Para esta versión, que se estrena la próxima semana en Norteamérica y América Latina, el estudio Warner dejó el destino del monstruo en las manos del británico Gareth Edwards, autor de la película independiente de ciencia ficción Monsters (2010).
El gigantesco reptil, cuyos derechos pertenecen al estudio japonés Toho, ya había sido llevado al cine por Hollywood en 1998, con el maestro de las catástrofes Roland Emmerich detrás de cámara.
Edwards, fanático del primer Godzilla (1954) dirigido por Ishiro Honda, recordó en una reciente mesa redonda con la prensa que la sexagenaria película “es claramente una metáfora de Hiroshima y Nagasaki”.
“Creo que por eso sobrevivió al paso del tiempo, porque había sustancia”, añadió.
Desde 1954, Toho produjo no menos de 28 versiones de Godzilla, la mayoría de las veces con efectos especiales modestos, guiones y estética de las películas de clase B. Pero esta versión de Warner es más ambiciosa. Además de apelar a lo último que existe en efectos especiales, “en la película los personajes tienen un mayor protagonismo que en las versiones anteriores”, observa el cineasta.
Fiel a sus raíces, Godzilla comienza en Japón, donde Joe Brody (Bryan Cranston) ve morir a su esposa Sandra (la actriz francesa Juliette Binoche) en la central nuclear en la que trabajan, después de un accidente grave.
Años más tarde, Brody sigue intentando resolver el misterio de la catástrofe, aún arriesgando su vida. Su hijo (Aaron Taylor-Johnson) , soldado estadounidense, busca hacerlo razonar — y llevarlo a Estados Unidos —, pero la aparición de Godzilla y otros monstruos incontrolables cambiará drásticamente el panorama.
En la versión original de 1954, Godzilla encarnaba las consecuencias monstruosas de los bombardeos nucleares. Sesenta años después, el fuego atómico sigue ardiendo en las entrañas del monstruo, una decisión tomada a drede durante la escritura del guión, en el momento en que ocurrió la catástrofe de Fukushima, luego del sismo de 2011 en Japón.
“Hubo que elegir: ¿renunciamos a hacer un film sobre la radiactividad y Japón o incluimos el tema en la película?”, contó Edwards. “Es la tarea de estas películas: reflejar los problemas de su tiempo” , asegura. “Abrimos la caja de Pandora de la potencia nuclear y no la podemos volver a cerrar. Cuando algo falla, las consecuencias son extremadamente graves. De alguna manera, el monstruo de nuestra película refleja esta idea”, añade.
La obra es protagonizada por Aaron Taylor-Johnson y Elizabeth Olsen (su esposa en el largometraje), quienes después de haberse mostrado en el cine independiente dan sus primeros pasos en una superproducción.
“Tenía muchas ganas, quería cambiar”, declaró la actriz, que también estará en la nueva entrega de Los Vengadores, en 2015. “Quería ser parte de proyectos más grandes y entrar en el club de las actrices a quienes respeto y que me parecen formidables”, como Jennifer Lawrence y Shailene Woodley, sostuvo.
Su compañero de pantalla, que actuó en Salvajes de Oliver Stone, ganó 10 kg de músculos para su papel de soldado. “No recibí esta consigna” de nadie, asegura. “Pero hago de teniente de la Marina” y con más músculos “uno gana fuerza y masculinidad. Es una idea mía, está claro, pero hace que uno tenga un porte y un andar diferentes”.
Para el productor Thomas Tull, gran fanático de monstruos — Titanes del Pacífico (2013) —, hacer un nuevo Godzilla es un sueño de la infancia que se hace realidad. “Es el rey de los monstruos”, aseguró. “No sólo es enorme, sino que también es un reactor nuclear ambulante”, contó el productor acerca del monstruo, que para él pasó a ser un “ícono cultural”.