“No hacemos ciencia ficción. No mostramos tecnología que la gente no pueda reconocer. Suelen ser extrapolaciones del mundo en el que estamos ahora. Se hace más terrorífico porque puedes reconocer esos mundos”, explicó Jones a Efe, en una mesa redonda con los medios de comunicación.
El creador de la serie, Charlie Brooker, aseguró que, a la hora de escribir los guiones, no se basan en acontecimientos actuales como, por ejemplo, el “Brexit” -proceso por el que el Reino Unido abandonará la Unión Europea- o la presidencia de Donald Trump.
“Algunas veces sí que coinciden el mundo real y la serie, o la actualidad parece estar relacionada con ella, pero la mayoría de las veces es una coincidencia. No solemos mirar los periódicos o las páginas tecnológicas para sacar nuestras ideas”, añadió Brooker.
Black Mirror fue estrenada en 2011 y cuenta con tres temporadas, la primera y segunda de tres episodios cada una, y la tercera de seis capítulos.
La cuarta se estrenará en la plataforma digital Netflix el 29 de diciembre y estará compuesta por seis episodios, cuyos nombres serán Arkangel, USS Callister, Crocodile, Hang the DJ, Metalhead y Black Museum.
La fórmula de Black Mirror está basada en que cada uno de los episodios es diferente al anterior y la serie no sigue una trama como tal, sino que cada capítulo versa sobre un tema específico con actores diferentes.
“Si tuviéramos un episodio favorito no estaríamos haciendo nuestro trabajo correctamente, porque todos los episodios tienen que ser muy buenos. Cada persona tiene que tener su capítulo favorito, ya que todos son diferentes en cierta manera, pero para nosotros es como si nos preguntaran cuál es tu hijo preferido, o cuál es tu canción favorita”, señaló Jones.
La serie apuesta por ofrecer distintas realidades que confluyen en un entorno en el que los avances tecnológicos han cambiado las vidas de las personas, desde dispositivos capaces de almacenar recuerdos, a mundos en los que montar en bicicleta es requisito imprescindible para producir dinero virtual y sobrevivir.
“Esta temporada tenemos un episodio de cuarenta minutos de duración llamado Metalhead -dirigido por David Slade, el director de Hannibal- que es como una pesadilla tecnológica. No es exactamente una lucha contra el cronómetro, pero es parecido. No es algo que solamos hacer porque tendemos más a hablar sobre dilemas humanos”, explicó Brooker.
Jones agregó que es necesario ser “capaces de adaptar y convivir con la tecnología” en el ámbito de las “relaciones personales”.
“En mi caso, solía fumar mucho hace años, unos dieciséis cigarrillos al día, pero ahora veo que ocurre algo parecido cuando te despiertas y lo primero que haces es mirar el móvil, es como cuando yo solía despertarme y coger mi paquete de cigarrillos”, continuó Brooker.
Black Mirror se estrenó hace seis años en el canal británico Channel 4, pero ahora es la plataforma de 'streaming' Netflix la que emite sus episodios.
“El mayor cambio de Channel 4 a Netflix ha sido poder aumentar el número de episodios de tres hasta seis. Además, en Netflix podemos experimentar con la dirección, podemos contar historias más grandes, como USS Callister que dura más de una hora. En el fondo, también nos han dado más libertad para contar historias”, destacó Jones.
La actriz y directora de cine estadounidense Jodie Foster ha sido una de las encargadas de colaborar en la cuarta temporada de Black Mirror, dirigiendo el episodio Arkangel, en el que una tecnología creada para ejercer un mayor control sobre los hijos se erige como el centro del conflicto.
“Le enviamos el guión a Jodie, lo vio, le encantó y hablamos con ella. Jodie tiene la capacidad de hacer muchas cosas, pero es madre y le gusta estar con su familia, por lo que, para que viaje, es necesario que sea un trabajo que de verdad le atrape”, dijo Jones.
“Ella es actriz y a la hora de dirigir sabe muy bien qué decirle a cada actor y cómo conseguir que adopten su papel. Ha sido una experiencia muy diferente a otros rodajes. Fue un privilegio”, sentenció.
Black Mirror ha sido una de las series británicas más aclamadas por la crítica, acumulando premios y consolidándose como una de las distopías -representación ficticia de una sociedad futura de características negativas- más populares de la televisión.