“Para crear no hay que vivir el momento, hay que soñar”, añadió el autor de títulos míticos, como Master and Commander o Dead Poets Society, que visitó hoy el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges (noreste de España), donde esta noche recibirá el Gran Premio Honorífico del certamen.
El australiano aseguró en una rueda de prensa que cuando rodó The Truman Show no se podía imaginar hasta qué punto iba a ser profético y agregó que está “fascinado” por el hecho de que la película “siga tan viva” y haya madurado tan bien.
En los veinte años que han pasado desde que Jim Carrey interpretó a Truman, la tecnología ha cambiado nuestras costumbres hasta tal punto que lo en aquel entonces era ficción ahora es realidad y son muchas las personas que se dejan filmar en todo momento dentro de un 'reality show' o que muestran cotidianamente su intimidad a través de las redes sociales.
“Es evidente que el desarrollo de las tecnologías de la información tiene efectos beneficiosos y facilita el trabajo y la difusión de la información, pero también pueden ser muy peligroso”, ha afirmado.
Recordando The Truman Show, su director destacó el momento del filme en el que un espectador pregunta por qué Truman no se cuestiona lo que está pasando a su alrededor y cómo es posible que se crea la gran mentira dentro de la que vive.
“El creador del programa de televisión en el que vive Truman responde: porque tendemos a aceptar la realidad que se nos presenta”, recordó Weir, en referencia a la poca capacidad crítica del ser humano.
Antes de The Truman Show, Weir revolucionó la escena del cine fantástico en Australia, con películas como The Last Wave, que con el tiempo también ha resultado premonitoria porque el desastre ecológico que auguraba ahora parece más cercano.
Su etapa en Hollywood fue muy fructífera con las ya mencionadas The Truman Show, Master and Commander y Deads Poets Society, además de Witness, The Mosquito Coast o Green Card. Una filmografía que le ha permitido trabajar con grandes intérpretes como Harrison Ford, Gérard Depardieu, Russell Crowe o Robin Williams.
“Todos ellos, unos monstruos con un gran talento -dijo el director-, pero no todos iguales en el trato humano. Me lo he pasado muy bien con casi todos, pero guardaré el secretos sobre cuáles han sido las excepciones”. Desde que rodó Master and Commander, en 2003, solo ha hecho otra película: The Way Back, sobre un grupo de presos que escapan de un 'gulag' siberiano.
“Solo me embarco en un proyecto si me siento absorbido por la historia, y cada vez me cuesta más encontrar algo que me interese de verdad”, confesó. Además, se siente alejado de una industria del cine en la que “el propio cine está en declive y la televisión en ascenso, algo que puede beneficiar a actores y productores, pero no tanto a los directores cuyo medio es el cine”.
En su opinión, “mantener el ritmo en una película de 90 minutos es difícil, pero se puede llegar a ofrecer algo sólido, pero las series pocas veces permite mantener un buen ritmo”. A pesar de todo, Weir, a sus 74 años, no ha tirado la toalla y está dispuesto a volver a ponerse tras la cámara si encuentra una buena historia, tal como dijo en la rueda de prensa, en la que bromeó con los periodistas, a los que animó a mostrarle sus guiones.