Hugh Grant: “Actuar en el cine me hace sentir un poco triste"

LOS ANGELES. A Hugh Grant no le gustan demasiado las entrevistas, pero forzando la sonrisa y ofreciendo una taza de café, se sienta a hablar de la película “Florence Foster Jenkins”, su último proyecto en un mundo que no le hace muy feliz.

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“Soy encantador en algunas entrevistas y frío en otras”, cuenta en un encuentro con la AFP en un hotel de Beverly Hills. “Por algún motivo soy frío con algunos programas de entretenimiento”, apunta.

La faceta pública de Grant (nacido en Londres en 1960) no ha sido un camino de rosas. Siempre ha sido uno de los personajes preferidos de la prensa amarilla y hace unos años se convirtió en una de las víctimas de las escuchas del tabloide británico News of The World.

Pero, aunque es uno de los embajadores de la campaña “Hacked off” a favor de un periodismo responsable, no escapa a la paradoja por ser una de las celebridades que más cuenta sobre sí mismo.

En el programa Late Late Show, de su compatriota James Corden, explicó haber sufrido hace poco una crisis emocional que le tuvo llorando sin parar durante tres semanas. La cosa terminó con la ayuda de un hipnotizador. "Cuando estás en este tipo de programas intentas contar algo gracioso pero cometes errores catastróficos todo el tiempo” , afirma.

La estrella de Grant comenzó a brillar en 1994 con la comedia romántica Cuatro bodas y un funeral, que le dio su único Globo de Oro. Sus películas han recaudado desde entonces más de 2.000 millones de dólares, lo que le convierte en uno de los actores más rentables de Hollywood.

“Me alegra de que algunas películas hayan tenido éxito y hayan gustado a la gente”, asegura con orgullo.

Citando a Richard Curtis, “uno de los grandes defensores de las películas comerciales”, añade: “Es más fácil agradar a una pequeña audiencia en Hampstead o en el Village de Nueva York que al público de todo el mundo”.

Eso no quita que sintiera “mucho miedo” cuando el cineasta Stephen Frears le escogió para protagonizar junto a Meryl Streep Florence Foster Jenkins, la divertida comedia sobre una aspirante a soprano que desde el lunes comenzó a proyectarse en Latinoamérica y llega a Estados Unidos el viernes.

Las tres décadas de experiencia que lleva a sus espaldas no han hecho desaparecer el miedo escénico. Tampoco los paseos matutinos y los remedios contra el estrés.

En pleno rodaje con Streep —ganadora de tres Óscar—, tuvo que repetir varias veces una escena tras sufrir “un ataque de pánico”.

“Sudores, tensión... es ridículo”, asegura, con algo de frustración en la voz.

El cine siempre ha sido cruel con sus emociones. El teatro, donde dio sus primeros pasos como intérprete, se ha portado mejor. “Lo hablaba el otro día con (el actor) Kevin Bacon durante una proyección y ambos llegamos a la conclusión de que siempre volvemos a casa un poco tristes” después de actuar, explica.

“En los ensayos siempre estás maravilloso, con el ángulo abierto, que a la hora de editar nunca se usa, y a la hora de la verdad siempre te tensas, nunca estás igual de bien”, precisa.

Grant no solo reconoce sus debilidades, también admite que es una persona un poco difícil con la cual trabajar.

El humorista Jon Stewart lo vetó de su espacio The Daily Show en 2012 después de que tuviera un ataque de ira entre bambalinas porque los responsables del programa eliminaron una broma del extracto de una de sus películas.

El presentador no se cortó a la hora de definirlo: “En este programa hemos tenido dictadores” .

El actor también se mete con el trabajo de sus compañeros. Les dice dónde tiene que ir la cámara, donde poner el micrófono y cómo iluminar.

En Florence Foster Jenkins también lo hizo, aunque el director “fue permisivo” .

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