es palpable. Este excelente filme independiente sigue a un hombre buscando venganza, pero debiendo lidiar con las muy reales consecuencias de lo que esto puede acarrear. La violencia es incómoda y difícil de ver, sin un ápice de estilismo, y cosas que para un héroe de acción común serían molestias menores prueban ser casi fatales para el protagonista de esta sangrienta historia. El peligro se siente real, y esto convierte a “Blue Ruin” en uno de los filmes de suspenso más dignos de esa categoría en mucho tiempo.
Si bien los filmes arriba mencionados son, en mi opinión, los más destacables de 2014, el año nos trajo un gran número de filmes total y absolutamente dignos de verse, ejemplos de excelencia cinematográfica tanto independientes como provenientes del gran sistema de estudios de Hollywood.
Estos filmes también son imperdibles:
12 Años de Esclavitud, de Steve McQueen
X-Men: Días del Futuro Pasado, de Bryan Singer
Al Filo del Mañana, de Doug Liman
Buenos Vecinos, de Nicholas Stoller
Snowpiercer, de Bong Joon-ho
Capitán América: El Soldado del Invierno, de Joe y Anthony Russo
Under the Skin, de Jonathan Glazer
Locke, de Steve Knight
Only Lovers Left Alive, de Jim Jarmusch
Ida, de Pawel Pawlikowski
Stretch, de Joe Carnahan
Comando Especial 2, de Phil Lord y Christopher Miller
El Doble, de Richard Ayoade
The Babadook, de Jennifer Kent
John Wick, de David Leitch y Chad Stahelski
¿Qué opina usted, amable lector? ¿Cuáles fueron las películas que más le gustaron este año? Díganos cuál es su "top 10" en la sección de comentarios.