Jane Fonda, los 80 años de una actriz que está comenzando

Con una vida marcada por el apellido y por el activismo político, Jane Fonda llega a los 80 años espectacular, con una inagotable energía, un sinfín de proyectos y con muy pocas ganas de jubilación.

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“Siento que apenas estoy comenzando”, aseguró la actriz en septiembre al recoger el León de Oro de honor de la Mostra de Venecia por ser “una de las mayores protagonistas de la escena cinematográfica internacional” y por su “incesante capacidad de reinventarse”.

Algo que queda claro con la biografía de esta actriz ganadora de dos Óscar, hija del gran Henry Fonda, activista por los derechos civiles y dura opositora a la Guerra de Vietnam, feminista convencida y hasta instructora de aerobic en unos exitosos vídeos en los años '80.

Y, pese a su incesante actividad, aún ha tenido tiempo para casarse tres veces, tener tres hijos -uno adoptado-, superar un cáncer de pecho, escribir una autobiografía superventas -My Life So Far- y construirse una imagen de seguridad que durante años poco tuvo que ver con la realidad.

La fama y el carácter estricto de su padre no facilitaron una infancia que, además, estuvo marcada por el suicidio de su madre, Frances Seymour Brokaw, cuando tenía solo 12 años.

Nacida el 21 de diciembre de 1937 en Nueva York, Jane y su hermano Peter crecieron torturados por la muerte de su madre y por la escasa relación con un padre emocionalmente frío y exigente, como se encargó de contar la actriz en su autobiografía.

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Las carencias afectivas de su niñez le llevaron a querer agradar a los demás y cayó en la bulimia, un problema que tardaría mucho en superar, hasta pasados los 40 años. Ni siquiera su éxito como actriz la ayudó a tener una seguridad que sí irradió desde el comienzo de su carrera, primero en el teatro y a partir de 1960 en el cine.

Con títulos como Sunday in New York (1963), Cat Ballou (1965) o The Chase (1966) se fue haciendo un nombre en la industria. Pero serían la comedia romántica Barefoot in the Park (1967) y la historia fantástica Barbarella (1968), dirigida por su primer marido, el francés Roger Vadim, las que hicieron de ella una estrella.

Con They Shoot Horses, Don't They? (1969) llegó su primera nominación al Óscar y con Klute (1971) su primera estatuilla, además de la confirmación de que era mucho más que la hija de Henry Fonda.

Tras separarse de Vadim, se volvió a casar con el político Tom Hayden -considerado ultraizquierdista en su país- y se volcó en un activismo que ya le había llevado a manifestarse contra la guerra de Vietnam, a apoyar públicamente a los Panteras Negras, a defender los derechos civiles o implicarse en el movimiento feminista. Incluso, posó para fotografías con casco y junto a una pieza de artillería antiaérea, de lo que años después se arrepentiría y que hizo que para los conservadores fuera a partir de entonces “Hanoi Jane”.

El matrimonio con Hayden duraría hasta 1990 y en ese período Fonda ganó su segundo Óscar, por su papel en Coming Home (1978).

También empezó con la producción de vídeos de ejercicios aeróbicos. “Tom se tomó en broma mi idea”, pero las ventas de esos vídeos “ayudaron a financiar los programas sociales cuando él encabezó una Campaña para la Democracia Económica”, recuerda Fonda en su libro.

En 1981 se reconcilió públicamente con su padre, con el que rodó On Golden Pond (1981), filme por el que Katharine Hepburn y Henry Fonda recibieron sendos Óscar. Jane recogió el de su padre, que moriría pocos meses después. Tras realizar filmes tan populares como The China Syndrome (1979) o The Morning After (1986), la carrera de la actriz se fue apagando y en 1990 anunció su retirada. Pero cuando parecía que Jane Fonda ya lo había dicho y hecho todo, en 2009 regresó, primero a Broadway, donde ganó un Tony por su interpretación en la obra Moisés Kaufman's 33 Variations.

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Luego al cine, con filmes como All Together (2011) o Youth ( 2015) y a la televisión, donde ha participado en series como The Newsroom o Grace and Frankie.

Y este año, tras provocar una gran conmoción al desvelar que fue violada y sufrió abusos en su infancia, siguió con sus proyectos de cine y repitió con Robert Redford cincuenta años después de Barefoot in the Park con Our Souls at Night.

“No niego que he tenido fantasías” con Robert Redford, aseguró la actriz en la presentación del filme en Venecia, donde se mostró divertida, irónica, enérgica y con una pasión desbordada por su trabajo y por la vida.

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