“Las elegidas”, ganadora de unos Ariel que clamaron por el cine mexicano

MÉXICO. La película “Las elegidas”, de David Pablos, fue este sábado la gran ganadora de los Premios Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, una velada que se convirtió en un canto al gran cine nacional.

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La cinta de Pablos, que narra la historia de una joven que cae en una red de prostitución tras enamorarse de un chico, fue una de las más premiadas de la noche y obtuvo, además del galardón a la mejor película, los de mejor director, guión original, fotografía y actriz revelación, Nancy Talamantes.

El filme Gloria, la polémica película inspirada en la vida de la cantante Gloria Trevi, se llevó el mismo número de premios: mejor maquillaje, sonido, edición, así como los de mejor actor y mejor actriz para su pareja protagonista, Marco Pérez y Sofía Espinosa. Espinosa fue una de las personas que, a lo largo de la noche, exigieron sobre el escenario del Auditorio Nacional de la capital una mayor exhibición del cine mexicano.

La actriz invitó a los presentes a seguir luchando para que las películas “se mantengan en las salas, para que lleguen al público, que es para lo que las hacemos”.

En favor de la misma causa se pronunció la presidenta de la Academia, Dolores Heredia, quien pidió una “ justa exhibición de nuestras películas”, dadas las dificultades que encuentran éstas para llegar a la cartelera y mantenerse.

La gala, en su 58 edición, estuvo salpicada de llamados reivindicativos, consecuente con el marcado carácter social de gran parte de las cintas ganadoras.

Adriana Paz, ganadora de un Ariel el año pasado como protagonista, recibió esta noche el de mejor actriz de reparto y dedicó su intervención a denunciar la violencia que padecen las mujeres en México. Laura Santullo, ganadora al mejor guión adaptado por Un monstruo de mil cabezas, deseó que, “como cineastas, nunca el mundo nos encuentre de espaldas”.

David Pablos subió al escenario para recoger el premio al mejor guión original y para recordar a las víctimas de la trata, cuyo “tiempo y confianza” para contar sus historias hicieron de ellas “el corazón” de Las elegidas.

La ganadora al mejor corto documental — Ausencias —, Tatiana Huezo, se acordó de los miles de desaparecidos del país y cargó contra quienes, “en lugar de dar respuesta, quieren borrar sus rostros”.

La mejor ópera prima fue para Gabriel Ripstein por 600 millas. Cuando recogió la estatuilla, el director bromeó diciendo que el premio le permite “reponer” el 'Ariel' que le perdió a su padre, el gran Arturo Ripstein, cuando él mismo tenía seis años.

La colombiana El abrazo de la serpiente fue reconocida como la mejor película iberoamericana, un reconocimiento que su productora, Cristina Gallego, dedicó a todo el pueblo indígena de su país, y “en especial, a la gente del Amazonas”. En cambio, La delgada línea amarilla, que partía junto con Gloria como la película con más nominaciones (14), se fue con las manos vacías.

La ceremonia se convirtió en un homenaje a la propia Academia, que desempolvó su fondo documental para recordar su acompañamiento al cine nacional durante todos estos años. Otro vistazo general a la industria del cine patrio lo realizó el cineasta Paul Leduc, a quien se le otorgó, al igual que a la actriz Rosita Quintana, el premio honorífico Ariel de Oro.

El director de filmes como Reed, México insurgente hizo un afilado discurso en el que sacó los colores a los encargados de manejar los hilos del cine mexicano. El tan aclamado cine de la llamada Época de Oro en México —dijo Leduc— “se veía; el actual, no”.

“El cine en México sigue siendo negocio, pero no para los cineastas mexicanos”, sentenció el cineasta antes de volver al tema de la noche: más allá del brillo de los premios, la “mayoría” de las películas nacionales “permanecen prácticamente invisibles”.

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