Casi 200 fotógrafos aficionados intentan cada año tomar fotos de las estrellas de Cannes, situados frente a la famosa escalinata roja que conduce al Palacio de Festivales. Entre ellos, Joseph Morpelli, un francés de 72 años, y Martine Santoro, de 71.
Como tantos otros, llegaron el domingo, dos días antes de la primera proyección, con Penélope Cruz y Javier Bardem, y colocaron ya en buen sitio sus escaleras, imprescindibles para los que no están en primera fila. En este espacio, muy buscado por los aficionados, el nombre de cada persona y el lugar que ocupa están marcados en el suelo, según una repartición que se hizo el 20 de abril.
“Hemos organizado rondas, por la noche, para evitar que nadie venga a marcar su nombre en otro sitio”, explica Fabrice, el jefe de uno de los seis grupos que ocupan el lugar, con el acuerdo del ayuntamiento de Cannes. Aquí todo está organizado: una simple silla en la primera fila, después las tarimas y detrás las escaleras.
“Está claro que son horas de espera y, seguro que es ridículo, pero es para una buena causa”, sonríe Malika. “Aquí, hay 50% de histéricos”, explica otra Martine, de 70 años y más de 20 festivales a sus espaldas.
También se precisa una organización al milímetro para los fotógrafos profesionales, situados a lo largo de la alfombra roja, de un lado y otro. Cada fotógrafo tiene su lugar atribuido, con las agencias de prensa en la primera fila. Además, es obligatorio llevar esmoquin y pajarita.
Cuando los actores llegan, empieza la batalla: “Cuando (los actores) suben la escalinata, para nosotros es una hora y media de codazos para quedarse con su lugar. Es físico, agotador”, asegura uno de estos fotógrafos, asiduo del certamen.
En esta carrera por las instantáneas, también participan los invitados, que asisten numerosos a las proyecciones de gala. Para estos privilegiados, que lucen esmoquin y trajes de fiesta, cruzar la alfombra roja de Cannes es a menudo un momento excepcional, que quieren inmortalizar con su teléfono.
Una costumbre que no gusta a los organizadores del festival. Alegando “el desorden intempestivo creado” cuando los actores cruzan la alfombra, los organizadores decidieron prohibir los selfis de los espectadores que asistían a la gala. Para algunos de ellos, es una medida difícil de aceptar: “Estaba ansioso en la alfombra roja. Es un momento único que merece un pequeño recuerdo, pero respeté la consigna”, dijo Claude a la AFP el martes por la noche, tras la gala de apertura.
Otros fueron más rebeldes. Como esa invitada que se fotografió durante un buen rato, al pie de la escalinata, hasta que le llamó la atención un miembro de la “brigada antiselfis” y luego acabó cayendo al tropezar con su vestido, ante las cámaras de los fotógrafos.