Hoffman: el principal de los secundarios, el más célebre de los “indies”

NUEVA YORK. El actor Philip Seymour Hoffman, que fue hallado ayer muerto en Nueva York, fue un gran intérprete que se convirtió en un ícono del cine independiente.

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Hoffman fue presencia decisiva a través de papeles secundarios y prefirió el ámbito independiente por encima del glamour de los focos y las fiestas de Hollywood.

Hoffman ganó un Oscar en 2006 por su encarnación del escritor Truman Capote en Capote y recibió otras tres candidaturas al mismo premio como mejor actor de reparto, por Juego de Poder (2008), La Duda (2009) y The Master (2013), junto con otras muchas nominaciones. Solo una muestra de la que fue una de las filmografías mas completas y de mas calidad del cine estadounidense.

Su figura robusta, su rostro amplio, su voz profunda, junto con una manera peculiar de hablar y desenvolverse le confirieron una personalidad especial en pantalla, que se hizo muy apreciada por sucesivos directores de calidad, como los hermanos Coen, Paul Thomas Anderson, Anthony Minghella y Mike Nichols.

Hoffman fue siempre un actor a contracorriente, que disfrutó haciendo películas independientes o de bajo presupuesto tanto o más que las grandes producciones de Hollywood, además de que también fue muy activo en el teatro neoyorquino y tuvo dos candidaturas a los premios Tony.

Nacido en Rochester (Nueva York) en 1967, se graduó en la famosa Escuela Tisch de Arte, en New York University, y su primer papel importante en la gran pantalla fue Boogie Nights (1997), del director Paul Thomas Anderson, con quien trabajó en todas sus películas menos una.

A partir de ahí, Philip Seymour Hoffman estableció una sólida carrera como un secundario de lujo con una gran personalidad en pantalla que le permitió trabajar con Joel y Ethan Coen (El Gran Lebowski, 1998), Anthony Minghella (El Talentoso Sr. Ripley, 1999, y Regreso a Cold Mountain, 2003), Spike Lee (La Hora 25, 2002), Mike Nichols (Juego de Poder, 2007) y Sidney Lumet (Before the Devil Knows You're Dead, 2007) .

Su salto al estrellato llegó con Capote (2005) , en la que su genial interpretación de la complicada personalidad del autor de A sangre fría le valió prácticamente todos los premios cinematográficos que puede lograr un actor. Por ejemplo, además del Óscar obtuvo el Globo de Oro, el premio BAFTA, el de la Crítica y el del Sindicato de Actores, en una unanimidad muy poco frecuente en Hollywood.

A partir de ahí, Hoffman logró en pocos años más otras tres candidaturas a la estatuilla como actor de reparto, aunque sin lograr repetir la victoria.

Pero el estrellato no pareció cambiar mucho su perspectiva del cine, y no dudó en embarcarse en proyectos que le llenaban, como The Savages y The Master, donde rubricó su habilidad para personajes poco agradables para el público, aun demostrando que también podía ser entrañable como “El conde” en la divertida comedia británica sobre radios piratas The Boat That Rocked (2009).

La muerte le ha llegado a Philip Seymour Hoffman mientras acababa de rodar la segunda mitad de Los Juegos del Hambre: Sinsajo y todavía estaba sin estrenar la serie televisiva Happyish, del canal de pago Showtime, para la que fue productor ejecutivo, igual que en Capote y en otros proyectos. Su debut como realizador fue con Jack Goes Boating (2010).

Hoffman, quien deja dos hijas y un hijo fruto de su larga relación con la diseñadora de vestuario Mimi O'Donnell, era una figura muy popular en las pequeñas calles y comercios del Village neoyorquino, y según recuerda el New York Times, había sido visto hace pocos días en una representación teatral de Esperando a Godot en Broadway, que interpretan Ian McKellen y Patrick Stewart.

Su muerte se ha debido aparentemente a una sobredosis de drogas, y recientemente reconoció en entrevistas haber recaído tras no haber consumido estupefacientes durante 23 años. En una ocasión, dijo que había dejado el alcohol con 22 años tras un ataque de pánico sobre a dónde le podía llevar, y en otra ocasión dijo que no bebía porque si lo hacía bebería hasta morir.

En el Festival de Venecia de 2012, donde presentó The Master, dijo que “cada día nos levantamos y pensamos que nos gustaría no vestirnos, ir desnudos por la calle y tener sexo con quien nos apetezca. Pero no podemos hacerlo y por eso todos buscamos algo o alguien que nos domestique”.

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