“Estoy listo para dejar de interpretar a Wolverine, pero nunca he sentido que esto sea un adiós porque es parte de quien soy”, dijo el intérprete de 48 años, que finalmente cuelga las cuchillas tras nueve películas del universo X-Men.
“He visto cómo muchos actores, cuando se despiden de un papel decisivo en sus carreras, están devastados. No sé, tal vez es que aún no me he hecho a la idea, pero yo siento que llevo al personaje dentro de mí”, manifestó un Jackman plenamente satisfecho de lo conseguido en Logan, que ve como un broche ideal a la saga, repleto de acción y violencia.
“Echaré de menos al equipo, pero me entusiasma lo que hemos hecho en esta película y me ilusionan los retos que tengo por delante. Si no estuviera feliz con lo que acabamos de crear, sería realmente duro”, apuntó el actor sobre su tercera colaboración con el cineasta James Mangold tras Kate & Leopold (2001) y Wolverine: Inmortal (2013) .
Mangold, conocido por trabajos como Cop Land, Inocencia Interrumpida, Walk the Line o 3:10 to Yuma, siempre dispuso de la máxima confianza de Jackman ya que lo considera “un narrador consumado”, así como un “magnífico escritor y director”.
Y lo cierto es que, a pesar de las reticencias iniciales de Jackman, Mangold supo atraerle con una historia adulta y crepuscular con referencias al western Unforgiven o el drama The Wrestler, cintas sobre el ocaso del protagonista como eje principal.
“Vi claramente por dónde quería ir y no tardé en subirme al barco. Es casi una película familiar, como una especie de Little Miss Sunshine con personajes de cómic y sangre”, declaró Jackman. Esa comparación tiene que ver con el importante peso en la historia del personaje de Patrick Stewart, un envejecido Profesor X, y Laura, una niña mutante interpretada por la española Dafne Keen.
“Dafne es la niña más sana emocionalmente con la que he trabajado. Una saltimbanqui maravillosa. Parece como el osito de Winnie the Pooh y, de repente, se destapa como una tremenda estrella de acción. Los fans van a alucinar con ella”, sostuvo.
Para Jackman, compartir escenas de gran calado dramático con Stewart fue una recompensa tras varias películas en las que apenas intercambiaban diálogos.
“En la primera escena que tenemos en común en Logan hay más drama que en todas las cintas que hicimos antes. Recuerdo que James nos mostró esa escena en el tráiler cuando la acababa de montar y Patrick se emocionó. Han sido 17 años también para él. Nuestra relación paternofilial aquí es más profunda que nunca”, indicó.
Jackman ha dejado su impronta como Wolverine en X-Men (2000), X-Men 2 (2003), X-Men: La Batalla Final (2006), X-Men Orígenes: Wolverine (2009), X-Men: Primera Generación (2011), Wolverine: Inmortal (2013), X-Men: Días del Futuro Pasado (2014), X-Men: Apocalípsis y, finalmente, Logan (2017).
“Es parte de mi vida. Esta película es lo más personal que he hecho. Es muy humana, cruda y auténtica. Me ha permitido explorar mi personalidad a través de los años, mirarme al espejo y ser honesto sobre mis remordimientos y defectos”, valoró el actor, que en Logan retrata al personaje en su punto más bajo, de vuelta de todo y sin sus seres queridos alrededor.
Una apuesta inusual en las sagas de superhéroes, tan en boga en los últimos años, con la que Jackman quiere sorprender una vez más a los espectadores.
“El público pide este tipo de películas cada vez más y, mientras que haya grandes cineastas como Mangold implicados, seguirán siendo un negocio estupendo para la industria”, declaró el australiano, que confirmó a Efe que no caerá en las redes de Ryan Reynolds, quien lleva semanas tratando de convencerlo para acompañar a su Deadpool en el futuro.
“Me manda dulces y flores todos los días. Es algo obsesivo. No le gusta oír no”, dijo entre risas. “Pero no me va a convencer”, agregó.