Cameron dijo eso al presentar su última producción, Battle Angel: La Última Guerrera, que desde hoy está en cines de Paraguay.
En una entrevista en Londres, explica que se propuso “descifrar ese código ” al escribir el guión de esta cinta de ciencia ficción futurista, dirigida por su amigo Robert Rodríguez y basada en la serie manga de los años 90 del japonés Yukito Kishiro.
La película, producida por Cameron y Jon Landau, su colaborador también en Avatar y Titanic, narra la evolución y aventuras de la cíborg (organismo cibernético) Alita, una joven adolescente que se despierta amnésica en un mundo posapocalíptico, tres siglos después de una catástrofe tecnológica.
Con la ayuda del científico cibernético Doctor Ido (Christoph Waltz), que reconstruye su cuerpo dañado, Alita (Rosa Salazar) va recordando su pasado y su verdadero espíritu de luchadora, con el que tratará de cambiar el orden establecido.
Con una estética “ciberpunk” –que mezcla decadencia y alta tecnología–, potente música y efectos visuales, el filme, que luce especialmente en 3D, presenta una trama de suspense con mucha acción y personajes sorprendentemente sólidos, en particular su protagonista.
“Siempre me han gustado los personajes femeninos fuertes, pero este era diferente. Al tratarse de una chica adolescente, pasa por importantes momentos en su transformación hacia mujer, debe hallar su identidad, su lugar en el mundo”, cuenta a Efe el creador canadiense.
Cameron revela que, cuando hace veinte años descubrió el manga de Kishiro de la mano de su colega y amigo Guillermo del Toro, pensó de inmediato en llevarlo a la gran pantalla, por su hija, que entonces tenía 6 años.
“Pensé, tengo que hacer algo para ella, debo ver el mundo a través de los ojos de una mujer joven, que crece y encuentra su lugar, y me pareció que esta era la manera de hacerlo, mediante la fantasía y la ciencia ficción ”, afirma.
Aunque el tema le encantó, el proyecto cinematográfico quedó aparcado durante varios años, mientras Cameron completaba otras obras, hasta que un día, hablando con Rodríguez, le propuso que fuera él quien lo dirigiera.
“Supe que sería la persona adecuada para hacer una gran película cuando me ayudó con el guion. Lo redujo de mis 189 páginas a 129 sin excluir nada clave de la historia”, relata.
Cameron asegura que la cinta “no hubiera salido adelante” si no hubieran encontrado en Salazar, estadounidense de origen peruano, a la actriz ideal para encarnar a Alita, capaz de combinar ingenuidad, generosidad y fortaleza, o si las imágenes generadas por ordenador (CGI) “no hubieran funcionado”.
Salazar, cuya actuación se procesó con tecnología de captura de movimiento, tuvo que meterse en la piel de una chica “ingenua y muy abierta a nivel emocional, que a medida que descubre su pasado gana confianza y se vuelve más compleja”, señala a Efe.
Lo interesante de Alita como heroína, apunta el cineasta de 64 años, es que es combativa pero tiene un gran corazón, “lucha para proteger a los que quiere, o sea que el amor va primero”.
“No es una guerrera desalmada, no es una máquina, aunque tiene un cuerpo cibernético, sino todo lo contrario. Por eso, cuando se pinta la cara con sangre, como en el cartel publicitario, es sangre de inocentes”, relata.
Además de por su protagonista femenina, la película se siente actual por el universo diverso y multicultural, con toques latinos, que refleja Iron City, la urbe destruida y peligrosa donde viven los supervivientes de la hecatombe, bajo la sombra de la elitista ciudad colgante de Zalem.
“Zalem cuelga de un elevador espacial, y como yo soy un poco 'nerd' (apasionado por las nuevas tecnologías), eso tenía que estar en el Ecuador de la Tierra. Podría haber estado en Singapur o algún lugar de África, pero decidimos que fuera en Centroamérica, y de ahí que Robert y yo consideráramos pertinente incluir influencias latinoamericanas”, explica Cameron.