Es el fruto del trabajo del director estadounidense Bryan Fogel y de su amistad con el exdirector del laboratorio antidopaje ruso Grigori Rodchenkov.
El largometraje de 121 minutos, que se estrenará mañana viernes en todo el planeta a través de Netlix, es un viaje desde la inquietud de su director por demostrar el fracaso de los sistemas de control antidopaje hasta la trama rusa de dopaje de Estado probada en el informe McLaren.
La inquietud que despertó en el director estadounidense Bryan Fogel el momento en el que el exciclista Lance Armstrong -ganador de siete Tours de Francia entre 1999 y 2005- reconoció su dopaje en 2013, pese a haber pasado cientos de controles sin mancha, provocó el comienzo de una investigación, con consecuencias inesperadas, según relata el cineasta a EFE en una entrevista.
“El proyecto nace al preguntarme por qué Armstrong nunca dio positivo en un test antidopaje. Me producía mucha curiosidad saber qué estaba pasando, qué iba mal en un sistema que se presentaba al mundo como algo que funcionaba. Quería explorarlo personalmente y mostrarlo ante la cámara”, explica Fogel.
El director decidió en 2014, tras entrevistarse con varios científicos, proponerse un proyecto: probar en sí mismo un proceso estructurado de consumo de sustancias dopantes para mejorar sus resultados en ciclismo, sin dar un solo positivo.
Lo que Fogel no imaginaba es que este experimento acabaría llevándole a contactar con el ruso Grigori Rodchenkov, entonces director del laboratorio antidopaje ruso en Moscú, y pieza clave en el escándalo de dopaje que se conocería posteriormente.
El cineasta americano entró en contacto con Rodchenkov a través del científico estadounidense Don Catlin, fundador del laboratorio antidopaje de la Universidad de California (UCLA), a quien ofreció supervisar su experimento de dopaje controlado y que decidió referirle a su colega ruso.
El documental relata cómo el director y el científico ruso entablan una amistad, mientras Rodchenkov programa un plan de dopaje para Fogel, con el objetivo de mejorar sus resultados sin dar positivo en un solo control.
“Fue sorprendente que decidiera ayudarme, pero comenzamos una amistad. Él confío en mí, yo era un atleta 'amateur', de manera que supongo que él pensaba que no hacía nada incorrecto”, relata el cineasta.
Esa amistad provocó que, cuando comenzaron a destaparse los casos de dopaje ruso en noviembre de 2015 y Rodchenkov vio su vida en peligro tras dimitir de su cargo, decidiera refugiarse en Los Ángeles (Estados Unidos) con Fogel.
“La película, la historia de mi viaje, tomó un rumbo espectacular. Comencé explorando un asunto y terminé en una historia un millón de veces mayor de lo que hubiera podido imaginar, una historia que literalmente cambia la historia de todos los deportes, que cambia toda la historia olímpica”, explica Fogel.
Según la segunda entrega del informe McLaren, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), en Rusia se produjo entre 2011 y 2015 una “conspiración institucional” del dopaje, por la que más de un millar de deportistas olímpicos de ese país, auspiciados por las autoridades, se vieron implicados o se beneficiaron de manipulaciones para ocultar sus positivos.
Ícaro disecciona a partir de entrevistas a Rodchenkov y otros especialistas cómo se produjo la trama de dopaje, especialmente en lo relativo a la custodia de las pruebas antidopaje en los Juegos Olímpicos de Invierno 2014 disputados en la ciudad rusa de Sochi, donde los científicos rusos cambiaban muestras de atletas dopados por otros frascos de orina limpia de esos mismos deportistas.
Fogel asegura que no fue difícil que Rodchenkov accediera a darle esa información para el documental, ya que para entonces, una vez exiliado de Rusia, el objetivo del científico era “mostrar al mundo lo que estaba pasando”.
“No tuve que convencerle, él quería hacerlo, era su decisión. Yo simplemente me convertí en el cineasta, el periodista, su amigo y protector, que le ayudó a llevar su historia a todo el mundo”, explica.
El cineasta aparece en varios momentos del documental como el portavoz de Rodchenkov, que muestra documentos del científico ruso cuando éste recibe consejo de sus abogados de no presentarse ante determinadas autoridades.
Fogel, preguntado por EFE sobre si en algún momento del proceso pensó que estaba ayudando a alguien que facilitó las trampas de los atletas rusos y el engaño en el deporte, considera que su papel era dar a conocer las pruebas de esta trama de dopaje.
“Claramente Grigori es un personaje complicado, claramente él hizo un montón de cosas que no debía haber hecho, y claramente estaba involucrado en un sistema que dependía del Ministerio de Deportes y del Gobierno ruso, en su objetivo de poner en marcha medidas extremas para hacer trampas, ganar medallas y competiciones”, reflexiona.
“Pero yo no estaba ayudando a ese sistema, solo estaba ayudando a llevar su historia y sus pruebas, de manera que no estaba aprobando lo que hizo, no estaba diciendo que lo que hizo estuvo bien. Simplemente era la única persona que podía hablar, porque Grigori no podía hablar con WADA (Agencia Mundial Antidopaje, por sus siglas en inglés) en ese momento”, continúa.
El documental, que mezcla entrevistas con noticias televisivas del escándalo, imágenes deportivas y recreaciones animadas de cómo se cambiaban las muestras en los controles de atletas rusos por otras 'limpias', introduce cada una de sus partes con fragmentos de la novela futurista 1984 del británico George Orwell.
“1984 es el libro favorito de Grigori, y lo es porque es un ejemplo de su vida. Todo en 1984 tiene que ver con el doble pensamiento: decir una cosa y hacer la contraria. Y esa fue la vida de Grigori, trabajaba para dopar y a la vez en las instituciones antidopaje. Curaba y a la vez provocaba la enfermedad”, destaca.
“Y este es el tiempo en el que vivimos, una era en la que la verdad no importa. En '1984' se introducen las noticias falsas, que son esencialmente lo que los líderes quieren, aunque no sean la verdad (...) Si ves la propaganda en Rusia ahora mismo respecto a los casos de dopaje, Rusia sigue negándolo. Puedes ver a Putin negándolo, aunque haya 1.700 documentos con pruebas científicas”, añade el director de Ícaro.
El cineasta estadounidense asegura que, después de su experiencia rodando este documental, se ve incapaz de decir “quién es limpio y quién no” en el deporte. “Lo que sé es que hay muchos fallos en el sistema que hacen imposible saber la verdad”, denuncia.
Respecto al protagonista de su largometraje, Grigori Rodchenkov, el exdirector del laboratorio antidopaje de Moscú forma parte de un programa de protección de testigos del Departamento de Justicia de Estados Unidos, y hace un año que Fogel no tiene contacto con él.
“Sé que él está bien, no sé qué le deparará el futuro, pero espero que de alguna manera pueda trabajar con las instituciones deportivas compartiendo información para que esto no vuelva a ocurrir nunca más”, finaliza el director de Ícaro, el documental que se inspira en aquellos deportistas que, como el mito griego, quisieron volar demasiado cerca del sol y cayeron intentando utilizar el dopaje para superar sus límites.